sábado, 31 de agosto de 2013

Como Disfrutar de la Vida y Hacer lo conveniente

que las personas más exitosas hacer en el fin de semana

Una breve guía para Aprovechar al máximo de tus días libres

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Libro de seguimiento Tiempo gestión experta Laura Vanderkam a lo que las personas más exitosas hacer antes de desayuno , acertadamente titulado Lo que las personas más exitosas hacer en el fin de semana , está repleta de consejos de empresarios de éxito y estudios científicos para que nunca pierda otro fin de semana de nuevo. Como señala VanderKam fuera, con demasiada frecuencia "los fines de semana preciosas son comidos por el trabajo o el ocio improductivo que no logra darnos energía, dejándonos arrastrar lunes por la mañana y pedir que el fin de semana se fue."
La clave: la elaboración de planes de fin de semana de antelación. "En estos días desaparecen en tareas domésticas, mandados, consultar el correo electrónico ineficiente, maratones de televisión inconscientemente elegidos, o una marcha de la muerte de las actividades de los niños que chupan la energía de los adultos chofer", dice Vanderkam.
Su libro incluye una lista de las actividades de fin de semana que hacen que la gente más feliz, ¿por qué es importante desconectar al menos un poco de tiempo, y por las noches de domingo puede ser el momento más importante de todo el fin de semana.
A continuación se muestra un extracto de su libro en seis maneras de hacer que su exitoso fin de semana.
Seis secretos del éxito de los fines de semana
Aquí hay unos cuantos consejos para recordar cuando usted está haciendo sus planes:
1. Profundizar. Quizás hay actividades que no has hecho desde la infancia que podría convertirse en una parte regular de sus fines de semana. Un lector me dice que ella y su esposo decidieron inscribirse en clases de piano el sábado por la mañana. Ahora ellos y su hijo adolescente tienen lecciones espalda con espalda. Es más fácil empujar a un niño a practicar cuando la mamá y el papá están haciendo, también. A veces estamos tan preocupados sobre la programación de las vidas de nuestros hijos que nos olvidamos de programar los nuestros.
2. Usa tus mañanas. mañanas de fin de semana suelen ser pérdida de tiempo, pero son grandes para sus actividades personales. Si usted está entrenando para un maratón, es menos perjudicial para su familia si usted se levanta temprano para hacer su carrera de cuatro horas, que si intenta hacerlo en la mitad del día. Para levantarse temprano , es probable que tenga para evitar quedarse hasta tarde la noche anterior, pero esta es una buena idea en general.
3. Crear tradiciones. Las familias felices suelen tener una actividad de fin de semana especial que gusta a todos, pero nadie tiene que planear cada momento. Tal vez sea panqueques en sábados por la mañana o un paseo familiar a los servicios de adoración, pero sea lo que sea, hacer un ritual de la misma. Estos hábitos son los que se convierten en recuerdos y reconfortantes rituales aumentar la felicidad.
4. El tiempo de inactividad de programación. Jess Lahey, un profesor y escritor con sede en Nueva Hampshire, tiene la siesta oficial de fin de semana en su casa que tiene lugar cada tarde entre uno y tres. Sus hijos-que son pre-adolescentes, no niños que realmente necesitan una siesta-saber que viene, y se ahorra el tiempo de pantalla para ello. Ellos juegan juntos, ver una película o leer.Todo el mundo vuelve sus teléfonos fuera y Lahey y su marido cerca de la puerta del piso de arriba, lee un poco, "luego sumergirse por lo que siempre resulta ser (increíble) del sueño. Ese sueño profundo que deja un poco desorientado cuando se despierta, "dice ella. "Una vez que he descubierto dónde estoy y qué día es, yo salto de la cama recargado y salir a la yerba del jardín o sale a la tarea de preparar la cena."
5. Tómese un tiempo para explorar. A correr, caminar o andar en bicicleta puede convertirse en una aventura con un montón de oportunidades para que las personas espontaneidad parece pensar la planificación de aplasta-si usted elige el barrio de la derecha. Utilice los fines de semana para estirar su rutina un poco.
6. Planee algo divertido para los domingos por la noche. Esta idea puede ser el consejo más importante en este libro. Incluso si te gusta tu trabajo, es fácil sentir un poco de miedo los domingos de las tensiones que le esperan en la mañana del lunes. Y si no te gusta tu trabajo, Domingo temor puede convertirse en un caso completo en el blues Domingo-noche como diapositivas tiempo, inexorablemente, hasta el día siguiente. Se pregunta lo que estás haciendo con tu vida. Uno se pregunta si alguno de ellos es que vale la pena.
Si usted está pidiendo esas preguntas existenciales, puede ser el momento de cambiar las cosas.Pero mientras tanto, o incluso si te sientes cansado cuando se piensa en su viaje, usted puede combatir el blues-noche del domingo por la programación algo divertido para la noche del domingo.Esto extiende el fin de semana y te mantiene enfocado en la diversión por venir, en lugar de en la mañana del lunes.
Caitlin Andrews, un bibliotecario, lo llama una "necesidad" para poner fin a la noche del domingo con una nota alta. Su familia se reúne a cenar casi todos los domingos, casas alterna. "Los cocineros de casa de acogida de la comida principal, pero los otros traen algo que añadir-un aperitivo, una botella de vino, un plato o postre. Es un poco estresante cuando tengo que cocinar y limpiar para que la gente a venir ", informa," pero no pasamos mucho tiempo en ella y mi marido ayuda. Además, siempre acabamos con las sobras para el resto de la semana cuando cocinamos. Es sólo un par de horas, todo el mundo se apodera de las cinco y media y estamos en casa a las ocho o nueve años. "Eso es un montón de tiempo para planificar y descomprimir antes de acostarse, y se espera que esta tradición del fin de semana. "Toma mi mente de cualquier azules Domingo-noche que podrían adelantarse."
Aliza Rosen, un productor de televisión realidad que ha ideado series como Reyes Granja y chicas con curvas , hace Vinyasa ("hot") yoga a las 6 pm los domingos. "Es una gran manera para mí para sudar las toxinas de la semana y yo mismo centro para el lunes", dice ella. "Cómo reinicio mi mismo." Ella admite que para ella, el yoga no es particularmente espiritual. "Estoy haciendo una lista mental," dice ella. Pero le da algo para anticipar lo que está deslizando hacia todos los lunes tiroteo. Ese puede ser el mismo que Ina Garten, el chef también conocida como la condesa descalza, estaba pensando cuando creó su 18:00 Domingo ritual de recibir un masaje.
De acuerdo con el 29 de junio 2012 "My Sunday rutina" New York Times el perfil de Garten, esta tradición de veintisiete años surgió de un ejercicio 1985 que "yo estaba trabajando muy duro, y un día me dije a mí mismo:" Yo soy no tener suficiente diversión. Así que lo hice dos cosas: me conseguí un Mustang convertible rojo y empecé a tener masajes. Yo no tengo el Mustang más, pero todavía tengo el mismo masajista! "
Uno igual forma genial de acabar el fin de semana es para ser voluntario. Nada va a dejar de pensar en los problemas relacionados con el trabajo decente remunerado y estable como el servicio a las personas que no son tan afortunados. Coordinadores de voluntarios inteligentes saben que es más fácil para la mayoría de la gente a hacer la noche del domingo el voluntariado una parte de sus vidas que otras veces. Jacob Lee dirige el capítulo del Condado de Orange (California) de la Comunidad de Estados cristianos ortodoxos a servir (FOCUS). Cada domingo por la noche, con los voluntarios sirven una comida, estilo de restaurante, a las familias sin hogar que viven en un motel área. El domingo es "en general una especie de noche de muertos", dice Lee. "El sábado por la noche la gente tiene cosas que hacer. El domingo ...? "Milagrosamente, cada uno es libre. Así que tienes un grupo mucho más diverso de voluntarios que los jubilados y amas de casa que podrían ser voluntarios durante la semana. Después de que los voluntarios sirven la comida, ya que la noche comienza a disminuir, todos se sientan juntos, contando sus historias de vida y "aprender acerca de por qué la gente termina donde van a parar", dice Lee. Es una manera de conectar con la humanidad antes de que cada uno va por su lado para la semana.

viernes, 30 de agosto de 2013

La Dulzura es la Plenitud de la Fuerza


La Importancia de la OXCITOCINA

Los secretos de la oxitocina (algunos consejos para autogenerarla) / 
En los últimos años  se ha generado una efervescencia  en torno a los beneficios de la oxitocina, la llamada “hormona del amor”.  Este neuropéptido, que actúa en el cerebro y en el cuerpo, es la manifestación bioquímica de la intimidad emocional y sexual –por lo tanto no es extraño que sea considerado por algunos como una especie de elixir.
Hasta hace unos años se creía que la oxitocina sólo se generaba durante el sexo y durante el parto –ya que en estos momentos las descargas de “la hormona del amor”  son muy poderosas. Hoy se sabe que de manera más sutil se puede generar diariamente en actividades que promueven los lazos sociales.
La importancia de generar oxitocina no debe de ser obviada. Los momentos más felices de la vida suelen estar inundados de oxitocina y en su repetición consolidan una vida saludable. La oxitocina, se ha descubierto en estudios, reduce la acción del cortisol, la llamada “hormona del estrés”. Sabemos actualmente que el estrés es el  gran enemigo moderno de la salud. Asimismo, la oxitocina nos hace perder el miedo, regulando la acción de la amígdala. Además de reducir el estrés, esto nos permite una mayor socialización –y según el estudio Grant, realizado en Harvard, las relaciones íntimas son el factor más importante para llevar una vida sana y longeva.
Para aquellos que buscan generar oxitocina se recomienda tener relaciones sexuales en las que exista una conexión emocional. Pero no es indispensable llegar al acto sexual: los abrazos, las caricias (tocar los pezones de una mujer es especialmente efectivo) y los besos son formas poderosas de producir oxitocina.
El tacto no es la única forma de llamar a la oxitocina –aunque ciertamente es la más evidente. Jugar con los hijos,  cerrar tratos con un socio, jugar deportes de equipo y otras actividades en las que se comparten momentos íntimos también fomentan la generación de este neuropéptido.
Una manera de provocar la producción de la oxitocina  a la que podemos recurrir con cierta facilidad es simplemente compartir un secreto o una intimidad con alguien –puede ser alguien que acabas de conocer. Esto hace que se incremente tu confianza en esa persona –y la confianza es justamente de lo que se trata la oxitocina.
Algunos estudios muestran que existe una correlación entre el comportamiento sincrónico –el grado en el que se mimetizan las sonrisas y las miradas en padres e hijos—y el incremento de oxitocina. Esto no significa que sonreír y ver a los ojos genera más oxitocina –pero no es descabellado pensar que el sólo sonreír y estar atento a los gestos de otra persona de manera atenta pueda generar también un incremento de esta preciada sustancia química.
En Internet se ofrecen numerosos productos de oxitocina sintética, pero hasta el momento no existen estudios científicos que validen su eficacia. Por lo pronto parece un mejor camino simplemente tener una actitud de empatía y apertura emocional: las llaves para abrir el grifo de la química del amor están dentro de nosotros.

Por que los Hijos Tiranizan a Los padres

1.- PORQUE TU LOS DEJAS.
Hacen lo que hacen porque tú se los permites, los hijos se convierten en lo que son, porque sus padres lo permiten, así de sencillo. Si tu hijo está haciendo un desastre de su vida, esta respuesta no te va a gustar, tu vendrás a mí y me darás un millón de excusas, le vas a echar la culpa a la música que escucha, a las películas que ve, a los libros que lee (si es que lee), a la violencia que transmite la TV, al sistema educativo, o a la presión que ejerce la sociedad (o sus amigos), créeme, lo he escuchado miles de veces así es que has a un lado la indignación y piensa en esta verdad: Tus hijos son producto de tu paternidad (de tu manera de educarlo).

2.- NO HAY CONSECUENCIAS DEL MAL COMPORTAMIENTO.
Los padres dejan hacer a sus hijos lo que quieran, con muy poca información de lo que es aceptable y lo que no lo es. Si ellos hacen algo mal, no hay consecuencias por el inaceptable comportamiento. Algunas veces decimos: "si haces esto te va a pasar aquello", y si no haces aquello te va a pasar esto", después ellos no hacen lo que tienen que hacer y no pasa nada, no cumplimos la promesa de las consecuencias advertidas. Sabes en que se convierte un padre que no cumple con las consecuencias advertidas?, en un MENTIROSO; y eso justamente aprenden nuestros hijos, a mentir.

3.- TU LES DICES A TUS HIJOS QUE SON ESPECIALES.
Quizás no vas a estar de acuerdo conmigo en esto, créeme que a mí también me resultó difícil entenderlo y aceptarlo, pero es una realidad. Si tu eres de los que actualmente cree que su pequeño ángel es especial, lamento decirte que no lo es; si tu le dices a tus hijos que son especiales muy constantemente, los perjudicas más que ayudarlos, Tu hijo es especial para ti y solo para ti, no lo es para nadie más. Tu hijo nació con todo tu amor y verlo crecer es toda una maravilla, sin embargo cuando crece y cruza tu puerta para ir a la escuela, él, solo es un niño más en la lista de la escuela, y no hay nada de especial acerca de él. En el mundo real, tu hija no es una princesa, ni tu hijo un príncipe, solo es un niño mas. Los hijos deben entender y aprender a crecer sabiendo que al instante que dejen tus amorosos brazos y entren al mundo real, nadie los amará por la única razón de que ellos existen, como lo haces tú.

4.- TU HACES QUE TUS HIJOS SEAN LA COSA MAS IMPORTANTE EN TU VIDA.
Ellos no lo son. Yo se que tu piensas que lo son pero no es así; cuando tu dejas a tus hijos pensar que son la persona más importante en tu vida, ellos aprenden a manipularte y tu terminarás haciendo lo que ellos digan. Tus hijos son importantes, no me mal entiendas, tus hijos deberían ser amados incondicionalmente; pero los padres que ponen por encima de todo, la felicidad de sus hijos y sacrifican su propia vida y algunas veces su matrimonio también, entonces cuando acabe la labor como padre, tus hijos crecerán y te dejarán, e irán en busca de su propia felicidad y tu te quedarás únicamente con tu esposo (a). Si todo tu tiempo y energía lo gastas únicamente en tus hijos, cuando ellos se vayan tu no tendrás la certeza de que tu compañero(a) estará contigo; esa es una de las razones porque hay divorcios luego de que los hijos se van, pues la única cosa en común que tenían eran los hijos, y nunca trataron de alimentar el amor marital como lazo de unión que no fueran los hijos. Esto mismo pasa con las madres y padres solteros, ellos gastan tiempo y energía en sus hijos, sacrifican su propia vida, pensando que lo mejor es servir a sus hijos y poner su vida "en espera" mientras los ayudan a madurar, pero después los hijos se van y ellos se quedan solos sin compañero(a) con quien envejecer juntos, por lo general terminan tratando y viendo a su hijo de 50 como si fuera de 4 años.

5.- FALLAMOS AL ENSEÑARLES LA DIFERENCIA ENTRE DERECHOS Y PRIVILEGIOS.
Los hijos tienen entre otros los siguientes derechos: a la vida, a jugar, a la libertad de opinar, a una familia, a la protección contra el trato negligente, a la alimentación, etc. Los privilegios son concesiones ganadas por una acción determinada; a nuestros hijos les compramos cosas, lo más actual en videojuegos, por ejemplo, o ropa o zapatos de marca, o una mascota, e incluso los llevamos al cine o a vacacionar, les compramos celulares, etc, etc. y todo gratis, a cambio de nada, hoy te digo que aunque te sobre el dinero para complacer a tu hijo, tienes que enseñarle a ganárselo; él tiene que saber que las cosas que le gustan cuestan y hay que pagar un precio por ellas, incluso estas cosas te ayudarán en la negociación de actitudes y comportamientos.

6.- TRABAJAS EN EL AUTOESTIMA DE TU HIJO.

La palabra autoestima es una palabra compuesta de auto: uno mismo, y estima: amor, o sea, amarse a uno mismo. Tu no le puedes proporcionar una valoración positiva de él mismo, confundimos el animarlos y apoyarlos con aumentar su autoestima y cambiamos la regla de "si tiene alta autoestima tendra exito en todo", pero en realidad es al revés "si tiene éxito en todo, aumentará su autoestima". Así que si quieres que tengan autoestima alta, enséñale a alcanzar sus éxitos.
Espero que estos cosejitos te ayuden a entender el por qué a veces le pedimos peras al olmo, si en realidad cosechamos lo que sembramos.

jueves, 29 de agosto de 2013

¡Dejate vivir por la Vida Plena…! ¡Que ella te posea…momento a momento! ¡Se como esa hoja que cae serena…, …danzando en las alas fugaces del viento…!

¡DEJARSE VIVIR…!
 (poesía)


¡Dejate vivir por la Vida Plena…!
¡Que ella te posea…momento a momento!
¡Se como esa hoja que cae serena…,
…danzando en las alas fugaces del viento…!



¡Dejate vivir por tu Alma Alada…!,
que te habla con vagos ecos presentidos
de risas que suenan como campanadas…,
…y de locos sueños que están escondidos…


¡Dejate vivir por tu Corazón…!,
en jardines de oro de flores brillantes…,
con pájaros ebrios…sin otra razón…,
¡que beberse toda la luz del instante…!





¡Dejate vivir…por ese “Algo” Puro…!,
que llega y te roza como en un destello…,
que no tiene nombre…, pasado…, futuro…
¡pero que es la suma de todo lo bello!




¡Dejate vivir…¡ ¡Hacete a un costado!,
y ya no interrumpas la Canción del Día…,
y si hay resplandores brillando a tu lado,
¡sumate a la dicha de su epifanía!



Sin buscar tu sino…, sin plasmar tu impronta…,
sin marcar tu huella…, sin interferir…,
que al final de cuentas…solamente importa…
¡dejarse vivir…!

Dedica el Ochenta por Ciento del Tiempo a La Abudancia

Hablar de lo que te gusta
Haz y di algo que te haga sentir bien.

Si algo no sale bien descubre la enseñanza

No participes en los rumores
No participes en lo negativo!!!!

La humildad no ha sido nunca una virtud de fácil aplicación

La Humildad no ha sido nunca una virtud fácil de poner en práctica.
Los seres humanos no practican ni la humildad.
Ni la ternura
Ni la amabilidad.
La humildad exige un gran esfuerzo.
Casi no se encuentra

Begoña Pabon: Como descubrir el Verdadero Propósito!!!!

proposito de vida¿Sabes cómo encontrar tupropósito de vida? No me refiero a tu trabajo, a tus responsabilidades diarias, ni tan siquiera a tus metas y objetivos; te estoy hablando acerca de la razón por la cuál estás aquí… la razón por la que tú existes.
Déjame que comparta contigo una historia que cuentan sobre Bruce Lee… cuentan que un día apareció ante él un maestro de las artes marciales para pedirle que le enseñara todo lo que él sabia. En ese momento Bruce cogió 2 tazas y las llenó de liquido. Empezó entonces a hablar con su interlocutor -“la primera taza -dijo- representa todo lo que tú sabes sobre artes marciales y la segunda taza representa todo mi conocimiento sobre artes marciales. Si quieres llenar tu taza con mis conocimientos, primero debes vaciar la de los tuyos”
Si quieres descubrir tu verdadero propósito en la vida, debes vaciar primero tu mente de todos esos falsos propósitos que hasta ahora hayas podido pensar, incluso si piensas que no hay un propósito para ti.
¿Cómo puedes encontrar tu propósito de vida? Hay muchas formas posibles para hacerlo, pero voy a compartir contigo una de las más simples que puedes poner en marcha ya. Una recomendación, cuanto más abierto estés a este proceso y más confíes en que funciona, más rápido vas a ver el resultado. Eso sí, aunque no estés abierto a la idea o pienses que es una pérdida de tiempo, no te vas a librar de encontrar tu propósito; solo vas a tardar más tiempo.
Estos son los 4  pasos a seguir:
1. Toma un papel en blanco donde puedas escribir
2. Pon arriba como título “¿Cuál es el verdadero propósito de mi vida?
3.  Escribe la primera respuesta que venga a tu cabeza; no tiene que ser una gran frase, quizás bastan unas simples notas.
4. Repite el paso 3 hasta que des con una respuesta que te guste, que te haga sentir, que provoque una sonrisa en tu cara y un atisbo de ilusión en tu corazón. Entonces esa respuesta es tu propósito.
Así de simple. No importa qué seas o a qué te dediques. Para algunas personas este ejercicio tendrá sentido y en cambio para otras puede parecer algo estúpido. Normalmente te va a llevar entre 15-20 minutos apartar tu mente de todos los ruidos y de los condicionantes sociales acerca de cuál crees qué debe ser tu propósito en la vida. Normalmente van a aflorar “falsas respuestas” que vienen de tu mente y de tu memoria, de tu pasado, pero cuando  finalmente llega la verdadera respuesta  te va a parecer que llega hasta ti desde una fuente completamente diferente.
Es posible que para algunos eliminar las falsas respuestas lleve algo mas de tiempo; algo mas de una hora?… Pero si te mantienes firme, después de 100 0 200 o quizás 500 respuestas, vas a dar con la respuesta que te haga sentir emocionado, que rompa tus esquemas y te de la clave. Puede parecer “tonto” pero ¿que puedes perder? Hazlo de todas formas.
Un truco, escribe cualquier respuesta que venga a tu mente, aunque te parezca que te desvías de una línea, no importa, sigue escribiendo.  Incluso es posible que durante el proceso, generalmente entre 50-100 respuestas, tengas la tentación de parar y buscar una excusa para hacer alguna otra cosa. Es normal! pero… resiste la tentación y sigue escribiendo. La tentación pasa.
Es posible también que durante el proceso aparezcan algunas respuestas que despiertan en ti breves emociones pero no “te vuelven loco”, no importa, márcalas de alguna forma para volver luego a ellas. Individualmente no son tu propósito pero es posible que sean pequeñas porciones o pistas de tu propósito final. Es una buena señal, como se decía antes en algunos juegos de escondite, “caliente, caliente”…
Otro consejo importante… haz este proceso a solas y sin interrupciones.
Yo lo hice en su momento, me llevó algo así como 35 minutos y conseguí mi respuesta final alrededor de la respuesta 115. Algunas piezas de la respuesta fueron apareciendo a lo largo del proceso, en los pasos 15, 44, 57 y 88, y se fue concretando y redondeando cuando llegaba a las últimas respuestas. Pasé el trago de dejarlo hacia la respuesta 50 más o menos pero me mantuve firme; más tarde me tomé un breve descanso de 2 minutos para relajarme, cerrar los ojos, aclarar mi mente y volver a centrarme en la intención de que las respuestas iban a seguir llegando; incluso después de esto las respuestas fueron mejores.
Mi propósito de vida quedó claro: vivir conscientemente y con coraje, resonando con el amor, la compasión y la alegría,  para ayudar  a despertar el gran potencial que otras personas tienen, y todo ello con serenidad y con equilibrio.
¿Te apetece hacer tú la prueba? Te garantizo que cuando encuentras esa respuesta única a la pregunta de para qué estas aquí, vas a sentir como resuena en lo más profundo de tu ser. Es una sensación única. Es un “chute de energía” que puedes volver a tomar cada vez que leas esas palabras.
Eso sí, hasta ahora has hecho la parte más fácil, encontrar tu propósito es fácil; la parte más dura es mantenerlo vivo y presente en tu día a día y trabajar en ti mismo para mantenerlo firme y presente en tus acciones.
No pierdes nada por probarlo. Invertir una hora en descubrir tu razón existencial es, posiblemente, una de las mejores inversiones que puedes hacer para ti y para tu vida y con toda seguridad, para tu entorno. ¡Adelante!
Autora: Begoña Pabón, Coach y experta en Liderazgo personal y empresarial

martes, 27 de agosto de 2013

« La tendresse a ses raisons que le coeur comprend très bien. »

« La tendresse a ses raisons que le coeur comprend très bien. »

La TENDRESSE

On peut vivre sans richesse Presque sans le sou Des seigneurs et des princesses Y'en a plus beaucoup Mais vivre sans tendresse On ne le pourrait pas Non, non, non, non On ne le pourrait pas On peut vivre sans la gloire Qui ne prouve rien Etre inconnu dans l'histoire Et s'en trouver bien Mais vivre sans tendresse Il n'en est pas question Non, non, non, non Il n'en est pas question Quelle douce faiblesse Quel joli sentiment Ce besoin de tendresse Qui nous vient en naissant Vraiment, vraiment, vraiment Dans le feu de la jeunesse Naissent les plaisirs Et l'amour fait des prouesses Pour nous éblouir Oui mais sans la tendresse L'amour ne serait rien Non, non, non, non L'amour ne serait rien Un enfant vous embrasse Parce qu'on le rend heureux Tous nos chagrins s'effacent On a les larmes aux yeux Mon Dieu, mon Dieu, mon Dieu... Dans votre immense sagesse Immense ferveur Faites donc pleuvoir sans cesse Au fond de nos cœurs Des torrents de tendresse Pour que règne l'amour Règne l'amour Jusqu'à la fin des jours ***** LA TENDRESSE (Noël Roux / Hubert Giraud, 1963)

Ser mas Tierno y desarrollar la Ternura

Porque no sabemos combinar ambas cosas, la inteligensia nace del cerebro y la ternura del corazon, en ocaciones nos dejamos llevar mas por los sentimientos y no pensamos las cosas. creo que por eso no abunda ternura e inteligensia en un solo ser, pero creeme que se puede lograr solo siendo un poquito mas inteligentes para saber dar ternura.

Para eso has de desarrollar unas creencias y rutinas.
-Vale más tener paz que tener razón
-Practica la generosidad

jueves, 22 de agosto de 2013

Nos hacemos pocos Chequeos Emocionales

Mi mujer lo esta pasando mal.
Por la enfermedad de su madre!!!

domingo, 18 de agosto de 2013

La Inteligencia es la Capacidad que Tiene una Persona de Desarrollar Habilidades y conocimientos!!!


Silvia Congost Contacto Cero

El llamado «contacto cero» (no llamadas, no correos electrónicos, no encontronzados casuales... etcétera) es «esencial para superar el enganche de la dependencia emocional», asegura Silvia Congost, psicóloga especializada en el tratamiento de la dependencia emocional, y autora del libro «Cuando amar demasiado es depender». Estos consejos tienen una serie de particularidades: van dirigidos a aquellos que han conseguido salir de una relación «tóxica» (en la que no hay descendencia) y hay que ponerlos en práctica de una forma férrea. Lo ideal, recomienda esta experta, es colgarlos en algún sitio bien visible, como puede ser el espejo del cuarto de baño, la nevera, la puerta de salida de casa... «Hay que ser estricto y tener mucha fuerza de voluntad. Sólo asi es posible conseguir apartar a esa persona que te hace daño de tu vida».
1. No comunicarte con la otra persona por ningún canal: no hablar por teléfono, cara a cara, ni por escrito (mensajes de móvil, de correo electrónico...).
2. No ir a verle de forma premeditada.
3. Eliminarle de las redes sociales: bloquearle en Facebook y en el WhatsApp y dejar de seguirle en Twitter.
4. Si es necesario, cambiar el número de nuestro móvil. A veces es preciso hacerlo, principalmente, cuando no deja de llamarnos o empieza a mandarnos SMS.
5. No hablar de él o de ella con nadie (A partir de ahora, es un tema prohibido).
6. Pedir explícitamente que no nos hablen ni nos cuenten nada sobre él/ella.
7. No quedar con sus amigos, familiares, etc.
8. No frecuentar sitios en los que podemos encontrarle.

Cuando amar demasiado es depender

miércoles, 14 de agosto de 2013

La Mejora del Caracter

La puerta del cambio

Aquel chico tenía catorce años y se puede decir que era un auténtico desastre. Tenía un carácter muy difícil y una apatía impresionante. Apenas atendía en clase, y luego en su casa estudiaba menos aún. Parecía no tener ilusión por nada, suspendía habitualmente un montón de asignaturas, y sus padres estaban desesperados.

Recuerdo que sus profesores comentábamos con preocupación el caso, sin duda el más problemático del curso: apenas escuchaba los consejos que se le daban, nadie sabía bien qué hacer con él. Todo parecía indicar que aquel chico estaba destinado al más negro de los futuros.

El caso es que acabó el curso, y las vueltas de la vida hicieron que durante mucho tiempo apenas volviéramos a tener noticias el uno del otro, hasta que siete años después coincidimos una lluviosa tarde de septiembre en una cafetería.

Me alegró verle sonriente, con sus flamantes veintiún años recién cumplidos y sus casi dos palmos más de altura. Fue una coincidencia casual y, como procuro hacer siempre con quienes fueron mis alumnos en aquellos años que dediqué a la enseñanza, quedamos después para charlar un rato. Cuando nos sentamos, le pregunté cómo iba su vida.

Mi primera sorpresa fue que estaba en cuarto curso de una carrera bastante difícil. Además, no sólo no había perdido ningún año, sino que llevaba esos estudios con unos resultados brillantes. Mientras me lo contaba, venían a mi memoria aquellas reuniones de profesores, cuando analizábamos la marcha del curso, donde varias veces se llegó a decir —quizá alguna vez yo mismo— que aquel chico, salvo un milagro, no llegaría a terminar el bachillerato.

El caso es que el milagro se había producido. Su vida había cambiado. No es que hubiera cambiado un poco, podía decirse que había cambiado por completo y en casi todo. Es como si fuera otra persona. Como si de aquellos viejos tiempos conservara poco más que su nombre y sus apellidos.

Yo estaba intrigado por el cambio. «Oye —le dije—, tienes que explicarme qué ha pasado contigo para que hayas cambiado de esa manera. Me tienes asombrado.»

La pregunta le sorprendió un poco. Calló por unos instantes, como queriendo ordenar sus ideas, se puso un poco más serio, y finalmente empezó su relato, despacio pero con soltura:

«Mira. Fue un día concreto. A lo mejor te parece un poco raro, y quizá lo sea, pero fue un día concreto, un día por la mañana. Llevaba unas semanas fatal. Mejor dicho, unos años. Llevaba años oyendo siempre lo mismo. De mis padres, de mis profesores, de todos. Siempre lo mismo. Que yo era un desastre, que estaba hipotecando mi vida, que iba a ser un desgraciado si seguía por ese camino, que me estaba buscando la ruina, que nunca sería un hombre de provecho, y todo eso que dicen las personas mayores.»

Le interrumpí un instante, con un poco de curiosidad, para preguntarle qué pensaba él entonces, cuando escuchaba esas cosas.

«Bueno, no sé cómo decirte, todo aquello me entraba por un oído y me salía inmediatamente por el otro. Me parecía que era el rollo de siempre, y estaba cansado de escuchar todos los días los mismos consejos.

»No es que no entendiera las razones que me daban, es que ni siquiera les prestaba atención. Me habían dicho ya mil veces lo mismo, y cuando veía que me venían con ésas, desconectaba y ya está. Tenía como echada una barrera mental sobre todas esas cosas, prefería no pensar, y todos esos sabios consejos me resbalaban por completo.

»Bueno, lo que te decía, fue un día concreto, me acuerdo perfectamente. Estaba en plena época de exámenes, y esos días no teníamos clase, para poder estudiar. Pero estudiar no me apetecía absolutamente nada. Estaba con la angustia de los exámenes, y al tiempo con la angustia de que no había dado ni golpe y me iban a suspender otra vez.

»Tenía un sueño tremendo, y estaba tentado de volverme sin más de nuevo a dormir, pero llevaba mal el curso, como siempre. Si me volvía a la cama, iba a ser muy difícil que aprobara, y las cosas se iban a poner más feas que de costumbre.

»Me había despertado temprano, y desde ese momento no había parado de darle vueltas en la cabeza a una idea: Oye, tío..., ¿qué es esto? ¿Voy a estar toda la vida así? ¿Cincuenta o sesenta años más así? Esto no funciona. Algo tiene que cambiar. No puedo seguir así el resto de mis días.

»Debí tener un momento de especial lucidez, supongo, porque vi como algo angustioso continuar el resto de mi vida con el mismo plan que llevaba hasta entonces. Y me aventuré a pensar en cosas serias, en cosas que hasta entonces casi nunca me había planteado.

»No encontraba ilusión en casi nada. Me veía dominado por la pereza de una forma terrible. Es algo bastante angustioso, de verdad. No sabía a qué podía conducirme todo aquello. Era como estar deslizándose por una pendiente oscura, cada vez más rápido y con más descontrol, y te das cuenta de que no sabes dónde puedes acabar.

»Pensaba en el fracaso de mi vida, en todo eso que me había dicho tantas veces tanta gente. Pero aquella vez fue distinto. No me dijo nada nadie. Aquella vez me lo dije todo yo a mí mismo. Y cambié. Eso es todo.

Levantó la mirada, como dudando si hacer o no una glosa personal de todo aquello, y finalmente concluyó:

»Desde entonces, tengo una idea bien clara: los buenos consejos te dan oportunidades de mejorar, pero nada más. Si no los asumes, si no te los propones seriamente, como cosa tuya, no sirven de nada, por muy buenos que sean; es más, para lo único que sirven entonces es para que cada vez los valores menos, para que se produzca una especie de inflación de los consejos que recibes.

»Oír una cosa es muy distinto de hacerla propia. Y para mejorar realmente, la única manera es ser capaz de decirse a uno mismo las cosas, ser capaz de cantarte las cuarenta a ti mismo.»

Mientras le escuchaba, me acordaba de otros casos en cierto modo parecidos. Pensé en esos chicos y chicas jóvenes que a veces vemos ir como arrastrándose por la vida, y les hablamos de tantas cosas que deberían hacer, de tantas cosas que habrían de cumplir, y nos desespera ver su apatía y su indolencia, y sin embargo quizá no hemos advertido la raíz de su verdadero problema, que es algo mucho más de fondo: aún no se han decidido a tomar realmente las riendas de su vida.

Las causas de esa actitud pueden ser muy diversas: quizá han recibido una educación muy pasiva, o hiperprotectora, que no les ha ayudado a madurar; o tienen una fuerte tendencia a alejarse de la realidad, consecuencia de una vida muy cómoda, o demasiado sentimental; o no han aprendido a alzar un poco la mirada y aspirar a valores e ideales más altos; o, por los motivos que sean, apenas sienten responsabilidad sobre sí mismos, y olvidan, en la práctica, que son fundamentalmente ellos quienes se están jugando —y no es poco— su acierto en el vivir.

Aquel antiguo alumno mío había espabilado gracias a una sana inquietud por su futuro. Me recordó algo que había leído tiempo antes a Zubiri, que aseguraba con gran fuerza que la pregunta ¿Qué va a ser de mí? resulta siempre decisiva en la vida ética de cualquier persona.

Me parecía muy interesante su relato, pero le interrumpí de nuevo un momento. Quería preguntarle si le había costado mucho cambiar después de aquella decisión de esa mañana tan provechosa.

«¿Que si me costó? Una barbaridad. Me costó muchísimo, como es natural. Pero lo había visto bien claro, y eso es lo importante. Ya estaba harto de seguir deslizándome por la cuesta abajo de la vida, y además, como estaba ya muy abajo, no podía perder ni un minuto más. Así que acabé por cambiar. Y me costó muchísimo, pero aquello fue como entrar en una nueva dimensión de la vida.

»Parece mentira, pero es tremendo lo que se puede sufrir cuando uno opta por la vida fácil. Cuando estás en ella, lo otro te parece insufrible, pero en realidad es al revés. Ahora veo con claridad meridiana que aquella vida era un infierno. Lo que pasa es que entonces no conocía otra, y no encontraba sentido a esforzarme más. Tengo la impresión de que para encontrar sentido a las cosas, antes hay que luchar un poco por ellas. Pero, desde luego, lo peor es dejarse llevar, porque vas como dando bandazos, pegándote golpes con todo, como cuando pierdes el equilibrio y no sabes bien dónde puedes acabar estrellándote.»

Aquella narración, tan sincera y tan cargada de realidad, me hizo pensar bastante en el fenómeno del cambio. Pensaba en que hay decisiones que son fundamentales en la vida, y no siempre están unidas a acontecimientos externos señalados, sino que son fruto simplemente de la lucidez de un pensamiento, y a veces tiene día y hora concretos.

Salvando las distancias, me recordó aquella otra reflexión de Víctor Frankl en el minúsculo calabozo del lager nazi: en nuestra vida podemos realmente elevarnos bastante por encima de esos condicionamientos en que estamos inmersos y que a veces parecen marcarnos un destino inexorable.

Cada persona custodia en su intimidad una puerta del cambio, una puerta que sólo puede abrirse desde dentro. Cambiar es algo asequible a todos. Lo decisivo es tratarlo seriamente con uno mismo. El consejo viene de Epícteto: nadie tiene tanto poder para persuadirte a ti como el que tienes tú mismo.



Un nuevo modo de ver las cosas

Hasta que se llegó a conocer con suficiente profundidad la acción patógena de los microbios, allá por la segunda mitad del siglo XIX, había entre los investigadores médicos una enorme preocupación ante el serio problema planteado por las frecuentes infecciones hospitalarias.

Las complicaciones sépticas tras cualquier tipo de intervención quirúrgica eran casi inevitables y de consecuencias muy graves. También era habitual que tras pequeñas heridas se produjeran importantes supuraciones o septicemias, y un elevado porcentaje de mujeres morían como consecuencia de infecciones originadas por la asistencia al parto. Pero nadie entendía bien por qué sucedía todo aquello.

Tras sus importantes descubrimientos bacteriológicos en el campo de la fermentación, Louis Pasteur anuncia en 1859 su idea de que los procesos infecciosos son consecuencia de la acción de un germen. Pero, ¿de dónde vienen esos microorganismos? Hasta entonces, quienes se habían planteado en esa posibilidad pensaban que surgían por generación espontánea. Sin embargo, Pasteur va hallando microbios específicos de diferentes enfermedades, y observa que son seres vivos que van pasando de un cuerpo a otro.

Poco después, el cirujano inglés Jospeh Lister descubre que aplicando enérgicas medidas antisépticas se frenan drásticamente las infecciones: por ejemplo, en el caso de las fracturas abiertas, logra reducir la mortalidad desde el 50% a cifras inferiores al 15%, gracias al empleo de fenoles como producto antiséptico.

Más adelante, Pasteur descubre que esos gérmenes causantes de la enfermedad pueden ser aislados y cultivados, y que si se amortiguan y se inoculan en pequeñas dosis en cuerpos sanos —a ese hallazgo se le puso el nombre de vacuna—, tienen un efecto inmunizador.

En cuanto se desarrolló la teoría microbiana, se implantó un nuevo modo de entender la atención hospitalaria, y en general de toda la medicina. Comprender mejor lo que sucedía hizo posible un avance extraordinario. Un pequeño cambio de enfoque hizo ver las cosas muy distintas y generó poderosas transformaciones.

De manera análoga, muchas personas experimentan un notable cambio en su pensamiento en determinados momentos de su vida. Descubren una nueva faceta de la realidad, y esto provoca un cambio en las claves con las que estaban interpretando esa realidad: un descubrimiento nos hace sustituir viejas claves por otras más acertadas.

Sucede, por ejemplo, cuando una persona sufre un accidente grave, o afronta una crisis que amenaza cambiar seriamente su vida, o pasa por la prueba de la enfermedad y del dolor, y de pronto ve sus prioridades bajo una luz diferente. O cuando comienza a ejercer determinadas responsabilidades, o asume un nuevo papel en su vida, como el de esposo o esposa, padre o madre, y entonces se produce un cambio de su modo de ver las cosas.

Si en nuestra vida queremos realizar pequeños cambios, puede que nos baste con esforzarnos un poco más en mejorar nuestra conducta y luchar contra nuestros defectos, pero si aspiramos a un cambio importante, es preciso cambiar nuestro modo de ver las cosas.

Un ejemplo. Piensa por un momento —recomienda Stephen Covey— en tus bodas de plata, o en tus bodas de oro. Piensa en la despedida en tu trabajo cuando llegue tu jubilación. Visualízalo con riqueza de detalles. Piensa en los sentimientos y emociones que te embargarán en ese momento. ¿Cuál será tu balance de todos esos años de matrimonio o de trabajo? ¿Cuál quieres ahora que sea el balance que hagas entonces?

Otro ejemplo. Piensa en que te enteras ahora mismo de que te quedan sólo tres meses de vida. Visualiza mentalmente qué harías. Es probable que, de pronto, todo aparezca con una perspectiva diferente. Es probable que afloren a la superficie ciertos valores que quizá antes apenas habías tenido en cuenta.

Quizá veas entonces de modo distinto la relación con tus padres o con tus hijos, o plantees de modo distinto el matrimonio, o la relación con tus compañeros de trabajo. Quizá te parezcan fútiles cosas que hace un momento considerabas muy importantes.

Está claro que la vida no puede plantearse cada día como si te quedaran tres meses de vida, por supuesto. Pero ese ejercicio mental nos puede ayudar a pensar en cosas en las que habitualmente no pensamos, a reflexionar sobre los principios que rigen nuestra vida, a identificar mejor lo que realmente importa.

La vida nos va cargando día a día de rutinas, de adherencias que van entorpeciendo nuestra marcha. A veces hay que pararse y ver qué es lo que queremos, no dar por bueno sin más nuestro status quo, no seguir sumisamente la inercia de todo lo que hemos hecho hasta entonces, repensar las cosas a fondo. No podemos olvidar que esos valores y principios son la trama que da consistencia al tejido de nuestra vida y, por tanto, son nuestro mayor tesoro (además, casi lo único que tenemos a salvo de robos, incendios, quiebras o descensos bursátiles).



Saber usar los propios recursos

Hay personas que achacan sus defectos a razones de tipo genético. Son los que con un qué le vamos a hacer, he nacido así, alejan rápidamente de su cabeza la posibilidad de esforzarse en serio por erradicar un determinado defecto.

Algunos llegan incluso a hablar del mal genio de su abuelo (o de toda una rama de la familia) para justificar, por ejemplo, que tienen un carácter violento o imprevisible. Están convencidos de que su herencia de irascibilidad viene inexorablemente determinada en su carga genética y que, por tanto, nada pueden hacer por luchar contra su propio ADN.

Otros parecen tranquilizarse echando las culpas a la educación que recibieron de sus padres. Son los que con un cortés y lacónico me han educado así, dejan también de lado cualquier pensamiento sobre su mejora personal.

Otros cifran casi todo en cuestiones del ambiente en que han vivido, de su condición social, del modo de ser propio de su región o su país de origen, del estilo educativo del lugar donde estudiaron, o de lo que sea..., pero siempre hay algo o alguien fuera de él que es el verdadero responsable de que él sea así. Siempre piensan que el problema está fuera de ellos, y precisamente ese pensamiento es su gran problema.

Este peligroso planteamiento de la vida admite, como es lógico, diversos grados. En algunos casos, por ejemplo, admiten humildemente que quizá la solución está en ellos mismos, y se muestran teóricamente dispuestos a afrontarlo positivamente, pero luego no llegan a tomar la iniciativa o no dan los pasos necesarios para llevar a la práctica esas soluciones. Veamos unos ejemplos, tristemente frecuentes, tomados del ámbito escolar:

  • «En casa no hay quien estudie. Tendría que ir a una biblioteca, pero la de mi barrio está llena desde primera hora de la mañana y no tengo ni la menor idea de dónde habrá otra...» (Ni se plantea madrugar un poco más, ni espabilar un poco para enterarse de donde hay otra biblioteca).
  • «No sé qué carrera estudiar. Tendría que enterarme bien, pero no sé a quién preguntar para informarme de esto. Nadie quiere ayudarme.» (No ha preguntado a nadie, y ya piensa que nadie le quiere ayudar; desde luego, será difícil que alguien se brinde espontáneamente a orientarle sobre un problema que él ni ha manifestado).
  • «Sé que no tengo un buen método de estudio. Intento aprenderme todo de memoria, y veo que eso no es solución, pero no sé hacerlo de otra manera.» (Está claro que con un afán investigador como el suyo, la ciencia estaría aún como en el neolítico).

    Otros tienen un talante que queda bien retratado en aquellas famosas 6 normas para no prosperar que se difundieron tanto hace unos años:

    1. Espere sentado su oportunidad.

    2. Comente su mala suerte con los demás.

    3. No se esfuerce por mejorar su preparación.

    4. Laméntese de que los tiempos están muy difíciles.

    5. Obstínese en que sin recomendaciones no se logra nada.

    6. Confíe y aguarde a que vengan tiempos mejores.

    Son personas pasivas, que siempre están como esperando a que suceda algo exterior que les fuerce a cambiar; o a que alguien se haga cargo de ellas y las empuje a decidirse a afrontar y resolver sus problemas. Su principal problema son ellas mismas, no tienen una actitud ante la vida que les lleve a usar sus recursos y su iniciativa. Tienen como entumecidos los músculos de la responsabilidad. Pero esos músculos siguen siendo suyos y están ahí: lo que tienen que hacer es ejercitarlos.



    Dos modos de plantear las cosas

    Podríamos dividir nuestros pensamientos y preocupaciones habituales en dos grandes grupos: los que están centrados en cuestiones sobre las que no tenemos ninguna o casi ninguna posibilidad de influencia, y los que, por el contrario, se refieren a cuestiones sobre las que sí podemos influir.

    Quienes centran su cabeza sobre ese primer conjunto de pensamientos, es decir, sobre cuestiones que les vienen ya dadas y sobre las que no pueden hacer nada o casi nada, suelen ser personas pasivas, negativas e ineficaces. Dedican gran cantidad de tiempo y energías a pensar en los defectos de los demás (casi nunca en los propios, ni en ayudar a los demás a corregirse) y a lamentarse de las injusticias que la sociedad tiene con ellos (nunca en cómo ellos pueden contribuir a mejorarla). Se quejan continuamente de los males que la salud, el clima o la situación política traen a su desgraciada existencia. Piensan en muchas cosas, pero todas tienen en común que ellos poco o nada pueden hacer por cambiarlas.

    Por el contrario, las personas sensatas procuran centrarse en el segundo conjunto de pensamientos a que nos referíamos, es decir, se dedican fundamentalmente a cuestiones con respecto a las cuales pueden hacer algo, aunque no sea de modo inmediato. Y gracias a que hacen algo, logran que con el tiempo ese conjunto de ocupaciones —podríamos llamarlo círculo de influencia— vaya creciendo, pues cada vez son más eficaces, avanzan más e influyen sobre más cosas.

    ¿Y reducirse a pensar solamente en lo que uno tiene al alcance de su influencia, no supone un cierto empequeñecimiento mental? Es cierto que hay muchas cosas —por ejemplo, la información sobre la actualidad nacional e internacional, la historia, etc.— sobre las que poco o nada podemos influir, y sin embargo resulta importante y positivo conocerlas, e ir formando una opinión sobre ellas.

    Por eso, cuando hablo de centrarse en el propio círculo de influencia me refiero fundamentalmente a la actitud general que uno toma ante los problemas que tiene: si los sitúa dentro de su alcance y los acomete, o si, por el contrario, tiende a despejarlos fuera para luego lamentarse de no poder resolverlos.

    Lo sensato es saber centrar nuestros esfuerzos en lo que está a nuestro alcance, no perder nuestras energías en lamentaciones utópicas. De lo contrario, caeríamos en una especie de absurda autofrustración, un estilo de vida por el que las personas se autocastigan al pesimismo, la queja y el enterramiento de sus propios talentos. Recordando aquella vieja sentencia, podríamos decir que se trata de tener:
  • coraje para cambiar lo que se puede cambiar,
  • serenidad para aceptar lo que no se puede cambiar,
  • y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro.

    Hay quizá demasiadas ocasiones en que ponemos tontamente en cosas ajenas a nosotros la capacidad de decidir sobre nuestra vida. Por ejemplo, si uno se lamenta de no tener una casa o un coche mejor, o de no haber llegado a una determinada posición profesional, o de no haber tenido una familia distinta a la que tiene, puede plantearlo básicamente de dos maneras.

    La primera es quejarse de que los condicionantes de su vida le impiden lograrlo, y que sólo cuando cambien podrá salir de su triste situación.

    La segunda es radicalmente distinta: ver qué es lo que podría cambiar en él, en su actitud, en su conducta, para que esos condicionantes externos a su vez cambien: cómo puede mejorar él, cómo puede ser más ingenioso y más diligente para facilitar así que las cosas vayan cambiando. La diferencia es sencilla: acometer resueltamente los problemas, en vez de limitarse a protestar.

    Como se cuenta de aquella multinacional del calzado que envió un delegado comercial a un país subdesarrollado que aún vivía en régimen tribal. Al poco de llegar, el delegado envió un telegrama a la Dirección General de la empresa diciendo: «Negocio imposible, todos van descalzos». Lo cesaron y enviaron a otro, más resolutivo, y a los pocos días recibieron otro telegrama, bien diferente: «Negocio redondo, todos van descalzos. Envíen una remesa de quince mil pares.»

    Se trata de cambiar el enfoque con el que se ven los problemas. Es algo que resulta de vital importancia para aquellas personas que se han habituado a refugiarse en actitudes de continua queja, de culpar de sus problemas siempre a otros, o de responsabilizar de sus frustraciones a la sociedad.

    Por ejemplo, si tu matrimonio no va bien, o no te llevas bien con tu hijo, o con tu padre, o con tu jefe, poco puedes arreglar repitiendo una vez y otra sus defectos, considerándote una víctima impotente de su pésima actitud. Piensa en qué cosas son las que te enfadan y examínalas con objetividad: seguro que bastantes responden en buena parte a tu susceptibilidad, o a que te has obsesionado un poco con una serie de detalles que valoras excesivamente; o quizá es que eres bastante menos tolerante con los defectos de los demás que con los tuyos; o a lo mejor estás dentro de una espiral de agravios mutuos que difícilmente se romperá si tú no tomas la iniciativa. En cualquier caso, si de verdad quieres mejorar la situación, debes empezar por actuar sobre lo que tienes más control, que eres tú mismo: actuar primero sobre tus propios defectos, centrarte en tu esfuerzo por ser un mejor esposo o esposa, mejor hijo o mejor padre, mejor jefe o mejor empleado, mejor amigo. De este modo, es más probable que la otra persona capte tu buena disposición y te responda de la misma manera.

    ¿Y si la otra persona no respondiera así, sino que siguiera con su actitud negativa, como antes? Puede suceder, claro está, y de hecho sucede. Pero en cualquier caso, el modo de actuar más positivo que tienes (no el único) sigue siendo ése. Actuando así, mejorarás como persona, y de la otra manera sólo conseguirás reducir tu capacidad de recomponer la situación y aumentar seriamente las posibilidades de amargarte la existencia.



    El atractivo de la virtud y del bien

    A veces uno tiende equivocadamente en su interior a etiquetar como desagradables, por ejemplo, determinadas personas, o determinadas tareas, o determinados aspectos relacionados con la mejora del carácter, y no se da cuenta de hasta qué punto le perjudican esos vínculos mentales que se han ido estableciendo en su mente, de manera más o menos consciente.

    Ante posibles puntos concretos de mejora personal que advertimos en nuestra vida (vemos, por ejemplo, que deberíamos ser más pacientes, o menos egoístas, más ordenados, menos irascibles, o lo que sea), es frecuente que tendamos a ver esos objetivos como metas muy lejanas, o como algo poco asequible a nuestras fuerzas. Lo vemos quizá como avances apetecibles, sí, pero que alcanzarlos requeriría tal esfuerzo que sólo pensarlo nos produce ya un notable rechazo. Lo percibimos como algo fatigoso y agotador, o que nos llevaría a un estilo de vida de demasiada tensión.

    Sin embargo, la mejora personal no supone ni exige eso. Al menos, de modo ordinario no tiene por qué plantearse así. El avance en el camino de la mejora personal ha de entenderse y abordarse más bien como un proceso de liberación. Un progreso gradual en el que vamos soltando día a día el lastre de nuestros defectos. No una extenuante subida a un puerto de montaña, sino un progresivo alivio de la carga de nuestros errores, un desahogo paulatino de la causa de nuestros principales problemas. Por eso, aunque siempre habrá también retrocesos, pequeños o grandes, si logramos en conjunto mejorar, nos encontraremos cada vez con más autonomía, avanzaremos con más soltura y sentiremos más satisfacción. Cada hombre debe adquirir el dominio de sí mismo, y ése es el camino de lo que Aristóteles empezó a llamar virtud: la alegría y la felicidad vendrán como fruto de una vida conforme a la virtud.

    Si nos fijamos más, por ejemplo, en lo positivo de una determinada persona, o en el reto que supone tener ordenado el armario o el despacho, o incluso en lo apasionante que puede llegar a ser, tanto para un hombre como para una mujer, cocinar, mantener limpia la casa, o educar a los hijos..., si nos esforzamos por verlo así, el camino se hace mucho más andadero.

    Podría objetarse que eso no es difícil de hacer... durante unos minutos, o unos días. Pero, ¿cómo impedir que al poco tiempo se vuelva a lo de antes? Puedo esforzarme, por ejemplo, por variar mi humor durante un rato, que no es poco, pero... ¿cómo mantenerme así y llegar a ser una persona bienhumorada?

    Un camino es esforzarse en cambiar la imagen que se nos presenta en la mente al pensar en esas cosas. Por ejemplo, en vez de representar en la imaginación lo apetitoso que resulta lo que no deberías comer o beber o hacer, procura pensar en lo atractivo y liberador que resulta ser una persona sana y honesta, y logra que esas representaciones tomen en tu interior una mayor cuota de pantalla.

    O si te invaden pensamientos relacionados con el egoísmo, la pereza o el la mentira, procura suscitar la imagen de ser una persona generosa, diligente, sincera y leal, y recréate en la contemplación de esos valores y esas virtudes que has de desear ver en tu vida. Incluso, si quieres, recréate también en lo desagradable que resultaría convertirse poco a poco en una persona egoísta, perezosa o desleal, y compara una imagen con otra.

    ¿Es importante esto? Pienso que sí. Si una persona logra formarse una idea atractiva de las virtudes que desea adquirir, y procura tener esas ideas bien presentes, es mucho más fácil que llegue a poseer esas virtudes. Así logrará, además, que ese camino sea menos penoso y más satisfactorio. Por el contrario, si piensa constantemente en el atractivo de los vicios que desea evitar (un atractivo pobre y rastrero, pero que siempre existe, y cuya fuerza nunca debe menospreciarse), lo más probable es que el innegable encanto que siempre tienen esos errores haga que difícilmente logre despegarse de ellos.

    Por eso, profundizar en el atractivo del bien, representarlo en nuestro interior como algo atractivo, alegre y motivador, es algo mucho más importante de lo que parece. Muchas veces, los procesos de mejora se malogran simplemente porque la imagen de lo que uno se ha propuesto llegar no es lo bastante sugestiva o deseable.



    El riesgo de la lentitud

    Hay gente que un día le salen diez cosas bien y sólo una mal, y llega a su casa en estado de desánimo total. ¿Por qué? Porque permite que esa pequeña cosa que resultó mal deje flotando en su memoria una imagen negativa que llena casi por completo la “pantalla” de su mente. Ha pasado ese día por muchas cosas positivas, pero tiene la habilidad —la desgracia— de no considerarlo apenas. Es como si todo lo positivo quedara de inmediato arrinconado en su memoria. Sólo lo negativo queda bien grabado. Lo demás, pasa sin pena ni gloria, y en poco tiempo queda reducido a imágenes borrosas, grises, lejanas, como viejas fotos desvaídas.

    A veces, por ejemplo, se deteriora una amistad, o un matrimonio, o una relación profesional, simplemente porque uno tiende a recordar y almacenar experiencias desagradables sufridas en la relación con esa persona, mientras que las agradables enseguida pierden relieve en la memoria.

    ¿Cómo sucede esto? Quizá hay algo que produce un desagrado muy vivo, aunque sea una tontería. Por ejemplo, la forma que tiene de comer, o que deja desordenado lo que usa, o pierde las cosas, o habla en un tono que nos resulta desagradable. O que a lo mejor ha dejado de tener determinada deferencia con nosotros. O nos repite algo que dijimos en un momento de enfado y estamos hartos de que nos lo recuerden otra vez más. O quizá sucede al revés, y somos nosotros los que recordamos una y otra vez aquella ocasión en la que nos sentimos tan molestos y ofendidos.

    La lista de ejemplos podría ser interminable. Pero aunque todas esas cosas negativas sean ciertas y objetivas —que no suelen serlo demasiado—, ese modo de recordarlas y tenerlas presentes no ayuda en nada a resolver las cosas. Además, sabemos que también podría hacerse otra lista muy larga de ejemplos positivos, de tantas cosas agradables que suelen quedar en el olvido. Todo sería muy distinto si ambos se esforzaran en traerlas a la memoria, y procurar generar las circunstancias necesarias para que se repitan.

    Por eso es bueno preguntarse de vez en cuando: “Si continúo dando vueltas a estas ideas de esta manera..., ¿a dónde me lleva esto? ¿qué voy a conseguir? ¿hacia dónde me conduce? ¿hacia dónde quiero ir?” Una persona ha de ser capaz de tomar de vez en cuando un poco de distancia sobre sí misma, y analizar sus sentimientos como si estuviera contemplando a otra persona, para así actuar sobre ellos. De lo contrario, resultará enormemente vulnerable ante los vaivenes de sus estados emocionales.

    “De acuerdo —podría objetarse—, es preciso no encenagarse en los malos recuerdos, sí... ¿pero cómo?, porque no es tan sencillo, no es fácil cambiar el modo de ser, se necesita mucho tiempo y esfuerzo...” Es verdad, no voy a negarlo. Pero tampoco tiene por qué ser siempre así. Se puede cambiar en poco tiempo. Muchas veces se comprende mejor una cosa en un relámpago de claridad que en años de pedaleo.

    A veces los procesos de mejora personal fracasan porque van tan lentos y perezosos que el cambio apenas se ve llegar, y entonces uno se cansa enseguida. Es como si quisiéramos ver una película contemplando un fotograma ahora, otro dentro de un rato, y un tercero otro rato después.

    De esa manera, es difícil sacar nada en claro. Pero la culpa no sería de la película, porque con ese modo de verla no podemos saber si es buena o mala. Hay que tomarla con su ritmo, y entonces te haces una idea del argumento, y de los personajes, de las emociones que suscita, y entonces capta nuestra atención, y viéndola disfrutamos al tiempo que notamos que nos enriquece. De la misma manera, si en la mejora personal logras un ritmo más rápido, entonces te haces una idea de lo que ganas, y de lo que aún puedes ganar, y te gozas con ello, y eso mismo te anima a seguir adelante en ese empeño.



    La fuerza de la educación

    "El señor de las moscas" es una magnífica novela de William Golding. Cuenta la historia de una treintena de chicos ingleses que son los únicos supervivientes de un accidente aéreo. Deben organizar su vida ellos solos en una pequeña isla desierta, sin ayuda de ningún adulto. Agrupados en torno a dos jefes, Ralph y Jack, pronto comprueban que convivir no es tarea sencilla. Aparecen los primeros conflictos, difíciles de resolver en aquella situación, y finalmente estalla la violencia, que desemboca en una guerra abierta entre ellos, con trágicas consecuencias.

    La historia de la difícil convivencia de estos jóvenes náufragos está salpicada de multitud detalles que muestran la importancia fundamental de ese aprendizaje y esos valores que el hombre ha acumulado durante siglos y que transmite de una generación a otra mediante la educación. Frente a otras visiones más ingenuas sobre la bondad de los niños, Golding muestra la maldad que anida en el corazón humano, y apunta que la única posibilidad de rescate del hombre ha de venirle desde fuera. Sin ayuda, sin formación, el hombre se encuentra muy indefenso ante el empuje de sus malas tendencias. Es cierto que busca por naturaleza el bien, pero también es cierto que esa naturaleza está herida y que necesita muchos cuidados para funcionar correctamente.

    Cualquier persona con un poco de experiencia de la vida sabe lo que es la maldad del hombre, ha visto ya muchas veces su feo rostro de inhumanidad. Golding desenmascara la simpleza roussoniana de la bondad natural del hombre y su progresiva degradación por la maldad radical de la sociedad y de la cultura. Y cuestiona también el racionalismo arrogante del siglo XIX, que hizo a muchos confiar en que el progreso científico y económico traerían consigo un progreso moral igual de veloz. Los que alimentaban ese ideal pensaban haber dado de una vez por todas con la fórmula definitiva de la eficacia y el bienestar, pero pronto vieron que aquel optimismo era precipitado, que ese avance no significa que los hombres se entiendan mejor entre ellos, ni que haya más respeto mutuo, ni que vivan en paz. Y es que, en definitiva, por mucho progreso económico o científico que se alcance, nunca será fácil educar moralmente al hombre.

    La historia muestra numerosos testimonios bien elocuentes de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre. Ni siquiera en sus noches más negras podía soñar hasta qué punto iba a degradarse y envilecerse. Pero tampoco sabía quizá cuánta fuerza permanece escondida en su interior para vencer peligros y superar pruebas.

    Todo hombre, para ser bueno, o para mantenerse en el bien, necesita ayuda para hacer rendir esos talentos latentes que encierra. Es cierto que al final es siempre la propia libertad quien tiene la última palabra, pero sería bastante ingenuo minusvalorar la influencia enorme que tiene la formación. Por eso, educar bien a los hijos en la familia, a los alumnos en la escuela o la universidad, o cualquier otra tarea relacionada con la formación de la nuevas generaciones debería considerarse como uno de los empeños de más trascendencia y responsabilidad en cualquier sociedad que realmente piense en su futuro.

    Transmitir el progreso científico o económico es relativamente fácil, pero transmitir los progresos morales siempre será difícil, pues requieren su asimilación personal y su empleo práctico. Como ha escrito Leonardo Polo, sin hábitos no hay educación, sólo se ilustra. Es imprescindible el esfuerzo personal por adquirir esos hábitos. Y eso resultará costoso siempre, en cualquier lugar o época. Es un progreso personal que nos lleva la vida entera y del que depende en gran parte el acierto en el vivir. Bien merece, por tanto, nuestra atención.
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