sábado, 28 de diciembre de 2013

ser feliz haciendo tu vida

"No hago cosas para ser feliz, soy feliz porque hago cosas"

25/12/2013 - 02:52
"No hago cosas para ser feliz, soy feliz porque hago cosas"
Foto: Maite Cruz
'El regal de la vida'
Dijo Teresa de Jesús: "Dábanme contento las cosas de Dios, teníanme atada las del mundo". Le pasa lo mismo a la monja Viqui Molins, santa del Raval, que da clases de refuerzo a niños (la lectura es fundamental para ella), organiza pisos de acogida para inmigrantes pobres, asiste a prostitutas desamparadas, visita a los más irredentos presos en las cárceles... ¡Y jamás juzga!, sólo acompaña y ayuda: su trabajo consiste en amar. Vive en un piso con Pilar, Ana y Pepi, otras monjas de la calle, uniendo sus pensiones (600 euros la de Viqui), "y siempre sobra, para ayudar", sonríe, feliz (viqui70@yahoo.es): explica todo lo que hace en el libro 'El regal de la vida' (Columna).
Enamorada de Jesús?
Sí, desde jovencita.

¿Qué le enamoró de Él?
Que vino a enseñarnos a amar, no a fundar religiones.

¿Qué es amar?
Vivir feliz. Amar da felicidad.

¿Para eso se hizo monja?
Y por cierto sentido de la heroicidad. ¡Pero dudé, lo pase fatal!

¿Qué le hizo dudar?
Renunciar a una pareja, al sexo, a tener hijos... Me pesó durante años, no fue fácil.

¿Tenía novio?
Sí, se llamaba Narcís, nos cogíamos de la mano... Estábamos muy enamorados.

Pero ganó Jesús.
Sí, y monté una despedida de soltera. Invité a Narcís... pero no vino. Lo entiendo.

¿Se ha arrepentido de su decisión?
No. He sido coherente y soy muy feliz, "bienaventurada": Jesús enseñó las bienaventuranzas..., pero en el noviciado me insistían en los mandamientos, ¡qué error!

¿Error?
Alejan a la gente. Y me amonestaban: "Victoria, eres seductora...". Y eso me torturaba, me encogía... ¡hasta que leí a Santa Teresa!

¿Y qué le enseñó ella?
Que somos humanos, ¡y nada de vergonzoso hay en amar y ser amado! También lo enseñó san Agustín, que dijo: "¡Ama... y haz lo que quieras!".

Si amas..., nada malo harás, está claro.
Eso es. Amo a prostitutas, asesinos, violadores... Los visito en las cárceles. Han hecho algo terrible... y no por eso dejan de ser personas. No los juzgo: los amo.

¿Amaría al asesino Miguel Ricart?
Sí. Y está bien que le sigan, ¿eh? Nunca pregunto "¿qué has hecho?". Escucho y acompaño, ayudo a encontrar lo bueno que cualquiera lleva dentro...

¿Y logra algo amando?
Crece su autoestima y a veces llegan a entender qué los llevó a abusar de otros. ¡Llevan tanta desgracia dentro...!

¿Y consigue cambiarlos?
Ni Dios puede: nos hizo libres. Sólo cada uno puede cambiarse a sí mismo, si quiere.

¿Y qué gana usted con esta vida?
No hago cosas para ser feliz, ¡soy feliz porque hago cosas! La vida, que es un regalo, ¡la lleno!: intento que sea también un regalo para otros. Mi felicidad es la entrega. Bien me lo dijo una prostituta embarazada...

¿Qué le dijo?
No se creía que hubiese renunciado a los hombres, a tener hijos... Y tras el parto me vio a su lado: "¿Por qué estás aquí?", preguntó. "¡Soy tu amiga!", le dije. Era muy ruda y lloró: "Es que había parido siempre sola... Ahora te entiendo: ¡todos somos tus hijos!".

Bien visto...
Entonces me emocioné yo. "He tenido muchos hombres, pero ahora sé que ninguno me ha querido", añadió.

¿Y nunca riñe usted a nadie?
No. A una chica le advertí que vigilase para no quedarse embarazada de un chico tras haber parido un hijo de otro que se largó... "No, no", me aseguró. Y, ¡pam!, embarazada. Jamás digo: "Ya te lo dije", sino "¿lo quieres tener?". Y sí quiso, y yo la he ayudado.

Y si hubiese preferido abortar, ¿qué?
Pues también la hubiese ayudado y acompañado en todo, por supuesto.

¿Y no la riñe su obispo, la jerarquía?
Antes me amonestaban más, pero yo les decía: "Que yo también soy iglesia, eh".

¿Se nota la llegada del papa Francisco?
Para mí es una gran esperanza: dice lo que muchos decíamos hace años... ¡Lo normal!

¿Cómo se metió en el cuarto mundo?
Primero estuve en el tercer mundo, en Nicaragua. De vuelta aquí, empecé a quitarme el hábito para bajar a la Rambla y ayudar a drogadictos enfermos de sida... Así empecé. Es mi mística, la mística de la calle.

¿Le costó?
Sí, al principio. Un día casi me colapso: bañaba y secaba a un enfermo travesti, y al vestirle, ver todos sus atributos ahí abajo... ¡Buf! Pero pensé: "Jesús ama a esta persona. ¿No voy a amarla yo también?". Y le puse sus braguitas rojas de encaje...

¿Qué ha aprendido de convivir con esos desfavorecidos?
¡De todo! Una prostituta me decía: "Paso de Dios, no me ha dado buena vida. ¡Pero sí rezo a la Virgen!, ¿eh?". Y yo le leí lo que dijo Jesús: "Las prostitutas irán por delante en el Reino de los Cielos". Y ella entonces convino conmigo, a medias: "Eso está bien... ¡pero seguro que se lo enseñó su madre!".

¿Amaría usted también a Bárcenas?
Sí, y quién sabe si devolvería el doble de lo que ha robado, como hizo aquel publicano cuando Jesús le dijo; "¡Sígueme!".

¿Qué espera ahora de la vida?
Morir feliz.

¡Aún falta! La veo muy bien.
Porque duermo muy bien y me río mucho.

¿Qué le dirá a Dios al llegar al cielo?
¿Por qué no me dejaste probar el sexo? ¿Y tener hijos...? ¡Pero estoy contenta, eh! Me ha regalado la felicidad. Y cuanto mayor me hago, más veo que estamos hechos para amar y ser amados: no hay nada más bonito.

¿Y si resultara que no hay cielo?
Haber amado aquí abajo sería suficiente.

martes, 10 de diciembre de 2013

No Te PIERDAS la VIDA que hay antes de la muerte VIVE en PLENITUD




ENFERMERA REVELA LAS DIEZ COSAS QUE LA GENTE MÁS LAMENTA EN SU LECHO DE MUERTE


Durante muchos años he trabajado en cuidados paliativos. Mis pacientes eran los que habían ido a casa a morir. Algunos momentos increíblemente especiales fueron compartidos. Estuve con ellos durante las últimas tres a doce semanas de sus vidas.
La gente madura mucho cuando se enfrentan a su propia mortalidad. Aprendí a nunca subestimar la capacidad de una persona para crecer.  Algunos cambios fueron fenomenales. Cada uno de ellos experimentó una variedad de emociones, como es de esperarse, la negación, el miedo, el enojo, remordimiento, más negación y finalmente la aceptación. Sin embargo, cada paciente encontró su paz antes de partir, cada uno de ellos.
Cuando se le preguntó acerca de los arrepentimientos que tenían o cualquier cosa que haría de manera diferente, los temas comunes surgieron una y otra vez . Éstos son los cinco más comunes:

1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.

Este fue el lamento más común de todos. Cuando las personas se dan cuenta de que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás con claridad, es fácil ver cuántos sueños no se han cumplido. La mayoría de la gente no había cumplido aún la mitad de sus sueños y tenía que morir sabiendo que era debido a las elecciones que habían hecho, o que no hicieron.
Es muy importante tratar de honrar al menos algunos de sus sueños en el camino. Desde el momento en que se pierde la salud , ya es demasiado tarde. La salud conlleva una libertad de la que muy pocos se dan cuenta, hasta que ya no la tienen.

2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro.

Esto salió de cada paciente de sexo masculino que cuidé. Se perdieron la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este pesar. Pero como la mayoría eran de una generación anterior, muchos de los pacientes de sexo femenino no había sido el sostén de su familia. Todos los hombres que cuidé lamentaron profundamente el haber gastado tanto sus vidas en la cinta de una existencia de trabajo.
Al simplificar su estilo de vida y tomar decisiones conscientes en el camino, es posible que no necesite los ingresos que usted cree. Y mediante la creación de más espacio en su vida, usted será más feliz y más abierto a nuevas oportunidades, otras más se compatibles a su nuevo estilo de vida.

3. Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos.

Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que eran realmente capaces de llegar a ser. Muchas enfermedades se desarrollan como un resultado relacionado con la amargura y el resentimiento que cargan.
No podemos controlar las reacciones de los demás. Sin embargo, aunque las personas pueden reaccionar inicialmente al cambiar la forma en que están hablando honestamente, al final se plantea la relación a un nivel completamente nuevo y más saludable. O eso, o soltar las relaciones poco saludable de su vida. De cualquier manera, usted gana.

4. Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos.

A menudo no se dan cuenta realmente de los beneficios de los viejos amigos hasta después de semanas de convalecencia, y no siempre fue posible localizarlos. Muchos de ellos habían llegado a estar tan atrapados en sus propias vidas que habían dejado que amistades de oro se desvanecieran por el paso de los años. Pese a los lamentos profundos acerca de no dar a las amistades el tiempo y el esfuerzo que se merecían. Todo el mundo pierde a sus amigos cuando está muriendo .
Es común para cualquier persona en un estilo de vida ocupado, dejar que las amistades desaparezcan. Pero cuando usted se enfrenta con su muerte de cerca, los detalles físicos de la vida desaparecen. La gente quiere tener sus asuntos financieros en orden si es posible. Pero no es el dinero o el estatus lo que tiene una verdadera importancia para ellos. Quieren poner las cosas en orden más para el beneficio de aquellos a quienes aman. Por lo general, sin embargo, están demasiado enfermos y cansados para manejar esa tarea. Al final todo se reduce al amor y las relaciones. Eso es todo lo que queda en las últimas semanas, el amor y las relaciones.

5 . Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz.

Esta es una sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el final de que la felicidad es una elección. Se habían quedado atrapados en patrones y hábitos antiguos. El llamado “confort” de la familiaridad desbordado en sus emociones, así como su vida física. El miedo al cambio les había hecho vivir fingiendo a los demás, y para su yo, que estaban contenidos. Cuando muy adentro, anhelaban reír de verdad y tener esa estupidez en su vida de nuevo.
Cuando usted está en su lecho de muerte, lo que los demás piensan de ti está muy lejos de tu mente. ¡Qué maravilloso es ser capaz de sonreír otra vez , mucho antes de que te estés muriendo!.
La vida es una elección. Es su vida. Elija conscientemente, elija sabiamente, elija honestamente. Elija felicidad.
6.-No haber Sonreído suficiente

7.-No haber sido lo suficientemente amable.

8.-Valorar más lo que si tenía

La Ternura y la Amabilidad una actividad poco frecuente

Las relaciones humanas no son una ciencia exacta. A menudo andamos a tientas, equivocándonos y volviéndolo a intentar con la secreta esperanza de que esta vez sea la definitiva. Sin embargo, cuando las cosas salen mal, solemos poner la culpa en el otro y nos resulta difícil reconocer nuestra cuota de responsabilidad. Por eso, en esta ocasión me gustaría referirme a determinados hábitos en la forma de comunicarnos que son bastante comunes pero que pueden arruinar una relación de pareja y dar al traste con años de amor.


Los hábitos que no tienen cabida en una relación de pareja sana y madura


1. Menospreciar lo que la otra persona siente. Una de las primeras lecciones que nos enseñan en la carrera de Psicología es a no minimizar los problemas que experimenta la persona que llega a la consulta buscando nuestra ayuda. Decirle que no es nada, que es una tontería, significa partir con el pie erróneo. ¡Porque lo que para nosotros puede ser algo insignificante, para otra persona puede ser muy importante!

Este mismo principio se aplica a las relaciones de pareja: la otra persona tiene sus sentimientos y no tenemos derecho a juzgarlos, menospreciarlos o incluso burlarnos de ellos. Por muy irracionales o absurdos que nos parezcan, debemos intentar ponernos en su lugar para comprender cómo se siente y por qué. Es normal que no compartamos algunos sentimientos con nuestra pareja porque, al fin y al cabo, somos dos personas diferentes, pero tenemos que aprender a respetar las cosas que le resultan importantes.

2. Negar un error. Reconocer un error y disculparnos nos enaltece como personas. Todos nos equivocamos y tenemos derecho a rectificar, si no lo hacemos, estamos enviando el mensaje de que la otra persona no nos importa lo suficiente. 

En una relación de pareja, negarnos a reconocer un error solo puede empeorar el estado de las cosas. A menudo, los dos amantes se convierten en contrincantes espada en mano, dispuestos a batirse en duelo por defender su honor. Cuando este problema se repite con cierta frecuencia, termina desgastando la relación y provocando continuas peleas. Recuerda que un “lo siento” de corazón puede prevenir estos problemas.

3. Hablar de manera sarcástica. Hay personas que usan el sarcasmo como un mecanismo de defensa, para no demostrar lo vulnerables que son. En realidad, se trata de una estrategia errónea porque el sarcasmo siempre transmite desprecio e infravaloración. Por tanto, es uno de los errores que debemos evitar a toda costa en una relación de pareja.

Si no estás dispuesto a demostrar tus debilidades y a abrirte desde el punto de vista emocional con tu pareja es porque algo falla, y el sarcasmo es la voz de alarma que lo indica.

4. Aplazar indefinidamente las discusiones. Cuando la otra persona está muy nerviosa, tensa o irritada, es mejor aplazar las discusiones de pareja. Sin embargo, esta no debe ser la norma y, sobre todo, no se debe apostar por esta estrategia volviendo la espalda y dando un portazo.

Los problemas de pareja se deben hablar, de otra forma, solo se amontonan y minan la relación. Si notas que tu pareja no tiene el estado de ánimo adecuado para discutir, pídele amablemente postergar la conversación para otro momento pero no la dejes con la palabra en la boca porque así solo le estarás diciendo que no te importa lo que tiene que decirte.

5. Realizar gestos de hastío. Nuestra comunicación extraverbal comunica mucho más que nuestras palabras. A menudo no nos damos cuenta pero emitimos muchísimas señales que le indican a nuestra pareja nuestro estado de ánimo y lo que estamos sintiendo y pensando en ese momento. No se trata de que te conviertas en un psicólogo experto en microexpresiones pero sería de gran ayuda que controlases esos gestos que tu pareja te ha señalado en varias ocasiones diciéndote que le molestan.

domingo, 8 de diciembre de 2013

La Importancia de La Inteligencia Emocional

Inteligencia emocional (Daniel Goleman)

La inteligencia emocional nos permite:
  • Tomar conciencia de nuestras emociones.
  • Comprender los sentimientos de los demás.
  • Tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo.
  • Acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo.
  • Adoptar una actitud empática y social que nos brindara mayores posibilidades de desarrollo personal
La Inteligencia Emocional
 -Pensamiento Positivo
 -Nos Juntamos
 -Intensidad
 -Cual es nuestro objetivo
 -Identidad de objetivos

La Inteligencia Emocional

  Es la Energía y las Habilidades que podemos desarrollar para lograr bienestar.

La Inteligencia EMOCIONAL tiene mucho que ver con lo que llamo INTELIGENCIA del CORAZÓN

  Que es además ponerle el Corazón a estas habilidades.
 Hay que desarrollar habilidades emocionales que Goleman y otros han enumerdado.

Y a todo ello hay que añadir el corazón. 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Como reconocer a los Vampiros que nos quitan la ENERGIA

LOS VAMPIROS ENERGÉTICOS
Todo el mundo sabe que existen, pero no siempre les concedemos la importancia que tienen en nuestro pulso emocional.
Este tipo de vampiros no pueblan la noche, sino las mañanas grises de la oficina, o los domingos por la tarde. No chupan nuestra sangre, pero sí las ilusiones que se encargan hábilmente de desactivar. Y ni siquiera son conscientes de ello, ya que creen sinceramente que nos están ayudando.
Podemos definir al vampiro energético como aquella persona en la que dominan los estados mentales negativos, a los que, sin darse cuenta, trata de arrastrar a los demás. Algunas pistas para desenmascararlos:
a) Son personas muy solícitas y de entrada extremadamente amables. Ante cualquier adversidad, serán los primeros en llamar para interesarse por nuestros problemas, aunque luego es raro que los escuchen.
b) A la primera ocasión exponen su drama personal, que monopolizará la conversación durante el contacto.
c) Si les contamos cualquier proyecto ilusionante, expondrán argumentos para que no lo llevemos a cabo, ya que el vampiro energético se compara constantemente con los demás y no quiere que su víctima le aventaje en ningún ámbito.
d) Tienden a censurar y culpar a personas de su entorno inmediato, actitud que muy probablemente tienen con nosotros mismos cuando frecuentan otras compañías.

e) Aunque no contactemos nunca con ellos, 
no se darán por aludidos e insistirán en fijar nuevas citas, ya que se mueven en un círculo social reducido.

f) El signo más universal de que hemos estado con un vampiro energético: 
Un vez concluido el contacto, nos sentimos enormemente fatigados y con el ánimo bajo.

Reconocer a los Vampiros Emocionales

La ecología emocional es un paso más allá de la inteligencia emocional. Mercè Conangla y su compañero Jaume Soler desarrollaron este concepto cuando se dieron cuenta de que padecemos mucha más contaminación emocional que atmosférica.  Si no hemos aprendido a reciclar nuestras emociones pueden suceder dos cosas: o contaminamos nuestro interior con residuos emocionales tóxicos o ensuciamos nuestras relaciones con fugas cargadas de dioxinas.

A través de la ecología emocional han tendido un original puente entre el lenguaje de las emociones y el de la ecología. El resultado: el arte de gestionar la emociones de manera que su energía nos oriente al crecimiento personal y a la mejora de las relaciones.

- Quien trata de conocerse a sí mismo pronto se da cuenta de que somos analfabetos emocionales ¿cómo podemos acercarnos a una forma natural de entender nuestras emociones?
Hay una serie de principios que tendríamos que mostrar a los niños desde pequeños. Por ejemplo, que nos construimos relacionándonos con los demás, que formamos parte de un gran todo. En el que lo que hacemos y lo que dejamos por hacer tiene consecuencias. Tendríamos que decirles a los niños que las emociones no se eligen sino que se sienten. Pero que si que elegimos las conductas a partir de determinada emoción. Es decir, yo no elijo tener ira. Ya que puede existir un recuerdo grabado en mi mente que me genera ira. Yo no tengo control sobre ello, ni tampoco tengo responsabilidad, por lo tanto no tengo que ir disculpándome por sentir esa emoción. Sin embargo, deberíamos diferenciar la conducta a partir de lo que hago yo cuando siento esa ira. Legítimamente puedo enfadarme, pero al elegir la conducta puedo optar por la creatividad o la destructividad. Puedo coger un cuchillo y clavárselo a alguien movido por esa ira. O puedo elegir canalizar la energía de la ira para reparar una injusticia, para hacer ejercicio físico y mejorar mi cuerpo o para quitar hierbajos del huerto de mi casa y así las plantas respiran mejor. Tengo opción.
Hay que explicar a los niños que si bien todas las emociones son legítimas, las conductas tiene que atenerse a unos valores éticos. El hecho de que podamos elegir nuestra conducta nos hace responsables.
- Hay emociones que nos conducen a una conducta destructiva. Cuando se inicia esa emoción y ya sabemos a dónde nos va a llevar. ¿Hay forma de parar esa emoción antes de que se disparé la respuesta negativa?
Tu planteas una de las habilidades que trabaja la inteligencia emocional y que se refiere al autocontrol emocional. Aquí puede radicar el primer equívoco ya que podemos confundir autocontrolar con reprimir. Podemos imaginar una línea, en un extremo está la represión. Es decir, yo siento pero me lo guardo todo dentro y no admito la legitimidad de sentir eso porque queda mal o porque me han dicho que no me puedo enfadar o porque no es admisible sentir celos. Pero como no puedo evitar sentirlos, los reprimo y me los guardo dentro. Sabemos que funcionando así, sin canalizar la emoción ni darle una salida y desprendernos de ella se vuelve tóxica en nuestro interior. La ira reprimida puede convertirse en rabia y la rabia transformarse en rencor, y el rencor en resentimiento y el resentimiento en odio. Es una cascada emocional tóxica. Sin duda, es una mala opción.
En el otro extremo de la línea está la explosión emocional. En este caso podemos hablar de incontinencia emocional. Siento algo y lo suelto sin importarme a quién le suelto este tóxico. He tenido un mal día en el trabajo, me he enfadado con varias personas y estoy tenso. Cuando llego a casa mi hijo pequeño me dice algo, le grito y le suelto toda la carga tóxica. No es legítimo descargar tu basura emocional de esta forma y contaminar tu entorno. Cada persona es responsable de sus emociones y tiene que encontrar la mejor vía para darles la salida.

- ¿Y dónde está el punto de equilibrio entre los extremos de la represión y la incontinencia emocional?
Para encontrarlo el primer paso consiste en aprender a dar nombre a lo que yo siento. Aquí empieza el primer lío: te preguntas cómo te sientes y la respuesta es “fatal”. Pero “fatal” no es una emoción; no se puede gestionar un “fatal”, tengo que darle el nombre apropiado. Debemos dar nombre a lo que contiene ese “fatal”. Por ejemplo, ese “fatal” podría indicar que estoy muy enfadado o que estoy triste o frustrado. A partir de ahí podemos transformar y gestionar las emociones. El siguiente paso es aprender que cada emoción nos da un mensaje. El miedo nos dice algo, la ira nos dice otra cosa. Por ejemplo, la ira nos dice que tenemos un obstáculo que nos impide ir hacia donde nos dirigimos. Alguien o algo no ha puesto un obstáculo en nuestro camino y la ira es un mecanismo natural para tratar de sobrepasar este obstáculo o quitarlo de en medio. Tiene una utilidad inicial. Podemos elegir entre agredir a quien nos ha puesto el obstáculo o emplear la creatividad.
- Para poner un ejemplo práctico, ¿qué puede hacer una persona que está raptada por un sentimiento de celos?
Si alguien está raptado quiere decir que la parte emocional del cerebro ha tomado el control de la conducta. Es imposible en ese momento utilizar argumentos racionales. Cuando estamos ante una persona así a veces es conveniente el silencio porque no es capaz de gestionar nada y podemos empeorar las cosas. En el territorio emocional, hay que trabajar con prevención. Es decir, no podemos esperar a estar en medio de un caos para empezar a trabajar estas habilidades.Lo mejor es aprender fórmulas que nos van a permitir ante una situación de crisis o de emergencia tener una estrategia que no sea destructiva.
- Otra tendencia podría ser desconectarse de las emociones e irse a un plano intelectual. ¿Cómo se puede volver a sentir las emociones después de haber estado un tiempo largo desconectado de ellas?
Es un proceso lento. Depende de la duración del periodo y del motivo de la desconexión, pero hay un fenómeno que podríamos llamar la desertificación emocional en la que la persona, para protegerse de una situación muy dura en la que ha sufrido mucho, ha bloqueado toda vida posible para no permitir que le dañen más. No entra el dolor, pero tampoco entra el amor. Y esta persona se encuentra muy sola. Tampoco es una buena estrategia. Para recuperarse hay que volver a sembrar en un desierto. Hay que poner una buena tierra, y hacer un trabajo de crecimiento personal que te vuelva a reconectar contigo mismo, para que te puedas preguntar: ¿quién soy?, ¿con qué recursos cuento, ¿cuáles son mis cualidades?. Lo más importante es trabajar con los recursos que cuentas.
- ¿Y cómo puede saber una persona con qué recursos cuenta?
Un buen ejercicio es hacer una lista de qué cosas valoras de tu persona. ¿Cuáles son tus mejores cualidades?. El primer paso es conectarse con uno mismo y a partir de allí podemos volver a establecer relaciones.
- Esto que estás diciendo tiene mucho que ver con el concepto de la resiliencia, que es la capacidad de un sistema de recibir un shock y además de recuperarse incorporar habilidades nuevas.
Sí, utilizamos mucho el concepto de resiliencia que Boris Cyrulnik definió. Uno de los factores que permiten a una persona ser resiliente es que cuente en su alrededor con modelos humanos diferentes a los que le causaron el trauma. Por ejemplo, si un niño ha sido abandonado, son muy importantes algunas personas como una vecina que le da la merienda o un profesor que le valora de una manera especial. En ecología emocional son lo que llamamos vitaminas emocionales. Son aspectos muy sencillos y muy fáciles de poder suministrar. Nosotros valoramos mucho el concepto de resiliencia. Es muy poderoso. Proponemos un modelo de educación que reúna las siguientes características: creatividad, amorosa, pacífica y autónoma. Si introducimos estos conceptos en la educación, haremos que nuestros niños sean resilientes. Y los adultos que estamos educando tenemos que darle a los niños estos nutrientes. De lo contrario, no estarán emocionalmente educados.
- ¿Cómo se conectan las emociones con el cuerpo?
Todos los planos están interconectados. Por ejemplo, a partir de una creencia desajustada, tienes una repercusión emocional. Algunas creencias nos provocan miedo y el miedo nos bloquea. A partir de una creencia se mueve una emoción y a partir de la emoción generamos una conducta. Por otra parte, muchas enfermedades psico-somáticas: úlceras de estómago, algunos problemas cardiacos, migrañas, pueden tener como causa una gestión poco adaptativa. Como seres holísticos que somos, si hay algún desajuste en el sistema, tanto emocional como en las creencias, el sistema se resentirá.
- Muchas veces 
buenos proyectos sociales no se pueden llevar a cabo por las dificultades emocionales de los individuos que los forman y que impide la colaboración. ¿Cómo se puede trabajar el mundo emocional dentro de los proyectos colaborativos?

Cuando yo formo parte de un grupo, llevo conmigo mi propia mochila de experiencias, vivencias, miedos, creencias. Todo ello está más o menos ajustado o desajustado y a partir de ahí entro en relación. La cosa solo funcionará si cada una de las personas con las que vamos a trabajar en equipo nos autogestionamos a nivel de emociones y de creencias. Si cada uno está en un proceso constante de automejora, cada vez que nos encontremos nos sentiremos menos necesitados, ni seremos vampiros emocionales. Compartiremos unos valores que nos permitirán colaborar. Es a partir del crecimiento individual que es posible el crecimiento del grupo. Cuando esto no es así, reproducimos en el grupo nuestros procesos personales. Por ejemplo, si una persona no es capaz de perdonarse a sí misma, no será capaz de perdonar. La persona que es auto-exigente en exceso será excesivamente exigente con los demás. La persona que acumula ofensas acaba ofendiendo. Lo interior se refleja en el exterior, y a la vez lo exterior afecta al interior. La opción que yo propongo es mejorando uno mismo el mundo mejora. Porque lo que somos nosotros, eso es el mundo. Es nuestra libertad y nuestra responsabilidad estar bien para que el mundo esté bien.
¿Cuál fue el clic para conectar el mundo ecológico con el mundo emocional?
Llegamos a la conclusión de que actualmente padecemos más contaminación emocional que atmosférica. Y después de mucha reflexión nos dimos cuenta de que el lenguaje que se utilizaba en el mundo de la ecología: reciclaje, respeto, gestión de residuos, etc., era muy similar a lo que nosotros veíamos que había que hacer con las emociones. Empezamos a revisar los conceptos de la ecología y analizábamos si eran traspasables al mundo emocional. Descubrimos que era una metáfora muy didáctica, creativa y fácil de entender y explicar.
¿Por qué crees que cada vez más gente quiere conocer su interior y dominar mejor las emociones?
Por necesidad, por intuición, por inteligencia, porqué el hecho de no hacerlo y continuar dejándonos llevar por impulsos primarios o reprimiendo nuestro sentir sólo nos lleva a la autodestrucción y a la destrucción colectiva. Tenemos sobradas pruebas de ello: aumento de la agresividad (insultos, agresiones físicas, psíquicas y morales), estrés, aumento de patología ansioso-depresiva…
Porqué llega el momento de efectuar cambios preventivos en lugar de esperar ha “tener que” realizar cambios catastróficos cuando ya quizás sea tarde. Necesitamos un modelo humano psicoecoafectivo de personas que trabajan para conseguir un espacio interior armónico en el cual razón y emoción trabajen en equipo; una persona que proyecte esta armonía interior en acciones más empáticas, generosas y solidarias hacia los demás y el mundo.
¿Cómo imaginas que sería el mundo si todos hiciéramos este trabajo que propones?
No tendría nada que ver con el mundo que tenemos ahora. Sería la gran utopia alcanzada. Seríamos personas más felices y mejores personas con los demás. Ahora mucha gente se siente desgraciada y acaba siendo agresiva con los demás. Sería un mundo con más creatividad, una creatividad bien canalizada, un mundo donde las cosas no se resolverían con la acción violenta sino con el diálogo. El mundo natural también estaría mucho mejor porque cuando estás bien contigo mismo cuidas mejor el mundo natural. Estoy convencida de que los problemas medioambientales mejorarían. Si mejoramos la gestión emocional de cada uno, estaríamos en un mundo mucho mejor.

lunes, 30 de septiembre de 2013

La Busqueda de la Felicidad

La búsqueda de la felicidad es un tema que ha preocupado al hombre desde siempre, aunque es difícil dar con claves que, como imperativos categóricos, nos conduzcan a todos por el camino feliz. Amén de los libros de autoayuda más simplones, recogemos aquí algunas obras que han intentado, basándose en la psicología, la neurociencia o la filosofía contemporánea, hallar la manera de —si no ser felices— evitar, al menos, el sufrimiento.
The Happiness Hypothesis: Finding Modern Truth in Ancient Wisdom,  de Jonathan Haidt
Filósofos, profetas y científicos se han preguntado innumerable veces qué es lo que nos hace felices. La pregunta es tan antigua como el ser humano. En este libro, el profesor de psicología Jonathan Haidt desentierra diez teorías de la felicidad de diferentes pensadores del pasado, como PlatónJesús oBuda. Sorprende observar la gran cantidad de líneas comunes. Entre ellas, la de cargarse la disyuntiva entre emoción y razón:
La racionalidad humana depende fundamentalmente de una sofisticada emotividad. Es sólo porque nuestros emocionales cerebros funcionan bien que nuestro razonamiento puede funcionar”.
Haidt lleva este ambicioso análisis del pensamiento filosófico a través de los siglos y lo examina partiendo de la psicología moderna, obteniendo así una serie de pistas que pueden mejorar la felicidad del hombre. En español se publicó como La hipótesis de la felicidad (Gedisa, 2010).
Stumbling On Happiness, de Daniel Gilbert
Este libro fue publicado en 2007 por el psicólogo de Harvard Daniel Gilbert, y en los años siguientes se convirtió en el libro más divulgativo y con una mejor investigación, cautivando a todo aquel que se interesaba por el complicado arte de ser feliz. En español se llamó Tropezar con la felicidad (Destino, 2006).
Se exponen con ingenio y rigor científico las muchas ideas equivocadas que tenemos sobre la felicidad, los trucos que nuestra mente lleva a cabo para obtenerla y las increíbles limitaciones de nuestra imaginación.
Según ha afirmado Gilbert, “tenemos en nuestro interior la capacidad de fabricar eso mismo que estamos persiguiendo constantemente”. 
The Art of Happiness, del XIV Dalai Lama
Las disciplinas académicas son una fuente de iluminación que no debemos ignorar sobre este tipo de temas, pero sería absurdo ignorar siglos y siglos de tradición espiritual. En este contexto cultural, y en lo que a la búsqueda de la felicidad se refiere, es muy relevante la figura del Dalai Lama.
The Art of Happiness es una articulación histórica de la filosofía de la paz y la compasión como base de la felicidad. Escrita por Gyatso, el XIV Dalai Lama, ha servido como una guía para el bienestar a través de la felicidad espiritual. En palabras del autor: “Si quieres que los demás sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú, practica la compasión”.
El libro capta con una elocuente simplicidad el punto más importante de todos: la felicidad, como cualquier arte, requiere un estudio laborioso y una práctica disciplinada. En español conservó el título original, El arte de la felicidad(Kailas, 2004).
Happiness: A Guide to Developing Life’s Most Important Skill, de Matthieu Ricard
El autor de este libro es Matthieu Ricard, un científico francés que se convirtió en monje budista, por lo que su visión intelectual es completa y curiosa. Hijo del famoso filósofo francés François Revel, Ricard obtuvo su título especializándose en genética molecular. No obstante, tras licenciarse decidió apartarse de la carrera científica y se dio devotamente al estudio del budismo. Su científico interior permanece, sin embargo, bien despierto mientras él desarrolla un sagaz interés en los efectos neurológicos de la meditación y el entrenamiento de la inconsciencia.
En este libro condensa veinticinco siglos de tradición espiritual budista, basándose en la neurociencia y en los resultados más convincentes de la psicología cognitiva occidental. Presenta una inteligente y renovadora visiónde cómo integrar corazón y mente en un camino genuino de satisfacción psico-emocional. En español se llamó En defensa de la felicidad (Urano, 2005).
The Happiness Project: Or, Why I Spent a Year Trying to Sing in the Morning, Clean my Closets, Fight Right, Read Aristotle, and Generally Have More Fun, de Gretchen Rubin
En una tarde lluviosa de 2006 Gretchen Rubin, escritora en la New York Time Magazine, tuvo una de esas epifanías sobre la fugacidad de la vida y la importancia de saborear el momento: un carpe diem vivido con suma intensidad. En lugar de tomárselo como una perogrullada y dejarlo caer en el olvido, Rubin lo convirtió en un experimento. Así, se dispuso a probar montones de teorías de la humanidad acerca de lo que nos hace felices, desde las filosofías más antiguas hasta las recetas de cultura pop de los últimos tiempos o los últimos estudios científicos.
Dio parte de su experiencia en su blog y finalmente lo contó todo en este libro, un entretenido e iluminador testimonio de su experiencia, los momentos más raros y los sucesos más sorprendentes. Se trata de una guía personal para crecer muy original. En español se llamó Objetivo: Felicidad (Urano, 2010).
Authentic Happiness: Using the New Positive Psychology to Realize Your Potential for Lasting Fulfillment, de Martin Seligman
El autor de este libro es Martin Seligman, psicólogo de gran influencia en la floreciente corriente de la psicología positiva, un potente antídoto contra el “modelo de la enfermedad” tradicional en psicología, que se centra en cómo aliviar el sufrimiento en lugar de en cómo ampliar el bienestar.
El libro ofrece una serie de claves para aprovechar nuestros puntos fuertes y hacer las interacciones cotidianas más plenas. Se completa con una serie de herramientas de evaluación y auto-test que hallan su origen en la ciencia cognitiva y la investigación de la psicología conductual.
Según ha dicho el propio Seligman: “Aliviar los estados que hacen la vida miserable ha hecho que construir los estados que hacen que la vida valga la pena quede relegado a un segundo plano. Ha llegado el momento de una ciencia que trate de entender la emoción positiva, construir la fuerza y la virtud y proporcionar guías para encontrar lo que Aristóteles llamó ‘la buena vida’”.
En español se tituló La auténtica felicidad (Ediciones B, 2005).
The Gifts of Imperfection: Let Go of Who You Think You’re Supposed to Be and Embrace Who You Are,  de Brené Brown
Brené Brown es una socióloga poco corriente. Se hace llamar, con bastante exactitud, “investigadora-cuentacuentos”. Su influyente investigación acerca de la vulnerabilidad, la vergüenza y la empatía ha ayudado a entender la intrincada dimensión de la autenticidad y el valor humanos; lo que ella llama ‘wholeheartedness’, “todocorazonalidad” (?).
Éste es su libro más reciente, y no es la biblia de autoayuda que cabría esperar por culpa de su título. Se trata, más bien, de un conjunto de conocimientos sobre la salud emocional y el equilibrio psicológico que parte deuna serie de rigurosas investigaciones, aplicadas de manera profundamente humana.
The Gifts of Imperfection examina una de las bases de la felicidad, nuestro sentimiento de una necesidad de pertenecer, para con los demás y para con nosotros mismos. Además, le da a ello un nivel de autenticidad y comprensión que cambia de manera fundamental el modo en que nos comunicamos con nosotros mismos y con los demás. En español se publicó como Los dones de la imperfección (Gaiga, 2012).