lunes, 30 de septiembre de 2013

La Busqueda de la Felicidad

La búsqueda de la felicidad es un tema que ha preocupado al hombre desde siempre, aunque es difícil dar con claves que, como imperativos categóricos, nos conduzcan a todos por el camino feliz. Amén de los libros de autoayuda más simplones, recogemos aquí algunas obras que han intentado, basándose en la psicología, la neurociencia o la filosofía contemporánea, hallar la manera de —si no ser felices— evitar, al menos, el sufrimiento.
The Happiness Hypothesis: Finding Modern Truth in Ancient Wisdom,  de Jonathan Haidt
Filósofos, profetas y científicos se han preguntado innumerable veces qué es lo que nos hace felices. La pregunta es tan antigua como el ser humano. En este libro, el profesor de psicología Jonathan Haidt desentierra diez teorías de la felicidad de diferentes pensadores del pasado, como PlatónJesús oBuda. Sorprende observar la gran cantidad de líneas comunes. Entre ellas, la de cargarse la disyuntiva entre emoción y razón:
La racionalidad humana depende fundamentalmente de una sofisticada emotividad. Es sólo porque nuestros emocionales cerebros funcionan bien que nuestro razonamiento puede funcionar”.
Haidt lleva este ambicioso análisis del pensamiento filosófico a través de los siglos y lo examina partiendo de la psicología moderna, obteniendo así una serie de pistas que pueden mejorar la felicidad del hombre. En español se publicó como La hipótesis de la felicidad (Gedisa, 2010).
Stumbling On Happiness, de Daniel Gilbert
Este libro fue publicado en 2007 por el psicólogo de Harvard Daniel Gilbert, y en los años siguientes se convirtió en el libro más divulgativo y con una mejor investigación, cautivando a todo aquel que se interesaba por el complicado arte de ser feliz. En español se llamó Tropezar con la felicidad (Destino, 2006).
Se exponen con ingenio y rigor científico las muchas ideas equivocadas que tenemos sobre la felicidad, los trucos que nuestra mente lleva a cabo para obtenerla y las increíbles limitaciones de nuestra imaginación.
Según ha afirmado Gilbert, “tenemos en nuestro interior la capacidad de fabricar eso mismo que estamos persiguiendo constantemente”. 
The Art of Happiness, del XIV Dalai Lama
Las disciplinas académicas son una fuente de iluminación que no debemos ignorar sobre este tipo de temas, pero sería absurdo ignorar siglos y siglos de tradición espiritual. En este contexto cultural, y en lo que a la búsqueda de la felicidad se refiere, es muy relevante la figura del Dalai Lama.
The Art of Happiness es una articulación histórica de la filosofía de la paz y la compasión como base de la felicidad. Escrita por Gyatso, el XIV Dalai Lama, ha servido como una guía para el bienestar a través de la felicidad espiritual. En palabras del autor: “Si quieres que los demás sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú, practica la compasión”.
El libro capta con una elocuente simplicidad el punto más importante de todos: la felicidad, como cualquier arte, requiere un estudio laborioso y una práctica disciplinada. En español conservó el título original, El arte de la felicidad(Kailas, 2004).
Happiness: A Guide to Developing Life’s Most Important Skill, de Matthieu Ricard
El autor de este libro es Matthieu Ricard, un científico francés que se convirtió en monje budista, por lo que su visión intelectual es completa y curiosa. Hijo del famoso filósofo francés François Revel, Ricard obtuvo su título especializándose en genética molecular. No obstante, tras licenciarse decidió apartarse de la carrera científica y se dio devotamente al estudio del budismo. Su científico interior permanece, sin embargo, bien despierto mientras él desarrolla un sagaz interés en los efectos neurológicos de la meditación y el entrenamiento de la inconsciencia.
En este libro condensa veinticinco siglos de tradición espiritual budista, basándose en la neurociencia y en los resultados más convincentes de la psicología cognitiva occidental. Presenta una inteligente y renovadora visiónde cómo integrar corazón y mente en un camino genuino de satisfacción psico-emocional. En español se llamó En defensa de la felicidad (Urano, 2005).
The Happiness Project: Or, Why I Spent a Year Trying to Sing in the Morning, Clean my Closets, Fight Right, Read Aristotle, and Generally Have More Fun, de Gretchen Rubin
En una tarde lluviosa de 2006 Gretchen Rubin, escritora en la New York Time Magazine, tuvo una de esas epifanías sobre la fugacidad de la vida y la importancia de saborear el momento: un carpe diem vivido con suma intensidad. En lugar de tomárselo como una perogrullada y dejarlo caer en el olvido, Rubin lo convirtió en un experimento. Así, se dispuso a probar montones de teorías de la humanidad acerca de lo que nos hace felices, desde las filosofías más antiguas hasta las recetas de cultura pop de los últimos tiempos o los últimos estudios científicos.
Dio parte de su experiencia en su blog y finalmente lo contó todo en este libro, un entretenido e iluminador testimonio de su experiencia, los momentos más raros y los sucesos más sorprendentes. Se trata de una guía personal para crecer muy original. En español se llamó Objetivo: Felicidad (Urano, 2010).
Authentic Happiness: Using the New Positive Psychology to Realize Your Potential for Lasting Fulfillment, de Martin Seligman
El autor de este libro es Martin Seligman, psicólogo de gran influencia en la floreciente corriente de la psicología positiva, un potente antídoto contra el “modelo de la enfermedad” tradicional en psicología, que se centra en cómo aliviar el sufrimiento en lugar de en cómo ampliar el bienestar.
El libro ofrece una serie de claves para aprovechar nuestros puntos fuertes y hacer las interacciones cotidianas más plenas. Se completa con una serie de herramientas de evaluación y auto-test que hallan su origen en la ciencia cognitiva y la investigación de la psicología conductual.
Según ha dicho el propio Seligman: “Aliviar los estados que hacen la vida miserable ha hecho que construir los estados que hacen que la vida valga la pena quede relegado a un segundo plano. Ha llegado el momento de una ciencia que trate de entender la emoción positiva, construir la fuerza y la virtud y proporcionar guías para encontrar lo que Aristóteles llamó ‘la buena vida’”.
En español se tituló La auténtica felicidad (Ediciones B, 2005).
The Gifts of Imperfection: Let Go of Who You Think You’re Supposed to Be and Embrace Who You Are,  de Brené Brown
Brené Brown es una socióloga poco corriente. Se hace llamar, con bastante exactitud, “investigadora-cuentacuentos”. Su influyente investigación acerca de la vulnerabilidad, la vergüenza y la empatía ha ayudado a entender la intrincada dimensión de la autenticidad y el valor humanos; lo que ella llama ‘wholeheartedness’, “todocorazonalidad” (?).
Éste es su libro más reciente, y no es la biblia de autoayuda que cabría esperar por culpa de su título. Se trata, más bien, de un conjunto de conocimientos sobre la salud emocional y el equilibrio psicológico que parte deuna serie de rigurosas investigaciones, aplicadas de manera profundamente humana.
The Gifts of Imperfection examina una de las bases de la felicidad, nuestro sentimiento de una necesidad de pertenecer, para con los demás y para con nosotros mismos. Además, le da a ello un nivel de autenticidad y comprensión que cambia de manera fundamental el modo en que nos comunicamos con nosotros mismos y con los demás. En español se publicó como Los dones de la imperfección (Gaiga, 2012).

viernes, 27 de septiembre de 2013

Educados Para EL ESFUERZO

Educados para ganar
Ganar, ganar y ganar. Una generación educada para el éxito, como aseguró hace unos días Iker Casillas, capitán de la selección española de fútbol. Es la frase que resume el espíritu de una hornada de deportistas, de la que son un claro ejemplo Rafa Nadal o el piloto Fernando Alonso, que no se rinden jamás y no dan un partido o una carrera por perdida. Y el secreto no es otro que el duro trabajo y la perseverancia para saber estar siempre ahí, para aprovechar cualquier golpe de suerte. "Es importante tener ese espíritu ganador, colaborador y de creer en lo que se hace", dice la socia y directora de la consultora Be-Up, Pilar Jericó.
Con hambre de triunfo salen nuestros deportistas al terreno de juego. Son un ejemplo para una generación de jóvenes con un futuro incierto. El éxito de la selección de fútbol se debe a una serie de valores que también se encuentran en las empresas con renombre. Según los expertos en relaciones laborales de la compañía de recursos humanos AgioGlobal, cualquier organización que busque notoriedad debe aplicar los mismos valores que se aprecian en La Roja: un claro ejemplo de superación y trabajo en equipo para conquistar la Eurocopa y la Copa del Mundo.
Es más, varios estudios reflejan un denominador común detrás del fracaso empresarial: la falta de valores compartidos por los empleados. Por ello, todas las compañías que quieran mejorar el rendimiento, la productividad y el estado de ánimo de los trabajadores para lograr el éxito deberían fomentar la cultura del esfuerzo, la confianza, el respeto y la ilusión por ganar.
Son un ejemplo para una generación de jóvenes con un futuro incierto
A Diego Vicente, profesor de Comportamiento Organizacional de IE Business School, no le cabe la menor duda de que las empresas españolas deberían adoptar la actitud de los deportistas. "Han de coger nuevas ideas y formas de hacer, tanto del seleccionador como de los jugadores. A la selección le daría la categoría de equipo de trabajo con mayúsculas. Y Vicente del Bosque es un buen facilitador, no estorba, allana el terreno y sabe potenciar el talento de los jugadores y su humildad, una de las asignaturas pendientes de las compañías", asegura este docente.
En cuanto al equipo, Vicente señala cinco valores que han llevado al éxito a La Roja y de los que también deberían de tomar nota las empresas. "Los jugadores no son cortoplacistas, tienen un estilo propio que les define y la paciencia necesaria para que este diera sus frutos. Además hay que valorar la celebración de los éxitos, algo de lo que deberían aprender las empresas, que más bien enganchan un proyecto con otro sin celebrarlo", señala el profesor del IE.
También son generosos, añade Pilar Jericó, "el gesto de Torres cediéndole a Mata el balón para que marcara el cuarto gol es de una profunda generosidad", afirma esta experta en liderazgo y talento. Este valor también lo destaca la presidenta de Manpower, Carmen Mur, quien valora la capacidad de este equipo tan diverso para trabajar por un objetivo común dejando a un lado intereses particulares. "Lo prioritario es el colectivo por encima de individualidades y de egos, y eso es lo más importante que han de tener las empresas, sobre todo hoy día, cuando hay que sortear tantas dificultades", señala esta ejecutiva.
El profesor de IE Business School agrega además el conformismo de los jugadores que no pudieron debutar en ningún partido de la pasada Eurocopa y "el buen equipo de profesionales que permanecieron en la sombra" tras los jugadores titulares que sí saltaron al terreno de juego. "Todos estos valores dicen más del carácter de los futbolistas como personas que como profesionales", sostiene Diego Vicente.
Quienes también tienen claro que una mentalidad ganadora conduce al éxito son Unai Emery, exentrenador del Valencia, y Juan Carlos Cubeiro, socio director de Ideo, autores del libro Mentalidad ganadora, donde se dan las claves para triunfar en el fútbol, pero también en el trabajo y en la vida. "Ganar, ganar y ganar. Para ganar en el campo, primero hay que ganar en la mente, y para eso la confianza es absolutamente vital. Por eso los entrenadores deben generar confianza".
Frente al pesimismo, el estancamiento de algunas empresas o el "egoísmo y la búsqueda de resultados a corto plazo", todos los expertos consultados por este diario abogan por una mentalidad ganadora, por "el análisis, la humildad, el optimismo, la asertividad, el trabajo, el compromiso, la superación, la entrega, la autocrítica, la escucha, la amabilidad, el respeto, la didáctica, la responsabilidad, la innovación y el autocontrol".
El director general de Deusto Business School, Manuel Escudero, añade dos elementos más de los que tomar nota: la innovación y la cooperación. "La Roja ha encontrado un nuevo modelo de jugar al fútbol que se ha revelado como exitoso, el sistema del toque con el que se va construyendo. Esta innovación presupone el trabajo conjunto en equipo, es un liderazgo compartido. Es cooperar para competir. La cooperación es un medio para conseguir el fin de la competitividad", manifiesta Escudero. En cuanto a la gestión de Vicente del Bosque, Escudero le define como "líder reflexivo que impulsa al equipo, algo que sirve para el fútbol y para la empresa".
El director de la Oficina de Trabajo de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC), Josep Ginesta, destaca el esfuerzo y la disciplina, y el hecho de que convivir en un entorno positivo "hace que se dejen de lado las diferencias".
La generación de deportistas en activo tiene una mentalidad abierta, con capacidad para llevar el ingenio adelante, algo que sería muy deseable que ocurriera en otros ámbitos y disciplinas. Ginesta destaca el desparpajo, por ejemplo, de Jordi Alba, nuevo jugador del FC Barcelona, durante la Eurocopa, donde demostró tener "talento y ganas", y todo ello fluye en organizaciones creativas, con ganas de innovar y que confían en la gente. Sin embargo, uno de los grandes problemas de la cultura corporativa de la mayoría de las empresas es el encorsetamiento. Y que son reacias al cambio. "Les cuesta que aflore la creatividad y el talento y apuestan por lo que siempre han hecho", dice el portavoz de la UOC.
En el mundo empresarial es importante dejar de lado todo aquello que aleja a los profesionales para centrarse en aquello que les une, que les hace equipo. "En la Eurocopa hemos visto que ha habido momentos tensos, que podían haber enturbiado el ambiente, pero el espíritu de este equipo ha hecho que eso no pasara", apunta Ginesta.
Eso mismo es lo que le sucede ahora a Fernando Alonso, que siempre ha vivido la cultura del esfuerzo, ha suavizado su carácter y trabaja para mejorar los resultados de Ferrari. Jamás da una carrera por perdida, como demostró en el Gran Premio de Valencia. También a Rafa Nadal, un luchador que pelea hasta la última bola. Es la cultura de la superación, a partir del esfuerzo y del sacrificio.

Gestión. Un "liderazgo del falso 9"

La Roja ha sido un ejemplo de liderazgo y de trabajo en equipo que encierra lecciones para empresas y otras organizaciones. O lo que es lo mismo, "liderazgo del falso 9", asegura el rector de George Mason University, Ángel Cabrera.
La Roja es un equipo sin una estrella, en la que el conjunto prevalece por encima de las individualidades, lo que consigue que al final todos sean estrellas. "En lugar de confiar en un supergoleador, el típico delantero centro con el número 9, siete jugadores consiguieron marcar (10 si se considera la tanda de penaltis contra Portugal)", agrega.
En vez de buscar la jugada individual, el equipo se "obsesiona por el pase, por apoyar a otros, ayudar al compañero a que tenga éxito", destaca Cabrera, que alaba el gesto de Torres que renuncia a ser el pichichi del campeonato y en su lugar cede el pase final a Mata. "Lo que consigue para el equipo es mucho más profundo que la gloria personal que le habría supuesto su gol", prosigue Cabrera, para quien este tipo de liderazgo del falso 9 requiere de un entrenador único, como Vicente del Bosque, que sirve como ejemplo y guía a los jugadores.
"Es un entrenador humilde, generoso en el triunfo y con el coraje de asumir los problemas como suyos. No busca brillar pero es el entrenador más brillante de la historia", dice Ángel Cabrera.

jueves, 26 de septiembre de 2013

SERGIO FERNANDEZ nos Explica los 4 Acuerdos de Miguel Ruiz

Tras unos cuantos meses de barbecho de actividad bloguera… retomo mi participación en Pensamiento Positivo. Y lo hago con buenas noticias: aún nos quedan algunos programas por subir de la última temporada de Pensamiento Positivo. Hoy comparto el programa de Los cuatro acuerdos, con entrevista a Miguel Ruiz.
Como ya sabes, sostengo que una vida sin buenos libros sería algo muy parecido a la vida, pero que difícilmente podría ser considerada como tal. Cuando pienso en la lista de libros que más han influído para configurar la persona que hoy soy, sin duda me viene a la cabeza el libro Los cuatro acuerdos.
Los cuatro acuerdos es un libro basado en la sabiduría tolteca que su autor, Miguel Ruiz, ha divulgado al gran público con una magistral cercanía y con ello ha facilitado el camino de la felicidad a muchas personas, empezando por mi mismo.
Los toltecas sostienen que observamos y por tanto vivimos la vida a través de acuerdos, que son como ideas o creencias que tenemos de la realidad y que así como sean estos así será la calidad de la vida que tengamos y proponen que integremos estos cuatro acuerdos, que son sabiduría en estado puro:
Se impecable con tus palabras. Las palabras crean realidades y son quizá la herramienta más poderosa que tenemos como ser humano y según como las empleemos te liberarán o esclavizarán.
- No te tomes nada personalmente. Consiste en comprender que nada de lo que los demás hacen lo hacen por tí. Cada uno de nosotros vive en su propio sueño y los demás viven en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros. Piensen lo que piensen los demás o digan lo que digan siempre se refieren a ellos mismos y no a ti.
- No hagas suposiciones. El problemas de las suposiciones es que al hacerlas creemos que lo que suponemos es cierto. Juraríamos que aquello que suponemos es real. Hacemos suposiciones para satisfacer nuestra necesidad de saber y reemplazar nuestra necesidad de comunicarnos.
- Haz siempre lo máximo que puedas. Bajo cualquier circunstancia haz siempre lo máximo que puedas, ni más ni menos, aunque esto variará de un momento a otro. Si siempre obras así, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno. Pero sobre todo, si haces lo máximo que puedas en cada ocasión vivirás con gran intensidad porque actuarás sólo por el placer de hacerlo, sin esperar recompensa a cambio.
Espero que disfrutes de la entrevista con Miguel Ruiz y con su hijo José Ruiz, autor de El quinto acuerdo.
Sergio Fernández

lunes, 23 de septiembre de 2013

Mejora TU Autoestima

La falta de autoestima tiene muchos disfraces. A menudo las personas que la sufren solo saben afirmarse de forma hostil: mostrándose distantes o tajantes. Por otra parte, las personalidades narcisistas denotan en realidad una hipertrofia de autoestima, contrariamente a lo que pudiera parecer.
En otras ocasiones, las personas se construyen un “super yo” como personaje social para proteger su fragilidad. Se imponen a los demás como mecanismo de protección. Y otras, muestran esa imagen superior de cara al exterior para evitar cuestionarse o tener que aceptar los propios límites y las inquietudes que les asaltan.
Cuando la persona trata de amoldarse a los códigos de la mayoría, a menudo demuestra una baja autoestima, pues necesita de la aprobación ajena para sentirse importante. Cuando la obsesión está en destacar por encima o ajustarse a una minoría, suele significar que la persona tiene una autoestima frágil. ¿Lo ideal? Ser capaz de que te importe poco lo que los demás piensen de ti y que te concedan o no su aprobación. La guía en la vida debe provenir del interior, no de las reglas de los demás.

50 Razones Para TRIUNFAR

éxito

POR  • 25 DE MAYO 2013 • UNCATEGORIZED • COMENTARIOS (0) • 170
Algunas personas no, algunas personas tienen éxito, y algunas personas nunca se tratan en absoluto. ¿Por qué es exactamente lo que algunas personas tienen tanto éxito y otros no?
Soy un firme creyente de que se puede aprender mucho sobre el éxito observando a otros que ya han estado allí y lo lograron. Es probablemente la misma razón por la que me gusta publicar citas inspiradoras sobre el éxito y la vida de las celebridades, políticos, empresarios y otras personalidades importantes.
Aunque hay un montón de cosas que van a convertirse en un éxito, aquí están 7 razones por las que he identificado por qué la gente a tener éxito.

Tu creas tu día tu creas tu vida
 Cada uno de nosotros creamos nuestra vida.


Disfruta de lo que haces

Disfruta de todo lo que haces.
Es vital para tener éxito!!!



Equipo Ganador
Es importante hacer un equipo ganador
Es imprescindible.
Nadie consigue nada si no esta bien rodeado.
Bien apoyado
Bien guiado

Ellos tienen el deseo.

En el Eric Thomas video motivacional que he publicado antes, Thomas comparte la historia de la niña está comenzando y el gurú. El gurú de la historia le dice al niño, "Si quieres el éxito tan malo como usted quiere respirar, entonces usted va a tener éxito."
La cosa es que muchas personas simplemente desean ser exitosos. Es sólo cuando se está dispuesto a hacer todo lo necesario para tener éxito que puede encontrar el éxito. Llamar a la puerta que juego extra en el gimnasio, incluso cuando estás agotado, quedarse hasta el trabajo de su plan de negocios, mientras que sus competidores dormir ... cuando continuamente hacer cosas que otros no, vas a ser capaz de hacer las cosas que otros no pueden.

El tener un plan.

No es suficiente tener una idea y el deseo, tienes que tener un plan para llevarlo a cabo. La única cosa segura sobre todos los días, es que el tiempo pasa. La gente exitosa no sólo permiten el paso de los días, se pone en el trabajo y asegurarse de que se han movido hacia adelante hacia su meta. Ellos tienen un plan y un esbozo de lo que hay que hacer y cuando, a continuación, dar prioridad a las cosas importantes primero.

El tener una actitud ganadora.

Si no crees en ti mismo, ¿quién lo hará? Las personas que tienen éxito saben lo que quieren y saben en que son capaces de lograr sus sueños. Como Henry Ford dijo: "Si crees que puedes o piensas que no puedes, tienes razón."

Muestran entusiasmo.

Nadie llegó a la cumbre por odiar lo que estaban haciendo. La gente exitosa no sólo aman lo que hacen, muestran el mundo que les encanta lo que hacen a través de sus acciones. El entusiasmo es contagioso y se ayuda a crear una cultura ganadora.

Ellos siempre están aprendiendo.

Me encontré con una foto de un Bentley recientemente que tenía la matrícula ", 2.0GPA." Lo que me llevó lejos de esa imagen, es que hay muchas maneras de aprender y la educación formal es sólo una pequeña parte.
La gente exitosa no sólo dejan de aprender porque se han graduado. Asisten a las reuniones, que leen, hablar y relacionarse con los demás en su campo o los campos que les interesa, y siempre están en la búsqueda del conocimiento.

Ellos son eficientes.

Cuando digo que las personas exitosas son eficientes, lo que quiero decir es que las personas exitosas trabajan duro e inteligente. Hay un montón de gente que trabaja duro que no tienen éxito. Hay también un montón de gente en el mundo que saben qué hacer y cómo hacerlo, pero no ponen en el trabajo. Es sólo mediante el trabajo duro e inteligente que usted va a alcanzar sus metas y subir a la cima de su campo.

Se entregan tiempo.

Puse un tweet hace un tiempo que afirmó que "éxito de noche no es de un día."
Las personas que vieron desde el exterior sólo ven el éxito, ya que está golpeando el punto de que sucede realmente o que ya se está produciendo de inflexión. No suelen ver todo el trabajo que se dedica a algo detrás de las escenas que ha llevado hasta ese punto.
Se necesitan años para llegar a ser médico, abogado, atleta profesional, empresario exitoso, inventor, o lo que sea.Con demasiada frecuencia, la gente tratará algo, no ver el éxito inmediato, y deshacerse de la idea y adoptar las andadas. La razón la gente no cuando la dieta es la misma razón que la gente deja de tener éxito en otras áreas. Las personas exitosas invierten en sí mismos y darse cuenta de que hacer grandes cosas lleva tiempo.

Cuando Compartimos Mejoramos la Posibilidad de ser Felices

Cuando somos capaces de compartir y crear felicidad y disfrute.
Este comportamiento tendrá un efecto multiplicador.

El mayor objetivo de la vida es Amar el resto es silencio.



Para ser FELIZ desarrolla algunas Habilidades.

Sí no es fácil ni la felicidad ni el éxito.

Los Problemas de Tener SOBREPESO

No nos encontramos bien
El Sobrepeso es una enfermedad que hay que curar.
El primer paso es ser conscientes de lo dañino que es para nosotros.

Puedo hacer mucho mas de lo que hago para vivir la vida que merezco vivir!!!!

Puedo hacer mucho mas de lo que hago para vivir la vida que merezco vivir!!!!

sábado, 21 de septiembre de 2013

Pensar en la Vida que Hay antes de la Muerte

"El sueño de Alicia" es el nuevo libro de Eduardo Punset, una "novela científica" que fusiona la razón con las emociones y que a través de sus protagonistas, Alicia y Luis, relata una historia en la que acaban confluyendo la ciencia y la vida.
Eduardo Punset (Barcelona, 1936) ha explicado este miércoles, en la presentación del libro en Madrid, que la novela mezcla "la aventura vital con los últimos descubrimientos de la ciencia", y ha confesado que "llevaba años queriendo escribir este libro".
Alicia, la protagonista, es la alumna que pregunta a Luis, un "gran sabio", y, a través de ella, la novela combina el conocimiento con la historia de amor que surge entre ambos.
El profesor y Alicia, convertida en altavoz de los descubrimientos que él le narra, profundizarán en los sentimientos y en las emociones de la mano de las explicaciones científicas.
La gestión de las emociones, uno de los temas fundamentales de la novela, es una cuestión "todavía desconocida" para muchas personas, ha indicado Punset, pero "fundamental" para la vida.
"No sabemos nada sobre el desprecio, la emoción negativa por excelencia, ni tampoco sobre la felicidad. Hay una creencia falsa y muy extendida que dice que el dinero da la felicidad, y desconocemos que la sensación de controlar tu propia vida es lo que te hace feliz", ha recalcado el autor.
La arquitectura de las emociones para Punset es una "tema vital" y ha considerado que no se puede esperar "ni un año más para impartirla en los centros educativos".
"El sueño de Alicia" también habla de la intuición, que para el escritor (respaldado en estudios neurológicos) es otra forma válida de conocimiento, al mismo nivel que el pensamiento racional.
"Ya es hora de confiar en el conocimiento intuitivo", ha señalado Punset, quien también ha resaltado que la intuición ocupa más espacio en los circuitos cerebrales que la propia razón, y ha destacado su importancia en el pensamiento moderno.
Para finalizar la presentación, Punset ha reflexionado sobre "el mundo que viene", en el que cambian desde las nuevas competencias necesarias para obtener un empleo hasta la forma de concebir la vida.
"Gracias a las nuevas cifras de esperanza de vida, ya podemos dejar de estar obsesionados con qué hay después de la muerte y pensar más en la vida que hay antes de la muerte".

El RENACER del HEROE

- Dedícate un rato a ti mismo cada día.
- Permítete disfrutar de lo bueno que sucede a tu alrededor.
- Consigue un equilibrio en tu vida prestando atención a cada una de las áreas de la misma. 
- Ten claro hacia donde quieres dirigirte antes de emprender la marcha.
- Toma la responsabilidad de tu felicidad, ¡no la dejes al azar!
- Aprende algo nuevo cada día, así nunca será un día perdido.

Eduardo Punset (Barcelona, 1936) publica El sueño de Alicia (Ediciones Destino), donde narra una historia sobre la vida y la ciencia que reúne el legado científico y humanístico de personas sabias con la osadía de romper barreras y desvelar conocimientos que creíamos imposibles

Eduardo Punset (Barcelona, 1936) publica El sueño de Alicia (Ediciones Destino), donde narra una historia sobre la vida y la ciencia que reúne el legado científico y humanístico de personas sabias con la osadía de romper barreras y desvelar conocimientos que creíamos imposibles. Conocimientos que logran sumergirnos en la arqueología de las emociones e iluminar habitaciones secretas de nuestra mente. Es una obra llena de respuestas y de preguntas abiertas. Es también una apuesta de esperanza y de futuro, avalada por los últimos descubrimientos científicos, que Eduardo Punset nos hace llegar a través de un 'sueño' donde a menudo ficción y realidad se dan la mano.

Aquí puede leer el primer capítulo.



¿Cómo es posible una relación tan especial entre una joven de apenas dieciocho años y un hombre mucho mayor que ella? ¿Era quizá amor ese intenso vínculo emocional e intelectual que los fusionaba en un solo ser? Podemos especular acerca de sus motivos, acertar o equivocarnos. El reflejo de una figura paterna, el deslumbramiento por la sabiduría de él, por su conversación sugerente, una suerte de intenso vínculo pedagógico… La necesidad de acariciar la fuerza imparable de la juventud por parte de él, la belleza de una piel suave pegada a sus arrugas y a su mirada. Quizá los ojos de Alicia, entregados a la intensidad del Gran Sabio -un alias que Luis aceptaba resignado aunque siempre con cierta chanza-, acabaron por rozar el interior de aquel hombre bregado. Porque él admiraba el modo que tenía ella de barajar ideas tan peregrinas, de plantear preguntas que un adulto quizá no haría, esa forma de jugar con la mente, con las ideas. ¿Quién puede saberlo? La única realidad era que ese extraño amor, tan singular, inundaba de ternura y de palabras la habitación escuálida en la que se compartían lejos del mundo, de su posible extrañeza e incluso incomprensión.

El entrelazamiento entre los dos sistemas nerviosos era cálido, asombroso: el de una joven mestiza nacida en la meseta brasileña y el de un hombre que había superado los cincuenta, al que su curiosidad insaciable por conocer lo que les pasaba a los demás por dentro había convertido en un icono, particularmente entre los jóvenes. Él a veces la llamaba Kalmikia, en recuerdo del lugar de origen de sus relazamiento entre los dos sistemas nerviosos era cálido, asombroso: el de una joven mestiza nacida en la meseta brasileña y el de un hombre que había superado los cincuenta, al que su curiosidad insaciable por conocer lo que les pasaba a los demás por dentro había convertido en un icono, particularmente entre los jóvenes. Él a veces la llamaba Kalmikia, en recuerdo del lugar de origen de sus ancestros y como una forma de complicidad, de guiño, en especial cuando ella desplegaba esa curiosidad innata que la caracterizaba. 

La búsqueda del reconocimiento, el intelectual y el emocional, se había detenido para ellos dos en esa estancia, sin que la diferencia de edad, el idioma o el origen de ambos supusiera ningún impedimento para la corriente de admiración mutua que fluía entre ellos.

La soledad de Alicia

Hasta cumplidos los trece años, la vida de Alicia había sido un pozo incomunicado. Imposible imaginar todo lo que había aflorado en aquel universo ignorado sin que nadie lo notara. Porque sus ansias por saber, por conocer, por romper las fronteras de su mundo diminuto, del entorno de pobreza en el que nació, eran grandes, muy grandes. Ella era la cuarta de los siete hijos de un matrimonio único y desusado, que desempeñaban las funciones de guardeses de una hacienda minera. Sus antepasados procedían de la actual República de Kalmykia, un territorio poblado por gentes de la etnia mongol que se desplazaron a orillas del Volga en el siglo xvii, y emigraron hasta Brasil mucho antes de que Stalin arrasara a los budistas que formaban la mayoría de aquella población para extender su imperio totalitario comunista.

Alicia conoció desde la más tierna infancia la dura vida de los guardeses, lejos de todo, volcados siempre en la finca, sin apenas contacto con el exterior. La soledad, la tristeza, el estrés, la discapacidad mental y la física eran el pan nuestro de cada día en aquel paisaje natural y humano, y esa realidad socavaba la entereza y las ganas de aprender de Alicia, una niña inquieta intelectualmente a la que aquella realidad suya le impedía crecer como la persona creativa e imaginativa que era.

Alicia había nacido en la hacienda, que estaba a media hora andando del pueblo de Cerro Corá, a casi doscientos kilómetros de Natal, la gran capital del estado de Rio Grande do Norte. Dieciséis años después, aprendió que, en realidad, no tenía domicilio fijo, porque el planeta -le había revelado Luis- seguía su marcha alocada por el espacio a doscientos veinte kilómetros por segundo hacia no se sabía dónde. En esas condiciones, lo extraño era que hubiese gente -los nacionalistas aferrados a su terruño natal- convencida de que tenía un domicilio fijo en el universo, en lugar de recorrer mil sitios distintos en un segundo.

La hacienda contaba con unas veinte hectáreas y estaba situada en medio de ninguna parte. A los forasteros les costaba acostumbrarse a que en verano no se viera una sola hoja verde, ni hierba, nimusgo, ni ramas de arbustos que no pincharan o estuvieran secas. Y es que en el estío austral, durante los meses de diciembre, enero, febrero y marzo, se alcanzaban fácilmente los 36 °C, mientras que en los meses de invierno, junio, julio y agosto, hacían falta pieles y tejidos gruesos para protegerse de mínimas por debajo de los 15 °C. En pleno invierno, en cambio, los pocos animales que merodeaban por allí disfrutaban de su escondrijo debajo de la sombra apenas esbozada de los arbustos; una alfombra de hierba cubría la tierra, que el verano había dejado reducida a un erial apenas unos meses antes. «No verão era tudo seco e no inverno tudo verde», se había repetido Alicia a sí misma, en silencio, multitud de veces.

Aquella niña creció en la casa de barro y vigas de madera que habían construido sus padres en un rincón de la hacienda, lejos de todo. Era un universo de pocas palabras y mucha tosquedad, cercano al de los animales. De pequeña nunca tuvo vecinos. Contaba ya con diez años cuando a la madre le regalaron un televisor de batería que, durante la media hora que duraban las pilas, le permitía contemplar boquiabierta que el resto del mundo existía. Ese aparato se convirtió en una ventana por la que mirar al exterior, a otra realidad, llena de posibilidades, desbordante, y fue el primer antídoto contra su intensa soledad: la soledad del que se siente diferente.

El padre sólo se comunicaba de verdad con los animales. A su mujer apenas le dirigía la palabra, y en las pocas ocasiones en que ésta le hablaba le permitía que lo hiciera en la cocina, lejos de la televisión, porque él no quería saber lo que pasaba en el resto del mundo. Así era la comunicación en el seno de esa familia, como ocurre en tantos lugares. A Alicia siempre le había intrigado que una persona como su padre, tan conocedora de los movimientos y ánimos de las plantas y de los animales, se desentendiera por completo de cómo se comportaban los humanos. Porque a él parecían no importarle demasiado. 

De vez en cuando, los recursos naturales para saciar el hambre de siete pequeños no bastaban y alguna de aquellas bocas debía emprender el viaje sin retorno a la casa de un familiar, situada en la capital de distrito, a doscientos kilómetros de allí.

La dieta era siempre la misma: la leche que se extraía de las vacas, y que se daba a las hijas e hijos por la mañana, y los diminutos huevos de la rolinha, acompañados de graviola, maíz en ocasiones, arroz otras, y judías de vez en cuando. El coco hacía las veces de postre. La carne era inexistente, salvo cuando el padre tenía tiempo de atrapar un lince, del que conocía hasta su respiración y, por supuesto, sus manías.

Alicia nunca se sobrepuso al recuerdo de la familia de antaño, la de los antiguos propietarios de la hacienda; su relación con éstos, desaparecidos para siempre, fue un fruto híbrido de amor y temor mutuos: su familia aceptaba, con resignación y sin menoscabo de la estima sentida hacia su dueño, que la compensación económica por el trabajo de los guardeses fuera extremadamente modesta. A cambio, todos los hijos, conscientes de su dependencia, contaban con el reconocimiento y apoyo sin reparos del dueño, y éste, a su vez, con la entrega total y vigilancia escrupulosa de los guardeses. No es frecuente que de una relación así surja el amor, pero ¡cómo calificar si no la reacción de unos y otros con motivo de la muerte por accidente de coche del dueño de la hacienda, cargado con parte de la familia, que se estrelló de lleno contra el motor de un autobús!

El primero en saber la conmovedora noticia de su muerte fue el hermano mayor de Alicia, que durante horas no pudo pronunciar palabra; eso sí, sin parar de sollozar. Alicia, con los ojos inundados de lágrimas, como el resto de la familia, ya no olvidaría jamás la mueca de dolor insospechado de su padre al barruntar algo de la mala nueva que traía su hijo de la carretera. ¿Cómo era posible que algo así, que un despropósito de la naturaleza como ése, pudiera ocurrir en un lugar casi desértico? Fue la primera vez que vieron llorar a su padre, al repetir en voz baja el contenido de la última conversación con su amigo, el dueño de la hacienda.

Acababan de terminar la construcción de la primera casita en aquel paraje semiabandonado; hasta entonces, la familia de Alicia había vivido aislada en la barraca original de barro. Es cierto que João -así se llamaba el padre de Alicia- se había negado a utilizar el baño recién estrenado por los demás y prefirió, como siempre, hacer sus necesidades oculto detrás de un matorral. Pero por primera vez no dormían con el tufo de las vacas encima; los hijos que seguían en la casa, a pesar de todas las vicisitudes, dormían en dos habitaciones separadas, y no todos juntos, hacinados y sin ningún sentido de la intimidad.

Dos días antes del accidente mortal que cambió el destino de todos ellos, el dueño de la hacienda le había anunciado a João que edificarían una casa exactamente enfrente de la suya para vivir allí. «Se acabó vuestra soledad», le dijo. Lo iban a celebrar con una Festa do Peão de Boiadeiro al día siguiente de su inesperada muerte. El acuerdo no sólo habría terminado con la soledad, sino también con la precariedad de la relación laboral que sustentaba a la familia de Alicia. No cabía ninguna duda de que, a partir de entonces, el amigo, además de ejercer de dueño, ejercería de benefactor de última instancia.

Desgraciadamente, antes de un año ya se había consumado la solución contraria, que supuso el fin de la paz laboral y el desperdigamiento de los hijos y del propio matrimonio. La heredera de la hacienda era una hermana del dueño que nunca le había visitado y que, como primera medida, suprimió el modesto sueldo de los guardeses; otro hermano de la heredera pudo convencerla de que, de momento, no vendiera la hacienda, mientras el guardés solitario, su mujer y los hijos que quedaban en la mina quisieran seguir viviendo en aquel reducto. En menos de un año enfermaron casi todos y se esfumaron en otros lugares y ocupaciones. Nunca se supo la historia de cómo habían llegado desde Brasil al Valle de Bravo, en México, a menos de dos horas del Distrito Federal. Alicia cumplió en aquel interminable viaje los trece años.

Hasta entonces, no había habido humanos en ningún recodo de su memoria. Desde que tuvo uso de razón, los animales fueron sus compañeros. Con sus manos desnudas había cazado perdiganas correteando hasta el agotamiento. Con el tiempo, y tras haber cambiado la pluma, aquellas perdiganas pequeñas llegarían a perdices hechas y derechas; Alicia las alimentaba con gusanos y saltamontes hasta engordarlas lo suficiente para que su madre las degollara un domingo cualquiera.

Las chutas, una especie de mochuelo, eran menos vivas, más solemnes, aunque también más inteligentes. A los siete años Alicia ya conocía todo el procedimiento que conducía a la domesticación de aquellas aves nocturnas; no sólo convivía con ellas, les hablaba e intuía su gran parecido con lo que le pasaba por dentro. En el corral trasero guardaba la chuta que más quiso y de la que aprendió lo esencial de la quimera de vivir. La chuta le enseñó el teatro de la vida, la necesidad de fingir para lograr algo. Una de las últimas obligaciones con las que cumplía siempre consistía en buscar en la cocina o fuera de la casa restos de intestinos, aunque se estuvieran ya descomponiendo, para alimentar a la chuta.

Se la puede distinguir perfectamente de otro tipo de mochuelo, la llamada por los hijos de João coruja, una especie de oliva más solitaria y menos amigable. Pero la compañera eterna de Alicia al anochecer era la chuta, porque una o dos veces por semana la llevaban atada por una cuerda, detrás del reducto de los Lobos, un promontorio de pizarra desde donde podía otearse toda la llanura. Delante de aquella pequeña colina había dos árboles de tamaño medio que el padre de Alicia embadurnaba con cola. La chuta era la encargada de fingir los aspavientos de los otros pájaros, que acababan acudiendo a posarse, sin saberlo, sobre las ramas embadurnadas.

El acto final del melodrama era fascinante, tanto para Alicia como para su chuta: las dos aparecían súbitamente, como por encanto, gritando desde atrás del montículo de pizarra, hasta el momento en que, repuestas del susto inicial, las aves invitadas desplegaban sus alas y quedaban enganchadas en los palos en los que se posaban, a merced de Alicia y su padre. A esas salidas a la estepa las llamaban «ir a brillar» porque el reclamo correspondía a la chuta y era brillante su interpretación teatral. Todo eso transcurría al anochecer, pero por la mañana, mientras la chuta dormitaba, Alicia no paraba de intercambiar conocimientos con su otro gran amigo, el galo de campina.

El galo de campina se despertaba al amanecer; no cantaba, sino que trinaba sin parar hasta que Alicia se acercaba recién salida de su sueño. El pájaro tenía dos señas que era imposible olvidar antes y después de los trece años: definitivamente, nadie ha podido nunca igualar su canto ni disfrazarse como él en rojo. En algún lugar de la memoria de Alicia, quedó para siempre la belleza del canto del galo de campina, su color rojo y el carácter humano de su red neural: no servía de nada que se le dejara abierta la jaula; lo que él quería, por encima de todo, era seguir con Alicia. El resto de los animales tuvieron que acostumbrarse a verla con el pájaro rojo, contemplando ojo avizor desde su hombro el universo que frecuentaba su amiga.

A su edad, ya había intuido que los polluelos de las gallinas, apenas salían del huevo fertilizado, echaban a correr por el perímetro habitado de la hacienda; las lechuzas, en cambio, permanecían en su nido durante semanas, sin poder hablarse ni moverse antes de transcurrido un buen tiempo. Su recompensa por haber sabido esperar, vociferando pero quietas en el nido, consistía en aprender lo necesario de sus mayores antes de lanzarse al vacío.

«Son mucho más inteligentes que las gallinas», les susurraba a las lechuzas cuando hablaba con ellas. El padre, al que tan poco parecían importarle los seres humanos, se interesó de repente por la historia de la fauna local, aves e insectos de México; nunca le interesó el país al que pensaba emigrar, pero sí, y mucho,la estrategia que orientó su ubicación en dicho lugar: la de las llamadas mariposas monarca y su santuario. Estos lepidópteros emprenden un largo viaje hacia el sur entre agosto y octubre, en busca del suave invierno mexicano, en especial en el estado de Michoacán, un santuario natural protegido repleto de calor y de insectos. El esplendor de esos millones de mariposas asolando los campos y los bosques a más de dos mil quinientos metros de altura fascinaba a los más apegados a la tierra.

De Brasil a México

Ésa fue también la zona elegida por el padre de Alicia. Tras un largo viaje que los llevó a atravesar medio continente, un periplo delicioso pero también lleno de episodios inquietantes, toda la familia accedió casi oculta, sin que apenas nadie los notara -como una de tantas mariposas-, a una hacienda de Los Saucos adscrita al Valle de Bravo. No podía haber otro ambiente más rural, rodeado por inmensos bosques de oyamel y pino empeñados, como las mariposas monarca, en invadir la única carretera en veinte kilómetros a la redonda. 

Alicia pasó los siguientes tres años como chica de servicio. Su primera jefa era una mujer mala y rencorosa que nunca dejó de tratarla como a una esclava. La violencia encubierta cesó cuando, a raíz de una bofetada inmerecida, Alicia decidió amenazarla con degollarla; con un vaso roto por ella misma en la cocina apuntó hacia la interfecta: «Si me vuelves a pegar, te rajo la garganta», le dijo. A los pocos días encontró refugio en la casa de un tetrapléjico. 

A Alicia le gustaba recordar cuando, por primera vez en su vida, tuvo tiempo para sentir y meditar sobre la soledad y el desamparo. Con trece años empezó a fijarse en los varones que la miraban. Le gustaban los hombres de edad tres o cuatro veces superior a la suya, una costumbre que conservó toda la vida, porque le aburrían soberanamente los más jóvenes. También ellos intuían que la muchacha estaba a años luz de la gente de su edad. A los adolescentes les suelen cautivar las hembras cinco o seis años mayores que ellos; a los veintiséis años, más o menos, se igualan las edades deseadas por unos y otros; a partir de entonces, ellos las prefieren más jóvenes. Durante años, los científicos han discutido si se trata de una señal genética o conductual.

Pero lo cierto es que la soledad que Alicia sentía desde que tenía conciencia se había agravado por la separación de su familia. México supuso una suerte de diáspora en busca de la supervivencia. Y ella empezó a sentir una intensa atracción por el universo masculino, intuyendo que, quizá, allí encontraría algún bálsamo para esa soledad, dura e inquietante.

Alicia no era consciente de que sólo la mezcla de amor y deseo con varones de su gusto podía colmar en cierta medida el vacío provocado en su alma por la disolución familiar. La primera reacción frente al desamparo y al miedo de encontrarse sola consistió en adentrarse en el mar de la sexualidad, lo que la llevó a recordar más de una vez a lo largo de su vida el mapa de los instantes vividos en las noches de pasión compartida, el significado de sus búsquedas, la fuerza del placer entrecortado... Tantos miedos y tormentos, enfrentada su fragilidad femenina al poderío de hombres siempre mayores que ella.

Años antes de que un cirujano estético modelara sus senos y pasaran una noche juntos, Alicia decidió aceptar la invitación de otro médico, también cirujano. Se habían encontrado cuando él salía del hospital y ella pasaba por delante de la puerta principal, camino de su casa; Alicia no vaciló ni un segundo en mirar insistentemente hacia atrás en su dirección, hasta que sus miradas no tuvieron otro remedio que cruzarse. La respuesta fue lenta aunque concienzuda: él aceleró su paso hasta darle alcance y pasarle una nota: «Llámame al teléfono 55 387 864 7721. Necesito que nos veamos». Ella no lo hizo hasta transcurridos tres días, pero no se arrepintió nunca. Junto a Jacinto, logró apartar de sí la soledad que se empecinaba en marcar sus días y sus noches. En su primer encuentro, ella, siempre curiosa, siempre dispuesta a conocer, quiso saber su opinión acerca de algunos temas. Intrigada porque él parecía no tener prisa por tocarla, le preguntó por los diferentes ritmos de hombres y mujeres en el sexo.

-Por lo general, las mujeres son más lentas que los hombres; eso lo sabe todo el mundo, y tiene que ver con lo que llaman vuestra libido, que necesita que se den ciertas condiciones para activarse. Por ejemplo, que vuestro cerebro emocional se inhiba, que desconectéis de emociones como la inseguridad o el miedo y os dejéis llevar. A nosotros, en cambio, estar ansiosos, bien o mal, nos da igual. Lo único que cuenta es la excitación, y eso nos lo despierta la imagen de una mujer guapa.

-¿A qué llamáis una mujer guapa? -le preguntó ella.
-En ciencia, lo que es verdad de un promedio puede no serlo de un individuo; eso nos complica la vida a los médicos pero también la hace más divertida. A mí, por ejemplo, me ocurre absolutamente lo contrario de lo que tú crees de nosotros. Curiosamente, aunque te murieras de ganas de que te penetrara la primera noche de nuestro encuentro, me negaría alegando que es demasiado pronto.
-No me puedo creer eso que dices; seguro que tienes tus propias razones y, a lo mejor, tu actitud es más bien el resultado de un escarmiento.
-Te equivocas. No es la primera vez que te veo cruzar la puerta de ese Hospital Mayor. Si estuviera enfermo o me invadiera el miedo de un contagio, no tendría las ganas que tengo de tener hijos contigo.
-¿De verdad sientes lo que dices?
-De verdad. Se dice que la mujer es, precisamente, la que más se esmera en encontrar la pareja adecuada para el padre de sus hijos, mientras que a él sólo le importa el placer inmediato. En mi caso, ya te he dicho que es al revés; me importa mucho el cuerpo y la mente de la futura madre de mis hijos. Lo seguiremos hablando el próximo día, ¿de acuerdo?
-¿Cómo no voy a estar de acuerdo si yo creía que hoy mismo ibas a acariciarme?
-Soy médico, pero te lo tengo que preguntar a ti. ¿Por qué te sientes atraída por mí? Seguro que te sobran pretendientes...
-Es cierto que vosotros sabéis mucho más de estas cosas, pero en la hacienda aprendí de pequeña que los humanos necesitan pertenecer a un colectivo, de humanos o del resto de los animales: «Doutor, ¿o senhor pode me dar un remédio para solidao?»Son preguntas que rara vez se atreve a hacer la gente, pero que son sentidas por multitud de jóvenes desamparados, mayores sin casa, moradores de hospicios y lugares de asilo... Y yo he sentido que a tu lado esa soledad se disipaba.
-Me complace mucho que digas esto. Saciar esa soledad es imprescindible para mantener una buena salud física y mental. 

Alicia tenía la impresión de estar en la primera fila de una clase magistral; estaba embelesada escuchándolo mientras él proseguía su reflexión.

-La soledad debería ser uno de los objetivos primordiales del sistema sanitario, en lugar de diluirse en un añadido de terapias consideradas esenciales como la lucha contra la depresión. 

Todos esos recuerdos y muchos otros los compartió Alicia a lo largo de los años con el que fue su mentor, quizá su vínculo emocional más intenso. Con Luis, el Gran Sabio. En aquella habitación de sus primeros encuentros, Alicia saciaba su sed por saber y ponía límites de nuevo a su soledad. Según el psicólogo norteamericano Abraham Maslow, «cuando la única herramienta de que disponemos es un martillo, tendemos a creer que todos los problemas son un clavo». Alicia nunca había oído hablar de Maslow, pero pensaba exactamente lo mismo.

-La verdad es que la herramienta de que se dispone para analizar la realidad no es mucho más compleja que un simple martillo -apuntó en una ocasión Luis ante la curiosidad de ella.
-Me gustaría poder rastrear de qué manera las emociones conmueven a la gente y determinan la mayor parte de su conducta.
-¡Ah, las emociones, Kalmikia, hasta no hace mucho las grandes postergadas! ¿Sabes? Nuestras emociones forman parte de lo que somos, de nuestra personalidad, y marcan nuestros aprendizajes, nuestra forma de relacionarnos con los demás, con nuestro entorno, el modo en que nos enfrentamos a la vida… Muchas de ellas me superan a veces cuando me invaden los recuerdos...

Los recuerdos, esas construcciones de nuestra mente fruto de la realidad y lo imaginado que nos ayudan a construir nuestra identidad, inundaron de repente el pensamiento del hombre. La energía e imaginación de Alicia le recordaron al niño inquieto que fue, y a los amigos que habitaron sus años dorados en la Vilella Baixa, durante aquel período de libertad y aprendizaje en plena naturaleza.

Ni él mismo supo por qué, de pronto, en aquel lugar perdido de México, iba a relatarle a su joven amiga el recuerdo más impactante de su infancia. Pero lo hizo. Nunca se lo había contado antes a nadie.