martes, 15 de mayo de 2012

Hazte cargo de tu vida y de tu mejora


Muchas veces hago preguntas dicotómicas en los títulos de los post y la mayoría de los que me seguís ya habréis visto que la explicación que acabo dando a la pregunta suele estar en algún lugar en medio de las dos posibles respuestas. Y empiezo este post explicando esto, porque no me gustaría caer en dogmatismos, de que parezca que algo es lo “ideal” o la solución a nuestros problemas, pues la vida suele ser más compleja (y a la vez más sencilla) que eso. Cada uno de nosotros tiene una personalidad, un carácter e incluso unos hábitos a la hora de reaccionar delante de las circunstancias. El primer paso es pues, ser conscientes de eso. Porque es muy infrecuente e improbable, que nuestra reacción ante una situación, sea totalmente nueva e inesperada. Solemos tener unos patrones de comportamiento, con un abanico de posibilidades de respuesta. Y ahí en ese rango, casi seguro, encontraremos nuestras respuestas más probables a aquello a lo que nos enfrentemos. Uno de los rasgos de personalidad estudiados por la psicología es el llamado “locus de control“. Os pongo la definición de la wikipedia, porque creo que es muy clara y sencilla de entender: El Locus de Control (LC) es la emoción de una persona de lo que determina (controla) el rumbo de su vida. Es el grado en que un sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él. El LC es un rasgo de personalidad propuesto a partir de la teoría del aprendizaje social por Julian B. Rotter y Murly en 1965, y posteriormente reformulado por Rotter en 1966. Los dos extremos de locus de control son interno y externo, según las siguientes definiciones: Locus de control interno: percepción del sujeto que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, es decir la percepción que él mismo controla su vida. Tal persona valora positivamente el esfuerzo, la habilidad y responsabilidad personal. Locus de control externo: percepción del sujeto que los eventos ocurren como resultado del azar, el destino, la suerte o el poder y decisiones de otros. Así, el LC externo es la percepción de que los eventos no tienen relación con el propio desempeño, es decir que los eventos no pueden ser controlados por esfuerzo y dedicación propios. Tal persona se caracteriza por atribuir méritos y responsabilidades principalmente a otras personas. Creo que en este momento ya te habrás identificado tu mismo y a la mayoría de gente que conoces. Como ya he dicho, es una tendencia y no quiere decir que estemos solamente en un lado, pero si que lo estamos la mayor parte del tiempo. Y ahí está el problema. Ambas tendencias llevadas al extremo, son negativas. Si siempre creo que la responsabilidad de todo lo que me pasa es mía, seguramente estoy cargándome en exceso y asumiendo culpas y azares de la vida que no me pertenecen. Si por el contrario, siempre creo que la culpa la tiene los otros, no sólo estoy echando balones fuera sino que estoy desaprovechando la oportunidad de aprender de la parte en que yo podría modificar los resultados de un acción. Por eso, lo ideal y como tal, difícil de conseguir pero no por ello menos deseable, es seguir una serie de pasos para aprender a estar en ese “punto medio”. El primero de todo es ser capaces de reconocernos en nuestra tendencia principal. Te recomiendo aquí que además de tu propio criterio, uses el de familiares y amigos pues es fácil que no seas capaz de ver cuál es en realidad tu tendencia predominante. Hay personas que están convencidas de que “tienen muy mala suerte” o que “el mundo está en contra ellas” y no pueden ver ni por asomo, su parte de responsabilidad en lo que les sucede. También ocurre lo contrario, personas que están tan convencidas de que lo que les sucede obedece exclusivamente a su “culpa” y que no pueden ver los acontecimientos fortuitos o azarosos de su vida como lo que son. Una ves hecho esto, viene la parte difícil: tratar de convertirte en un observador neutral de tus experiencias, pudiendo situar las causas y consecuencias en su lugar. Esto no es nada sencillo y puedes necesitar ayuda para ello, para lograr el máximo de objetivad posible. Pero hacerlo es de un lado liberador y del otro poderoso. Te libera porque sueltas cosas sobre las que no tienes responsabilidad y mucho menos culpa y te empodera porque aceptas tu parte de responsabilidad, para bien o para mal, en determinadas cosas y puedes por tanto obrar en consecuencia. Cuanto más fina se vuelve esta observación, mejores resultados obtienes y más tranquilo vives, ya que no cargas con culpas inútiles pero tampoco vives creyendo en la suerte y sentándote a esperar que las cosas sucedan como por arte de magia. Como otras veces, el que te propongo no es un trabajo sencillo y más si tu tendencia en uno u otro lado es muy marcada, pero si que te puedo asegurar que una vez iniciado las recompensas son enormes. Como he comentado antes, poder soltar cualquier atisbo de culpa o responsabilidad en algo en lo que no tuviste nada que ver es liberador. Poder hacerte cargo de una situación en la que tienes posibilidades de influir con tus actitudes o comportamiento te ayuda a sentir que tu vida te pertenece. Y todo ello, te permite ser más consciente de cómo te identificas con tu mente y a darte cuenta, pero de verdad, desde lo más profundo, que las cosas son como te las tomas.

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