lunes, 7 de mayo de 2012

La Mente y el Amor como manifestaciones de Dios


LA MENTE Y EL AMOR, MANIFESTACIONES DE DIOS Entre los descubrimientos de la Física se ha determinado que en un nivel inferior al del átomo ya se manifiesta en las subpartículas individualizadas algo así como ”un propósito” de actuación, una determinada tendencia, un ”programa”, ”algo” a lo que puede considerarse parte de un conjunto superior al cual podríamos llamar con el nombre de ”Conciencia Cósmica”, la cual ya era conocida por otras vías experimentales internas, mas no por la experimentación científica. La Conciencia Cósmica viene a ser la “conciencia en la materia”, indiferente del nombre divino que quiera dársele a su origen. Este descubrimiento tan importante ha interesado a investigadores en diversas vertientes: en el terreno de la Física a Davies, F. Capra, D. Bhom, E. Schrödinger, (los dos últimos premios Nobel) ; a Krishnamurti, Erich Fromm, y otros en el terreno de la filosofía; a Jung, Antonio Blay, Maslow,Groff , Steindl–Rast, Dyer y bastantes más en el ámbito de la psicología profunda, y transpersonal; y a Gabriele de Würtzburg , Cristian Sailer y otros autores desde la visión del Cristianismo Originario ( Ver: http:// www. Vida - Universal.org). Todos los citados, llevan a nuestra acomodada, materialista y conflictiva sociedad a plantearse la necesidad de un serio debate desde distintos campos donde se analice de un modo claro la relación existente entre las ciencias físicas y la Metafísica, a la luz de los nuevos descubrimientos sobre la materia. Este diálogo ya está abierto hace un tiempo, y puede verse cómo existe un acercamiento importante entre la llamada ”Nueva Ciencia” y la (podríamos llamar) ”Nueva espiritualidad”,(o eterna espiritualidad reconocida) en la que habría que incluir todas las manifestaciones y contenidos de orden espiritual no pertenecientes a iglesia institucional alguna, y no expresados desde el dogma ni por jerarquía alguna de poder sobre las conciencias. Hay en el diálogo Física-Mística la búsqueda de un nuevo modelo de concepción de la realidad donde materia y espíritu no aparezcan disociados, ni enfrentados, porque existe ”Algo” más allá de la materia, y más allá del pensamiento: La Energía Unificadora, El Todo de quien todo procede: la Conciencia Subyacente. El Todo incluye materia y energía ; todo el universo visible, y a la vez la realidad no visible que subyace y determina todas las manifestaciones externas en el mundo material. Ese Todo es Espíritu, nombre que damos desde tiempos inmemoriales a ”Algo” cuya esencia desconoce nuestra mente ordinaria, (pues está más allá de la comprensión intelectual humana),pero que es capaz de sentir nuestra alma, pues ese “Algo” es exactamente nuestra esencia, pues nada existe fuera de Él, el Todo, el Espíritu Universal de los mil nombres. Cuando el Espíritu se manifiesta como Creador, lo hace desde la mente creadora a la que llamamos PADRE, en la cual, como hijos , vivimos con todo el resto de lo creado, material o no material (pues recordemos que todo es energía en diferente grado de vibración y condensación. En efecto, el Espíritu o Corriente Primaria, crea todos los universos. Mas: - No lo hace con materiales preexistentes fuera de Sí Mismo, pues nada existe fuera de El Todo. (De lo contrario, obviamente, ya no seria el TODO, sino LA PARTE DE...) -No transfiere ni sustrae una parte de Sí Mismo para crear, pues no puede reproducirse ni multiplicarse por partes, de lo contrario no hablaríamos del Todo como Unidad Absoluta presente en todo. Considerados los dos planteamientos anteriores, podemos concluir que El Todo se manifiesta creando con Su mente -energía los universos visibles e invisibles con todas sus criaturas. Este es el patrón creador otorgado por Dios a Sus hijos humanos. Sólo nuestra mente egoica nos hace creer que somos alguien que puede colocarse al margen o contra la Totalidad, en vez de sentirnos ser en ella, que es lo real. También aquí la mente del ego nos engaña. No existe, pues, una Mente dividida en el conjunto del Universo como totalidad. Dios crea en Sí Mismo. Y nada existe fuera del Ser y de Lo Creado, Su Obra. Todas las formas mentales, incluidas las formas mentales inferiores; todas las formas de manifestación de lo espiritual son expresión de la MENTE-ESPÍRITU UNIVERSAL Y ÚNICO, MANIFESTACIONES ENERGÉTICAS QUE SE ALIMENTAN DEL TODO. La energía creadora, la fuerza motriz, es la energía AMOR. POR AMOR, DIOS COMO TOTALIDAD SE MANIFIESTA COMO PADRE CREADOR. Pero el Amor es también fuerza redentora, liberadora, que nos conduce a la conciencia de ser en la Totalidad . POR AMOR, DIOS COMO TOTALIDAD SE MANIFIESTA EN EL HIJO CRISTO. ¿Con qué objeto? Para elevar la vibración mental y espiritual de lo creado y acercar nuestra conciencia al PADRE al SI MISMO, AL CORAZÓN DEL AMOR, A TRAVÉS DEL ACTO REDENTOR, QUE SUPONE PARA CADA UNO EL RECIBIR PRESTADA POR CRISTO UNA ENERGÍA SUPLEMENTARIA PARA PODER VOLVER A CASA PURIFICADOS. “Volver a casa “es el retorno a nuestra condición original de seres puros sin cuerpo físico, pero con forma energética, que aceptan las leyes divinas como propias y actúan consecuentemente. “Volver a casa” es el regreso a la inocencia perdida, el reencuentro con nuestra condición divina de un modo impersonal, es decir, con una voluntad espiritual que sería idéntica a la voluntad divina y activa según Sus principios voluntaria y libremente aceptados por cada uno. Cristo, el primer Hijo visualizado, que se manifiesta a los hombres para invitarnos a volver a nuestro origen de seres puros actualmente alejados de Dios, vino para mostrarnos,- como en el mito de la Caverna de Platón - el camino de salida a la Luz a través de los Diez Mandamientos y el Sermón de la Montaña, textos básicos para la comprensión de nuestro cometido en la Tierra. Nuestro mapa de ruta. La infinitud de Dios nos garantiza la infinitud del amor. El amor de Dios, al no poder ser aumentado ni disminuido (pues nadie puede aumentar ni disminuir lo infinito), garantiza que la energía Amor del Universo está permanentemente activa. También en cada uno como alma, dando lugar al proceso continuo de creación en el Cosmos material y en el espiritual, aunque de ambos solo el último permanecerá, debido al proceso ascendente de la materia hacia manifestaciones cada vez más sutiles que desembocarán finalmente en la energía primordial en estado puro, según manifiestan las enseñanzas proféticas del cristianismo originario. El ego humano no puede crear amor, sólo sentirlo como destello divino en el alma cuando calla el ego inferior (intelectual, sensorial...). El alma es la receptora del amor,y encierra en su interior el núcleo divino, la esencia pura,el Ser, Dios, en nosotros,cuya energía alimenta también nuestro cuerpo físico. Para ponerse en contacto con esa fuente divina de energía vivificante , desde tiempo inmemorial el ser humano busca el medio de llegar a ella a través del conocimiento y de prácticas espirituales para conocer y eliminar los defectos del ego inferior, que nos arrastra hacia el mundo de los sentidos y de los deseos “demasiado humanos”. Conocimiento de las leyes que rigen el universo material – espiritual, y práctica de sus virtudes liberadoras, constituyen juntas la plataforma de la evolución. Muchas claves se han dado a las diferentes humanidades pobladoras del Planeta en diferentes épocas y lugares. Todas esas claves pretendieron – y pretenden aún – conseguir armonizar a cada ser humano con su entorno físico, con El Todo universal y con las leyes que lo rigen. Pero también se pretende armonizar a cada ser humano con la energía Amor, con la energía divina. Oración, meditación, altruismo, dominio de los sentidos, control de la mente y del cuerpo físico han sido constantes referencias (en cualquier época histórica, en cualquier filosofía de la evolución de la conciencia) para conseguir conectar a cada uno con el Manantial de la energía divina que en nosotros fluye sin cesar, para hacerlo consciente en cada ser humano, y para que pueda ser integrado conscientemente en el Gran Río Universal de la Vida. Para cualquier educador, todo cuanto se afirma aquí permite avanzar hacia una educación transpersonal.

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