viernes, 8 de julio de 2011

La Sexualidad y La Feliciadad un Nexo clave y no se habla

Sigmund Freud fue quien más investigó sobre la sexualidad humana y el único que elaboró una teoría que revolucionaría la psicología del siglo XX.

Pero no logró completar su investigación sobre la sexualidad femenina, ya que consideraba más complejo el desarrollo sexual de la mujer, el cual demandaba un estudio específico.

Según la doctrina psicoanalítica las diferencias anatómicas de los sexos (ausencia o presencia del pene) produce la fantasía de castración en ambos sexos, o sea que esta diferencia atribuye al cercenamiento del pene en la niña o la amenaza de la pérdida del pene en el niño.

En el niño tiene el significado de una amenaza debido a sus actividades sexuales y su tendencia hacia la madre, lo que le causa angustia y en la niña representa un perjuicio sufrido que puede negar, compensar o reparar.

El complejo de castración se relaciona con el complejo de Edipo, principalmente en lo que se refiere a las normas o prohibiciones.

Este complejo se puede manifestar nuevamente en forma simbólica en algunos trastornos neuróticos que implican pérdidas físicas o fobias a animales.

El complejo de castración, según la vasta experiencia clínica de Freud, se encuentra en todo análisis, pudiéndose referirse ya sea a la envidia del pene, el tabú de la virginidad o al sentimiento de inferioridad.

Para el niño, el peligro de la castración es su padre, siendo esta situación más ambigua en la mujer quien Freud supone que se siente privada del pene por la madre que a su vez fue castrada por el padre.

Este complejo de castración inicia el deseo de la niña del pene paterno y su ingreso en el complejo de Edipo, en tanto que para el niño representa la crisis terminal del Edipo al serle prohibida la madre como objeto sexual.

La angustia de castración ingresa al niño en el período de latencia y permite la formación de la estructura psíquica denominada Superyo (o deber ser).

El niño no puede elaborar el complejo de Edipo e identificarse con su padre si no se le ha prohibido utilizar su pene para relacionarse con su madre.

La amenaza de castración que conlleva la prohibición del incesto, representa la Ley instaurada por el hombre primitivo que amenazaba a sus hijos con la castración para reservarse para él a las mujeres de la tribu.

Pero se puede considerar una prohibición cultural que existe en la gran mayoría de los grupos humanos desde la antiguedad.

En la mujer el complejo de Edipo significa un cambio de objeto amoroso único, o sea de la madre al padre en tanto que el niño no necesita hacer este cambio.

En la niña es más difícil señalar el momento de la elaboración del complejo de Edipo, considerándose que culmina cuando tiene un hijo, símbolo del pene que no tiene.

Freud enfatizó que el complejo de Edipo no es simétrico al del niño ya que solamente en el varón se manifiesta este vínculo que marca su futura estructura psíquica.

Sin embargo, Jung propone la expresión complejo de Electra, que presupone la misma posición en la niña que en el niño con respecto a sus padres.

Electra, fue un personaje mitológico, hija de Agamenón, rey de Argos, que impulsó a su hermano Orestes a vengar la muerte de su padre asesinado a su madre Clitemnestra.

Pero además, la mujer en su desarrollo sexual, no sólo debe cambiar de objeto amoroso sino también de zona erógena que pasa de ser del clítoris al fondo de la vagina.

Las zonas erógenas de todas las fases del desarrollo, como la boca, el ano, el clítoris, continúan siendo puntos sensibles esenciales en el juego amoroso para la mujer, y culmina en la sexualidad madura en el fondo de la vagina.

El traslado hacia esta nueva zona erógena exige un aprendizaje en la mujer, que se logra con mayor facilidad teniendo parejas estables que aprenden a su vez a controlar sus eyaculaciones precoces.

Las relaciones ocasionales no atienden estas consideraciones debido principalmente a que no existe un vínculo afectivo que obligue a pensar en lo que ocurre con el otro, fuera de su propia satisfacción.

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