lunes, 30 de abril de 2012

Belen Altuna: Lo que dice tu rostro


«Por muy bien vestidos que estemos vamos desnudos de cuello para arriba» Belén Altuna publica 'Una historia moral del rostro'. La escritora zarauztarra es profesora en la UPV y ha dedicado ocho años al estudio del rostro humano 28.02.11 - 02:47 - ROBERTO HERRERO | SAN SEBASTIÁN. ImprimirEnviarRectificar 1 voto2 votos3 votos4 votos5 votos4 votos0Comentarios | En Tuenti «En un encuentro el 80% de la información que recibimos proviene del lenguaje del rostro» «La cara está en medio de lo que hay dentro de nosotros, digamos el alma, y lo que pasa fuera» «Es impresionante la forma en que nos embelesa un rostro muy bello» «Usted, invisible lector, tiene cara de buena persona. O tal vez no. Cara de listo o puede que de pocos amigos, pero en todo caso, tiene cara, eso seguro. Y eso es como tener un texto en la frente que se está escribiendo constantemente. Un texto que, no se sabe cómo, todos los que le miran saben leer con mayor o menor acierto. Por muy bien vestido que esté, está desnudo, amigo. Y vive entre miles y miles de seres desnudos de cuello para arriba, en una comunidad de rostros que se leen mutuamente». Belén Altuna es la autora de estas palabras escritas en un libro apasionante: 'Una historia moral del rostro'. Un ensayo publicado por Pre-Textos y el resultado de ocho años de trabajo de esta doctora en Filosofía y profesora de Ética y Filosofía de la Cultura en la Universidad del País Vasco. Con una expresión siempre sonriente explica que «el rostro refleja todas las emociones. Las básicas: la alegría, la tristeza, la ira, el asco, etc, pero también las emociones secundarias, las sociales: la compasión, la indignación, la admiración y, muy especialmente, la vergüenza. Somos animales sociales y lo somos a través de la cara». La cara y el destino El libro, que se presenta hoy a las 19.30 horas en el centro cultural Koldo Mitxelena, tiene un enfoque filosófico, pero bastante accesible a todo el mundo. «Huyo como de la peste de la jerga filosófica más cerrada o para iniciados». Se habla en él, entre otros muchos temas, de la belleza, de la mirada como el mayor enemigo de la mentira, de si la cara es el espejo del alma y de cómo la vida va dejando una huella en el rostro que, quizás, podamos cambiar en parte. Dice la sabiduría popular que la cara es el espejo del alma y Belén Altuna matiza: «Sí y no, la cara está en medio de lo que hay dentro, llamémosle alma, espíritu o como queramos denominarlo, y lo que hay fuera». Fuera es «todo lo que a uno le toca vivir, desde el clima, las enfermedades o la biografía de cada uno. La cara es un espejo de lo de dentro y también de nuestra biografía exterior. Por ejemplo, cuando vemos a una persona triste ponemos inconscientemente una cara triste y estamos viviendo un reflejo del alma de otro». ¿La vida nos va dejando una huella en el rostro que no podemos cambiar? «En la cara también se ve hasta qué punto somos libres de construir nuestra vida o estamos determinados por nuestros genes o por nuestro entorno social. A mucha gente se nos pone la cara de nuestra madre o de nuestro padre a medida que cumplimos años, pero por otra parte también escapamos de nuestro destino porque nuestra cara adulta es así mismo producto de nuestras decisiones y de nuestros deseos. Nos deja huella de lo que nos ha pasado, pero también del futuro. Nos habla de la intención, de lo que se puede esperar de una persona». La trampa de la belleza Lo que, en su opinión, es inevitable es que nos juzguen por las señales que emite nuestra cara. «En un encuentro cara a cara normal más del 80% de la información que deducimos sobre lo que está pasando proviene de la parte no verbal, sobre todo del lenguaje del rostro». Y, ¡ojo!, ese es un lenguaje «que todos sabemos leer, en cualquier idioma, porque siempre hemos necesitado saber en quién podemos confiar y en quién no». Pero a la hora de sacar conclusiones de los rostros ajenos solemos caer en una trampa: la belleza. «Los griegos ya decían que los tres grandes valores son el bien, la belleza y la verdad. Es impresionante la forma en que nos embelesa un rostro o un cuerpo bello. Ocurre lo que psicólogos llaman el efecto halo, que es que a las personas muy bellas les suponemos cualidades psicológicas positivas, pensamos que son mejores personas. Y con las personas poco agraciadas ocurre lo contrario. Hacemos esa deducción de una manera intuitiva y constante». Quien no sea un bellezón que no se apure. «En la cara lo que más peso tiene es la mirada. Y si el alma está en algún sitio sin duda es ahí. Alguien que tenga expresiones amables, risueñas, bondadosas, compasivas, con la edad se irán plasmando en su rostro. Así que desde dentro en alguna medida podemos trabajar nuestra cara».

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