domingo, 10 de junio de 2012

Tenerlo crudo


Las leyes de la atracción: así elegimos a nuestros amigos

Las leyes de la atracción: así elegimos a nuestros amigos
Esperamos que nuestros amigos nos refuercen la autoestima. (Corbis)
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“Quiero a todos mis amigos con sus defectos y virtudes, tal como son, hagan lo que hagan”. Es una frase que escuchamos con frecuencia, pero que dista mucho de ser cierta, según señalan las investigaciones realizadas durante los últimos años. No les queremos por sus cualidades, sino por la forma en que reconocen las nuestras, como si fuesen un espejo del que esperamos que nos devuelva la imagen deseada. La autoestima y la imagen personal son aquellos aspectos que esperemos ver reforzados cuando establecemos contacto con nuestros amigos.
Según Carolyn Weisz y Lisa F. Wood de la Universidad de Puget Sound, el componente principal de la amistad es su capacidad para reforzar nuestra identidad. A través de un experimento realizado durante más de cuatro años con un grupo de universitarios, las investigadoras descubrieron que aquello que definía una amistad a largo plazo era su capacidad de hacer a los miembros de la relación parte de un proyecto común.
Durante la investigación, se fijaron cómo aquellos que habían señalado en las primeras fases de la relación que lo que más les gustaba de su nuevo amigo era que les apoyaba a la hora de ser como eran, seguían siendo amigos cuatro años más tarde, cuando volvieron a ser consultados. Llamó la atención de las científicas que no se trataba simplemente de que mantuvieran el contacto, sino que ahora consideraban a estos como sus mejores amigos.
La retroalimentación positiva, que contribuye a reforzar nuestra imagen deseada, es el factor más valorado en una relación. El estudio señalaba que casi cualquier persona puede ser un potencial amigo, ya que en ese sentido “somos bastante liberales”. Sin embargo, hacer que alguien se sienta parte de un grupo es lo que diferencia a las grandes amistades. “Cuando alguien considera que otra persona apoya  sus valores de identidad, estará más inclinado a apoyarle, a comprometerse con él e incluso a tolerar sus discrepancias”, señalaba el estudio.
La intimidad es lo que diferencia una verdadera amistad del simple compañerismoMantenemos una imagen mental idealizada de nosotros mismos, por lo que si nuestros amigos nos devuelven una impresión que se corresponde con lo que tenemos en la cabeza, seguiremos considerándolos deseables. Esto implica un efecto negativo: aquellos que contradicen nuestra imagen son percibidos como poco deseables, y es probable que rompamos rápidamente nuestra relación con ellos. Demasiada retroalimentación negativa –“esto te queda mal”, “quizá deberías ser menos lanzado”, etc.–  suele provocar un efecto de rechazo si no ha sido solicitada de antemano.
Cómo se forman las amistades
Para Beverly Fehr, autora de Friendship Processes (SAGE), el objetivo final de la amistad también es integrarnos en la sociedad. En su libro describe detalladamente las fases por las que nos hacemos amigos de alguien.
En primer lugar, seleccionamos nuestras relaciones entre aquellos con los que interactuamos. Según un estudio realizado hace unos años sobre la dinámica de un edificio de apartamentos, los que vivían en el mismo piso tenían más posibilidades de forjar una amistad que los que residían en plantas diferentes, por una cuestión de mera cercanía física. Frente a la consideración idealizada de que seleccionamos a nuestras amistades libremente, a partir de una muestra enorme, en realidad nos encontramos muy condicionados por nuestro entorno inmediato.
El siguiente paso se produce a partir de un juego semejante al del cortejo.Cuando estimamos que una persona puede interesarnos como amigo, le proporcionamos información que no daríamos a cualquiera, y esperamos su reacción. De ella dependerá si finalmente pasa a formar parte de nuestro círculo cercano o no. Si corresponde de forma semejante, proporcionando información valiosa en el mismo sentido, estará indicando no tanto que desea compartir dichos sentimientos contigo como que quiere ser tu amigo. Si no lo hace, habrá declinado dicha oferta.
Es más probable que una persona te haga un favor si antes te ha hecho otro que si te lo debeLa última y definitiva fase es la intimidad, lo que más nos cuesta ofrecer y lo que diferencia una verdadera amistad del simple compañerismo. Marco Tulio Cicerón se preguntaba hace ya veintiún siglos “qué cosa hay más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo”. Se trata del momento en que dos personas identifican rápidamente las necesidades y anhelos del otro y no tienen ningún reparo en compartirlos.
La importancia de la generosidad
En su estudio, Fehr recuerda que la ayuda material que un amigo ofrece es un factor secundario en la relación. Es decir, prestar una cantidad de dinero o ayudar en una mudanza es positivo, pero no constituye una de las condiciones imprescindibles para considerar a alguien un amigo. Al contrario, no es recibir lo que fortalece el sentimiento de amistad, sino dar.
Es lo que se ha denominado el efecto Ben Franklin, por su célebre afirmación: “Es más probable que una persona te haga un favor si antes te ha hecho otro que si te lo debe”. Se trata de uno de los más llamativos descubrimientos del comportamiento humano, que afirma que es muy probableque si hacemos un favor a alguien, sea quien sea, terminará cayéndonos bien. Más incluso que si nos ayuda.
La gente que tiene problemas para mantener relaciones de amistad suele sufrir estrés mental y enfermedadesPara ilustrar dicha concepción, un célebre  experimento contaba cómo, después de un concurso simulado realizado por un investigador de incógnito, éste se acercó a un grupo de participantes del mismo y les suplicó que le devolviesen el dinero ganado porque lo había puesto de su propio bolsillo. Cuando preguntaron a los estudiados cuál era su opinión sobre dicho personaje, los que le habían ayudado lo valoraron de forma más positiva.
Parecido al amor
Debra L. Oswald señala en su artículo Friendship Maintenance que aunque el proceso de mantener una amistad es mucho más complicado y tedioso que el de crear una nueva relación, al encontrarse menos ligado a la novedad,contribuye en un alto grado a la satisfacción vital. Oswald utilizó los cuatro factores habituales para definir la satisfacción en una relación –positividad, apoyo, apertura e interacción–, para averiguar cuáles son los más definitorios en una relación y descubrió que los tres primeros eran los más decisivos.
En un alto grado, las características que definen la permanencia de una relación de amistad son muy semejantes a los de la relación romántica. Con una gran diferencia: mientras en una relación de pareja es necesario compartir tareas y un mismo círculo de amigos, esto no es imprescindible en la amistad. Oswald concluía señalando que “la gente que tiene problemas para mantener relaciones de amistad suele sufrir estrés mental, sentimientos negativos y enfermedades físicas”y animaba a desarrollar el que consideraba nuestro punto más débil: la capacidad para mantener una relación a lo largo del tiempo.

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