lunes, 26 de diciembre de 2011

La Filosofia nos puede enseñar a Pensar: Lou Marinoff

Aunque «filosofía» y «práctica» son dos palabras que la mayor parte de la
gente no suele relacionar, lo cierto es que la filosofía siempre ha
proporcionado herramientas que las personas puedan usar en la vida
cotidiana. Tanto Sócrates, que se pasaba el día debatiendo cuestiones de
gran importancia en el agora, como Laozi, que recopiló sus consejos sobre
cómo seguir el camino del éxito evitando todo perjuicio, querían que sus
ideas fuesen de útilidad. La filosofía, al principio, era una forma de vida, no
una disciplina académica; es decir, no solo objeto de estudio sino también
de aplicación. No fue hasta el siglo pasado, aproximadamente, cuando la
filosofía se vio consignada a un ala esotérica de la torre de marfil, llena de
avances teóricos pero desprovista de toda aplicación práctica.
«Filosofía analítica» es el término técnico que designa lo que, con toda
probabilidad, acude a su mente cuando piensa en filosofía. Este es el
campo tal como se define desde un punto de vista académico. Esta clase de
filosofía es, en su mayor parte, abstracta y autorreferencial, y dice muy poco
o nada acerca del mundo. Rara vez puede aplicarse a la vida. Dicho
enfoque es apropiado para las universidades. Los estudios básicos de
filosofía deberían formar parte de todo plan general de educación; una
universidad sin departamento de filosofía es como un cuerpo sin cabeza.
Ahora bien, la mayoría de los campos de estudio académico en los que
existe una rama de investigación pura también cuenta con una rama
aplicada. Se pueden estudiar matemáticas puras o aplicadas, ciencias
teóricas o experimentales. Si bien es esencial para cualquier campo de
estudio expandir sus fronteras teóricas, la filosofía académica últimamente
se ha excedido en su énfasis sobre la teoría en detrimento de la práctica. Mi
misión en estas páginas es recordarle que la sabiduría de la filosofía de la
vida, que está relacionada con la vida real y la forma de vivirla, precede a la
instítucionalización de la filosofía como una gimnasia mental que no tiene
nada que ver con la vida.
La filosofía está volviendo a la luz del día, donde las personas corrientes
pueden entenderla y aplicarla. Las ideas atemporales sobre la condición
humana son accesibles para usted. Nosotros, los profesionales de la
filosofía, las sacamos de los mohosos estantes de la biblioteca, les
quitamos el polvo y las ponemos en sus manos. Usted puede aprender a
utilizarlas. No precisa experiencia previa. Quizá quiera reconocer el terreno
antes de emprender su propia andadura, y este libro le ayudará a hacerlo,
proporcionándole la clave para descifrar las señales que hallará en elLou Marinoff
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camino de modo que disfrute de un viaje seguro y fascinante, tanto si lo
realiza a solas como en compañía de un amigo.
De ningún modo es necesario ser doctor o licenciado en filosofía para
beneficiarse de la sabiduría de todos los tiempos. Al fin y al cabo, tampoco
necesita estudiar biofísica para dar un paseo, ser ingeniero para plantar una
tienda de campaña o ser un experto en economía para encontrar empleo.
De la misma forma, no necesita estudiar filosofía para llevar una vida mejor,
aunque tal vez necesite practicarla. La gran verdad sobre la filosofía (y éste
es un secreto bien guardado) es que todo el mundo puede ejercerla. La
investigación filosófica no es coto vedado de filósofos licenciados o
diplomados; basta con la voluntad de enfocar el tema en cuestión en
términos filosóficos. No hace falta que le pague a alguien (aunque puede
que aprenda y disfrute del encuentro con un profesional), ya que con un
interlocutor voluntarioso, o incluso por su cuenta, podrá hacerlo en su propia
casa, en una cafetería o, ya puestos, hasta en un centro comercial.
Como consejero filosófico soy un abogado en defensa de los intereses de
mis clientes. Mi trabajo consiste en ayudar a las personas a comprender con
qué clase de problema se enfrentan y, mediante el diálogo, desenmarañar y
clasificar sus componentes e implicaciones. Les ayudo a encontrar las
mejores soluciones: un enfoque filosófico compatible con su propio sistema
de creencias y, al mismo tiempo, en consonancia con principios de
sabiduría consagrados que contribuyen a llevar una vida más virtuosa y
efectiva. Trabajo con mis clientes para identificar sus creencias
(proponiéndoles la sustitución de las que resultan inútiles) y explorar
cuestiones universales relacionadas con el valor, el significado y la ética.
Trabajando con este libro, usted puede aprender a hacer lo mismo por su
cuenta, si bien es posible que le resulte más provechoso contar con otra
persona que quiera profundizar en el mismo tema.
La mayor parte de mis clientes acude a mí para asegurarse de que sus
actos son acordes con su propia forma de entender el mundo, y confía en
mí para que les llame la atención sobre cualquier contradicción en la que
incurran. El objeto del asesoramiento filosófico es el presente (y la mirada
hacia el futuro) más que el pasado, al contrario de gran parte de las
psicoterapias tradicionales. Otra diferencia es que el asesoramiento
filosófico tiende a desarrollarse a corto plazo; Con algunos clientes nos
reunimos en una única sesión. En mi caso, lo más frecuente es que trabaje
con alguien algunas veces durante un período de unos pocos meses. El
tiempo más largo que he dedicado a una persona ha sido de cosa de un
año.

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