lunes, 26 de diciembre de 2011

Lou Marinoff : Mas Platón y menos Prozac

Una sesión de asesoramiento filosófico es algo más que el mero análisis de
las dificultades sirviéndose de bien fundados fragmentos de literatura
filosófica, aunque un simple aforismo en ocasiones puede dilucidar el
problema más intrincado. Es el diálogo, el intercambio de ideas en sí
mismo, lo que resulta terapéutico. Este libro le proporcionará toda la
información necesaria para que aclare su propia filosofía, así como una guía
para conducir su deliberación interior o el diálogo con un amigo. Le
enseñaré la manera de ser lo bastante radical como para considerar todas
las opciones, pero con la suficiente prudencia para elegir la correcta.
¿Platón o Prozac?
Antes de confiar únicamente en la filosofía para hacer frente a un problema,
debe asegurarse de que ésta resulta apropiada a su situación. Si está
molesto porque tiene una piedra en el zapato, no necesita asesoramiento; lo
que debe hacer es quitar la piedra del zapato. Aunque hable acerca de la
piedra que tiene en el zapato el pie jamás le dejará de doler, por más
empatia que muestre su interlocutor y con independencia de la escuela
terapéutica a la que él o ella pertenezca. Las personas cuyos problemas
sospecho que son de naturaleza física las mando a profesionales de la
medicina o la psiquiatría. A algunos otros les será tan poco útil Platon como
a otras el Prozac. Habrá quien precise primero el Prozac, y luego a Platón, o
una combinación de ambos.
Muchas personas que buscan asesoramiento filosófico ya han pasado por
una terapia que, en última instancia, les ha parecido poco satisfactoria al
menos en algunos aspectos. Las personas pueden salir mal paradas de un
tratamiento psicológico o psiquiátrico si la raíz de su problema es de
carácter filosófico y el terapeuta o el médico al que acuden no lo entiende
así. Puede surgir un sentimiento de desesperación si usted empieza a creer
que nadie será capaz de ayudarle a resolver su problema porque no le
están escuchando como es debido. Una terapia inadecuada supone una
pérdida de tiempo (en el mejor de los casos) y puede con llevar un
empeoramiento de la situación.
Muchas personas que finalmente recurren al asesoramiento filosófico se
han beneficiado previamente del asesoramiento psicológico, pero
consideran que éste no les basta por sí mismo. Sin duda, el pasado nos
condiciona e informa el modo en que solemos ver las cosas; de ahí que
examinar el pasado puede que resulte provechoso. Es posible que la
comprensión de su propia psicología sea una valiosa preparación para
cultivar su propia filosofía. Todos llevamos un equipaje psicológico, pero
librarse del exceso quizá exijas asesoramiento filosófico. La idea es viajar Lou Marinoff
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tan ligeros de equipaje como sea posible. Conocerse a sí mismo (meta que
enfocan de forma distinta el asesoramiento psicológico y el filosófico) no
consiste en memorizar la Enciclopedia de Usted. Hacer hincapié en cada
uno de los detalles, por exquisitos que sean, no logra sino aumentar el
equipaje en lugar de aligerar la carga.
Muchas personas que no tocarían una psicoterapia ni con una pértiga de
tres metros encuentran atractiva y aceptable la idea de conversar con
alguien sobre ideas y puntos de vista. Tanto si usted considera la terapia
psicológica un trampolín como si no, si usted es curioso, especulativo,
reflexivo, analítico y elocuente, puede beneficiarse en gran medida del
asesoramiento filosófico. De hecho, cualquiera con una mente inquieta está
preparado para ese examen de la vida que es el objetivo común de todos
los filósofos.
Una terapia para cuerdos
El asesoramiento filosófico es, en palabras de mi colega canadiense Peter
March, «una terapia para cuerdos». Según mi parecer, esto nos incluye a
todos. Por desgracia, con demasiada frecuencia la psicología y la psiquiatría
han aspirado a catalogar las enfermedades de todo el mundo, tratando de
diagnosticar a cualquiera que entrara en sus consultas en busca del
síndrome o trastorno que sería la causa de su problema. En el lado frivolo,
gran parte del pensamiento New Age toma como premisa que el mundo (y
todos los que en él estan) es tal como debería ser. Si bien en general
deberíamos esperar ser aceptados a pesar de la variedad de idiosincrasias
y defectos que todos tenemos, y pese a que no exista ni ngún motivo para
ver esos defectos como algo anormal (la perfección es lo que carece de
normalidad), tampoco hay razón alguna para juzgar que el cambio esté
fuera de núestro alcance. Cuando Sócrates declaró que una vida sin
reflexión no merecía la pena ser vivida, abogaba por la evaluación personal
constante y el esfuerzo por mejorarse a sí mismo como la más alta de las
vocaciones.
Tener problemas es normal, y la congoja emocional no constituye
necesariamente una enfermedad. Las personas que luchan por hallar una
manera de comprender y manejarse en un mundo que cada día es más
complejo no tienen por qué verse etiquetadas con un trastorno, cuando lo
que en realidad están haciendo es avanzar por caminos consagrados a la
búsqueda de una vida más satisfactoria. En este libro encontrará formas
concretas de aplicar la filosofía al hacer frente a dilemas morales; a
conflictos éticos en el ámbito profesional; a dificultades para reconciliar su
experiencia con sus creencias; a conflictos entre la razón y la emoción; aMás Platón y menos Prozac
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crisis de sentido, propósito o valores; a la búsqueda de la identidad
personal; a las estrategias que es preciso seguir como padres; a la
ansiedad ante un cambio en su trayectoria profesional; a la incapacidad
para alcanzar sus objetivos; a los cambios de la mediana edad; a los
problemas en sus relaciones personales; a la muerte de un ser querido o su
propia mortalidad. He seleccionado y examinado de forma minuciosa las
situaciones vitales más comunes que enfrentan a las personas con su
filosofía. Sea cual fuere el asunto que le preocupe, podrá aplicar las
técnicas e ideas que se recogen en estas páginas.
Al orientarlo en el uso de su propia filosofía, el presente libro hace mucho
más que sugerirle que «se tome dos aforismos y llámeme por la mañana».
Es una guía práctica para los dilemas más frecuentes de la vida. Ofrece un
rápido repaso de la filosofía para quienes nunca asistieron (o no recuerdan)
los cursos elementales, pero también es un riguroso compendio de caminos
que cabe seguir para vivir con más integridad y saúsfacción. Trata sobre las
grandes cuestiones con las que todo el mundo se topa en la vida y facilita
las respuestas que dieron algunas de las mentes más privilegiadas de todos
los tiempos, así como estrategias que le conducirán a la respuesta más
valiosa para usted: la suya propia.
Visión de conjunto
Para que sepa a qué atenerse, a continuación se presenta una breve
descripción de lo que encontrará en este libro.
En esta Primera parte se detalla la práctica filosófica, las formas de usar la
filosofía para ayudarse a sí mismo y los límites de la autoayuda. Tras este
capítulo sobre las vicisitudes que ha sufrido la filosofía tal como se ha usado
(o dejado de usar) en el mundo real (y su reciente recuperación), el capítulo
2 contempla los aciertos y los puntos débiles de la psicología y la psiquiatría
y compara distintas clases de terapias. El capítulo 3 presenta los cinco
pasos del proceso PEACE («paz», en inglés) para enfrentarse a los
problemas con actitud filosófica. El capítulo 4 ofrece un breve repaso sobre
algunos filósofos cuyas ideas son relevantes en mi labor como asesor, con
objeto de proporcionarle cierta perspectiva histórica.
Cada uno de los capítulos de la Segunda parte se centra en uno de los
problemas más comunes que suelen plantearse a los asesores filosóficos,
muestra cómo los aborda la filosofía y le orienta en la aplicación del
pensamiento filosófico en las situaciones que le atañen personalmente. Los
estudios de casos reales están salpicados de explicaciones sobre las
principales escuelas de pensamiento y las teorías filosóficas másLou Marinoff
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destacadas, a fin de proporcionar una gama de opciones a elegir ante cada
una de las situaciones más habituales. Estas son las herramientas que
usted necesita para examinar su propia vida.
La Tercera parte amplía la perspectiva más allá del asesoramiento filosófico
y contempla el ejercicio de la filosofía en varios grupos y organizaciones. El
término práctica filosófica comprende tres tipos de actividad profesional: el
asesoramiento a clientes individuales, a distintas clases de grupos y a
organizaciones de diferente índole. De ahí que cada consejero filosófico
presente un perfil determinado. Algunos consejeros se especializan en un
tipo de práctica; otros extienden sus actividades a más de uno. Aunque este
libro se centra en el asesoramiento individual, las otras clases de práctica
también son importantes y dignas de mención en estas páginas. Los
individuos que trabajan con grupos pueden sacar provecho de tales
encuentros, y es posible que las organizaciones se beneficien de la misma
clase de autoexamen y aclaración filosófica que ayuda a los individuos y los
grupos.
Finalmente, en la Cuarta parte, la lista de recursos adicionales le
proporciona mucha información suplementaria. El apéndice A presenta una
lista de filósofos y sus mejores obras. El apéndice B enumera
organizaciones de asesoramiento filosófico de Estados Unidos y el
extranjero. El apéndice C es un directorio nacional e internacional de
consejeros filosóficos. El apéndice D expone una selección de lecturas
complementarias sobre práctica filosófica y temas afines. El apéndice E le
enseña a utilizar el Yijing, una fuente perenne de sabiduría filosófica que
puede consultar por su cuenta.
Este libro resulta mucho más didáctico que una sesión individual de
asesoramiento filosófico. Con un consejero filosófico, una sesión puede
seguir tres derroteros distintos. Se puede debatir su problema en términos
generales, sin mención de ningún filósofo o filosofía concretos. Se trata de
la clase de conversación que, con toda seguridad, mantendría con un
amigo, cónyuge, pariente, camarero o taxista, y a veces es la mejor manera
de abordar el asunto en cuestión. Usted piensa por sí mismo, empleando
sus facultades críticas y analíticas, recurriendo a las ideas que tiene sobre
sí mismo, y conversando filosóficamente sin intentar adoptar a conciencia
una actitud filosófica.
Otro derrotero habitual en una sesión de asesoramiento consiste en que el
cliente pida unas enseñanzas filosóficas específicas. En esta variante, usted
quizás haya reinventado un planteamiento filosófico y le tranquilice saber
que alguien ya se ha adentrado en ese territorio con anterioridad. Entrar un Más Platón y menos Prozac
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poco en contacto con las escuelas de pensamiento tradicionales tal vez le
ayude a atar cabos o a llenar espacios en blanco, aunque su consejero no
acostumbrará darle una disquisición completa sobre cada tema, a no ser
que usted se la pida.
Existe una tercera alternativa más dura para quienes ya han indagado en
sus problemas de esta manera pero tienen interés en seguir adelante. Esto
conlleva un compromiso mayor y es posible que le remitan a otro consejero
o a explorar la biblioterapia, abordando de pleno determinados textos
filosóficos. Quizá le haya resultado útil un punto de vista budista y quiera
aprender más sobre la práctica del Zen. O quizá le ayudara una idea de
Aristóteles y desee ahondar en su sistema ético. Esta clase de trabajo
puede llevarle a abrazar otros temas de un modo más concienzudo que la
mera experiencia de trabajar sobre un problema concreto, pero no es más
que una opción y, sin duda, no será la adecuada para todo el mundo.
Pese a que el ejercicio de mi profesión abarca estos tres planteamientos,
este libro ilustra principalmente el segundo. Nadie espera que tenga
conocimientos concretos de filosofía; eso corre de mi cuenta. Su tarea
consiste en formular el problema y estar dispuesto a investigarlo desde un
punto de vista filosófico. El diálogo (sea interior o exterior) resultante le será
de gran ayuda para interpretar, resolver o abordar cualquier asunto que le
ataña. No soy un médium que vaya a ponerle en contacto con filósofos del
pasado, sino la guía para adentrarse en sus ideas, sistemas y posturas. En
cuanto los haya conocido, le prestarán un buen servicio para manejar
cualquier situación que surja en su camino.
Nos encontramos con que ni la ciencia ni la religión pueden responder a
todas nuestras preguntas. El psicoterapeuta filosófico Víctor Franki advirtió
que este hecho conducía a un «vacío existencial» y que la gente corriente
necesitaba una nueva vía de salida:
Cada vez se agolpan más pacientes en nuestras clínicas y consultorios
quejándose de vacío interior, de la sensación de una absoluta y definitiva
falta de sentido en sus vidas. Podemos definir el vacío existencial como la
frustración de lo que cabe considerar la fuerza motivadora más elemental
del hombre, a la que podríamos llamar [...] la voluntad de significar.
Franki usó la frase «voluntad de significar» para emparejar dos de las ideas
clave de la psicología: la «voluntad de poder» de Adier y la «voluntad de
placer» de Freud. Ahora bien, tal como Franki previo, había algo aún más
profundo en el meollo del problema fundamental de las personas, y los
tratamientos médicos, psicológicos y espirituales existentes no iban a bastar
para aliviarlo. Hubo un tiempo en que dirigíamos nuestras preguntas sobre
el sentido de la vida y la moralidad a una u otra autoridad tradicional, pero
dichas autoridades se han venido abajo. Cada vez hay más personas que
no se conforman con aceptar pasivamente los dictados dogmáticos de una
deidad inescrutable o las frías estadísticas de una ciencia social imprecisa.
Nuestros más profundos interrogantes siguen sin respuesta. Peor aún, ni
siquiera reflexionamos sobre nuestras creencias.

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