la meta es el camino, en el que explicaba que no se trata de no tener objetivos, estos pueden tenerse y son útiles en muchas ocasiones. Pero los objetivos no pueden convertirse en una obsesión, en algo que nos impida disfrutar del momento presente. El esfuerzo está sobrevalorado, ya que lo que nos hace de verdad efectivos es entrar en flujo y no el hecho de esforzarnos. Y lo peor, no podemos permitir que el no alcanzar nuestros objetivos nos haga vernos a nosotros mismos como fracasados, como un fraude. Cuando asociamos nuestro valor personal con la consecución de un objetivo, es como si estuviéramos diciendo que nosotros no somos suficientemente válidos por ser nosotros mismos. Recordar el cuento que transcribí en este post, sobre los resultados. Somos seres humanos, únicos e irrepetibles y mejor iría el mundo si fuéramos de verdad conscientes de ello.
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