Carter saltó a la fama a principios de 1999, cuando era el entrenador de los Petroleros de la Escuela Secundaria de Richmond, en California, equipo participante en la Liga de la Asociación Atlética de Escuelas Católicas (CHSAA).
El equipo, que marchaba invicto en su división, estaba formado por varios estudiantes con bajo rendimiento académico, lo cual motivó a que Carter cancelara las prácticas y perdiera por incomparecencia dos partidos, desatando la indignación de padres de familia, aficionados y, en principio, de las autoridades de la institución.
Carter encontró respuesta a sus exigencias sobre las calificaciones de sus jugadores, y marcó un hecho sin precedentes en la historia del deporte colegial de su país.
En la actualidad, Ken comparte sus experiencias y mentalidad ganadora como hombre de negocios y a través de la motivación personal.
Dentro de esta actividad, en fecha reciente estuvo en Guatemala para participar de la Cumbre de Liderazgo del Banco G&T Continental.
Lejos de la cancha, ¿cuál es su visión de éxito en el campo que ahora le rodea?
Lo que quiero es inspirar a las personas a ser mejores en su modo de vida, especialmente con la familia. Si la familia es fuerte, la comunidad también lo es.
Creo en hacer felices a las personas, Dios me dio un regalo y ese es hacer feliz a los demás.
¿Cómo ha sido la transición de ser un entrenador deportivo a ser motivador?
Una vez era solo un entrenador de baloncesto, ahora soy entrenador personal y mi motivación de impulsar a las personas a obtener éxito lo ha hecho fácil.
La gente debe entender que debe hacer más de lo que le pagan en sus trabajos, como una inversión para su propio futuro.
¿Cómo marcó su vida lo sucedido hace 12 años, cuando dirigía a Richmond?
Las condiciones deportivas y académicas de las escuelas en ese entonces eran diferentes y lo sucedido no tenía que ver con el baloncesto, sino el entrenar a los jugadores para ser mejores personas y tener una mejor vida.
¿Lo que su decisión causó esa vez fue un triunfo más importante que haber ganado un título de campeón?
Ese equipo era grandioso, pero sus jugadores no querían ir a la escuela porque se creían superestrellas. Pensaban que no necesitaban estudiar y la única forma de hacerlos reaccionar era sacarlos de la competencia.
Ellos lo entendieron así y luego lo hicieron los allegados que, en su momento, querían golpear al entrenador.
¿Cree que su decisión marcó un hecho importante para romper con la corrupción o vicios que han existido en el sistema deportivo académico de EE. UU.?
El modelo puede implementarse en cualquier parte del mundo. A los jóvenes se les debe educar, porque son un tercio de la población mundial, pero son el cien por ciento del futuro.
¿Cuáles cree que son las claves para que un sistema deportivo funcione con éxito?
Que todos se hagan responsables de sus acciones y tengan integridad.
Que los maestros y educadores inculquen la verdad a los jóvenes y se les recompensen cuando tengan éxito.
En la vida real no entregan un trofeo por ser último o por participar, sino a aquellos que dan el cien por ciento y consiguen grandes cosas.
¿Cree que su actividad actual ha sido más productiva, y qué haría si le ofrecen llegar a NCAA o NBA?
Lo que me gusta es entrenar niños y convertirlos luego en jóvenes y adultos profesionales, no solo del deporte. No tengo deseos de entrenar a esos niveles, ya he rechazado las oportunidades que me han ofrecido.
¿Cuál considera que ha sido su éxito más importante como entrenador?
Cada vez que veo a uno de mis estudiantes triunfar. Cada uno de esos chicos es nuestro futuro, y moldeando mentes privilegiadas nos acercamos al éxito.
¿Y cuáles son las claves para conseguir ese éxito?
Ser amable, generoso, bondadoso y tener personalidad. ¿Qué es el éxito?, es la búsqueda de un objetivo que vale la pena. Y ¿qué es un objetivo?, es una idea grande con un plazo para cumplirse.
¿Cómo se debe convertir un sistema deportivo inoperante en uno que produzca atletas de alto rendimiento?
La élite siempre sube a la superficie, pero hay muchos que se dedican al deporte y nunca triunfan. En EE. UU. solo uno de cada 500 mil atletas alcanza el nivel profesional, mientras que Microsoft tiene 35 mil millonarios. Hay que inculcarle a los chicos que sus posibilidades de tener una mejor vida aumentan con una buena educación.
¿Su mensaje es que un profesional puede ser un mejor atleta?
Puede ser. Miremos a los atletas profesionales que han ganado fortunas, y en menos de cinco años las han derrochado y siguen siendo jóvenes. Muchos no ven más allá y no tienen un plan de respaldo para sus vidas.
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