Nos obsesionamos con la búsqueda del amor, de la pareja, del compañero, de la media naranja, pero la mayoría de las veces nuestros encuentros quedan en los primeros fuegos artificiales del amor romántico que muy a menudo no son más que las hormonas dando señales de atracción y la cabeza armando la escenografía: anhelos, aspiraciones, proyecciones enmascarando el mero deseo. Y cuando damos pasos más allá y reconocemos que era solo amor sexual y éste tiene lugar, en algún momento el fuego se debilita, y aunque echemos más leña, las cenizas se van volando en la brisa del desinterés.
Tenemos épocas en las que parecemos un barquito a la deriva en un mar hormonal, pero ¿qué dice el corazón en su llamado al dar incondicional? Generalmente no lo escuchamos, aunque hablemos de corazones rotos. Lo único que se rompe es la idea de lo que esperábamos que esa relación nos fuera a dar. Buscamos la satisfacción en muchos aspectos, proyectamos nuestra película, y resulta que la otra persona tenía otro argumento para su propia actuación.
Es así. Vivimos buscando el amor a uno mismo en el sexo, pero nunca lo encontraremos hasta que no lo hayamos anclado adentro. Nunca el otro será todo lo que uno necesite que sea para satisfacernos. La forma de sentirse completo solamente puede venir a través del amor a uno mismo.
La unión entre dos personas que aman incondicionalmente sería la expresión de unión sexual más elevada, por supuesto. Habría mucha nutrición, y es hermoso crecer con tu pareja. Pero esto incorpora muchas otras cosas, y éstas no solo son acerca de la sexualidad. El amor es mucho más complejo y mucho más completo que únicamente el sexo.
Pero si me preguntás sobre sexo solo por el sexo mismo - buscandolo en internet, por ejemplo, o teniendo sexo con muchísimas parejas en discos y spas - y me preguntás si eso es amor, te digo que no. Eso solo es otra adicción. Solo es otra forma que tiene la humanidad para tratar de olvidarse de sí misma y encontrar la satisfacción afuera.
¿Y hay algo malo con eso? No, por supuesto que no. No hay nada malo con nada. Podemos ver a través de aquello y darnos cuenta que tampoco nos satisface. Y nuevamente el llamado se hace más fuerte: volver a casa, a nosotros mismos.
Cuando veás que te es difícil estar o ser en algo o con alguien un cien por ciento, que comenzás con entusiasmo y luego te desanimás y lo dejás, recordá que es un lugar en vos que no estás amando y donde no estás siento total, y que la gran aventura, la gran relación es el abrazar eso completamente, pues tratamos de satisfacer o llenar ese espacio con lo externo: las relaciones, los proyectos, las sustancias o lo que fuera.
Recuerdo que cuando comencé a experimentar conciencia, todo lo demás se tornó irrelevante. Lo único que yo quería era más conciencia, más conciencia. Nada del afuera me podía dar plenitud. Esa fue mi experiencia. Para ese entonces yo ya había hecho todo lo que yo había querido. Me había sumergido en mis previas pasiones un cien por ciento, las había agotado, de modo que cuando encontré conciencia, fue todo lo que quise. Me volví más apasionada por esto que por cualquier otra cosa, y yo siempre fui apasionada con todo lo que hacía, siempre supe exactamente qué es lo que quería hacer, le di a todo un cien por ciento.
Vos también, un día, querrás saber quién sos, querrás realmente enamorarte completa e incondicionalmente de la persona que siempre vivirá contigo: vos mismo. Y entonces, al encontrarte así, podrás luego tener las mejores relaciones con otras personas, pero ya no será por necesidad, sino puro amor incondicional, en abundancia y siempre.
Aprende a Sentirte Bien
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placenteras qu...
Hace 6 años
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