martes, 9 de agosto de 2011

La Ilusión De Vivir de Enrique Rojas

Gracias a que tenemos ilusiones somos capaces de realizar actos que creíamos improbables o poder realizar aquellos sueños dorados a los que ansiábamos; nos motiva de sobremanera. Hay que decir que el hombre precisa absolutamente de la ilusión para poder vivir. Ya sea por inatención o fantasía, todos los días vivimos ilusiones.

El autor, Enrique Rojas, se vale de una serie de fragmentos de la obra de Julián Matías para expresarse y tratar este tema. Afirma que tener ilusiones es estar vivo, programar objetivos, tratar sacar lo mejor de cada uno, crecer ante las dificultades y llegar a esa cima ideal. Yo soy de la opinión de que las personas mueren cuando pierden la ilusión por vivir. Además, comenta el autor que la ilusión constituye la dimensión esencial de porvenir, con lo que pretende relacionar directamente la ilusión con el futuro.

El autor no duda al afirmar que el sufrimiento es algo necesario para la maduración. Si no me equivoco, esto se debe a que el hombre trata de sufrir lo menos posible. Entonces, cuando lo pasamos mal por algo, hacemos lo imposible por tratar de que ello vuelva a suceder, por lo que contribuimos al desarrollo de nuestra personalidad.

He intentado explicar un poco el porqué del título del libro, y el autor aborda temas tan profundos en su primer capítulo como la vida misma. Diferencia, para empezar, los términos profesor y maestro. Estoy totalmente de acuerdo, no es lo mismo un profesor que se limita a exponer el temario a sus alumnos que aquel que, además de explicar el contenido de los libros de texto, da lecciones que en realidad nos serán útiles en nuestro futuro.

También es cierto que el optimista ha sabido educar su mirada para descubrir lo positivo que se asoma a su alrededor, además tiene la cualidad de no perder la calma cuando todo parece venirse abajo.

El misterio de cada vida... se dice que toda vida es una promesa y un misterio. Creo que efectivamente así es, ya que al vivir siempre nos prometemos algo a nosotros mismos, pero hay un misterio que modifica estas promesas, nuestro destino. El famoso tópico de que cada persona es un mundo, se puede adaptar a esta realidad, la historia o vida, biográficamente hablando de cualquier persona, puede ser una odisea.

Especialmente, me llamó la atención esta oración: “La felicidad no depende de la realidad, sino de la percepción de la realidad que uno hace”. Es decir, todo depende del punto de vista con que se mire, ya que si somos optimistas, en nuestra memoria quedarán tan sólo los buenos recuerdos (los que nos hacen realmente felices), dejando a un lado los malos, que en realidad tienen utilidad nula en nuestro futuro.

En la didáctica de la vida, E. Rojas, muestra a la vida como educadora del hombre, claro está, vivir es ir aprendiendo. No hay nada más enriquecedor para un joven que mantener una conversación con una persona veterana. Ellos, que ya han vivido mucho más que nosotros pueden servirnos de guía y aconsejarnos sobre cualquier cosa, siempre ellos nos propondrán el camino correcto. Yo, personalmente, suelo tratar con personas de edad. Lo que más me impresiona es que muchas de estas personas “ancianas”, pese a su edad, siguen teniendo el interés y la curiosidad por aprender. Ellos jamás lo sabrán todo, y son conscientes de ello.

Partiendo de la base de tener claro lo que queremos, la vida nos irá enseñando y nos irá llevando por el buen camino. Cometer un error nos sirve de referente para no errar de nuevo en el futuro.

En resumen, la didáctica de la vida consiste en:

1.- Tener un conocimiento personal de nosotros mismos: “Conócete a ti mismo”.

2.- Tener una visión global de la vida

3.- Por último, tener una panorámica de la propia biografía.

Llegar a ser uno mismo es una tarea hermosa cuando se van viendo los resultados, pero al principio todo se hace imposible. Esta reflexión aparece en el apartado “Vidas ejemplares”, y creo que el autor pretende decirnos que cuando en realidad valoramos nuestro trabajo y nuestro esfuerzo es cuando llegamos a la vejez, que es cuando recogemos los frutos que hemos ido sembrando a lo largo de toda una vida.

Saber vivir para saber morir significa que no debemos darle la espalda a la muerte, pero sí tenerla presente y reflexionar sobre ella. Además coincido con el autor en que debemos aspirar a sacarle el máximo partido a la vida, todo lo bueno, grande y positivo que lleva dentro. La felicidad consiste precisamente en ello.

Debemos hacer todo lo posible por que la vida y la muerte tengan dirección, contenido y estructura.

Hay un apartado titulado “Un balance existencial: el haber y el debe”, en el que se muestra la muerte como lo más firme y seguro que se ha inventado hasta ahora en la vida. Está claro, todos en algún momento vamos a hacer uso de ella, es algo que nadie puede evitar. Todos sabemos que se trata de un proceso doloroso, ya que el hombre es un animal descontento, cuando alguien muere, siempre queda la incertidumbre y el desconsuelo de que le quedaba algo por hacer.

En el segundo capítulo el autor aborda la cuestión del amor en la historia del pensamiento, comienza haciendo unas reflexiones sobre el amor en el pensamiento antiguo, es ahí donde nos damos cuento de cómo ha ido cambiando este concepto a lo largo de la historia, desde los tiempos de Aristóteles y Platón hasta nuestros días, se afirma que el amor es el deseo de engendrar en la belleza. La descripción del amor por parte de San Pablo merece una especial mención: el amor es paciente, bondadoso, no tiene envidia, es jactancioso, no es engreído, no es descortés, no es interesado, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. El amor no pasa jamás.

En los tiempos medievales reinaba la afirmación “ama y haz lo que quieras”. Con esta frase se pretendía decir que la vida es amor y que su objetivo final es la plenitud, además el amor es un acto de voluntad. Hubo dos pensamientos que eran algo contrarios pero a la vez complementarios: El de San Agustín - “orden del corazón”. Y el de Santo Tomás de Aquino - “orden de la razón”. En mi opinión ambos son necesarios, creo que la suma de ambos nos puede llevar al buen amor.

Creo que el amor cortes le ha servido al hombre como ejemplo a seguir durante mucho tiempo. El amor cortés es aquel modelo en que todos nos fijamos. Ha sido empleado muy frecuentemente en la literatura. Y ha sido precisamente la literatura quien le ha dado mucha de la importancia que ha tenido durante un largo periodo de tiempo.

A continuación se trata el amor gentil o caballeresco, aquel que lo sacrifica todo y lo deja todo por la persona amada. Generalmente, aquel que ama gentil y caballerosamente suele perjudicarse y sacrificarse con el objetivo de complacer a la otra persona.

El término amor platónico suele ser empleado con frecuencia para referirnos a la pasión que se siente por alguien que nunca nos corresponderá. Pero al analizarlo descubrimos varias curiosidades.

Su nombre proviene de Platón y puede tener varios sentidos:

1.- Contemplativo: Una relación afectiva que se basa en la imaginación y la fantasía.

2.- Idealización afectiva: No trata la realidad como es sino como debería ser.

3.- El nacimiento del verdadero hombre europeo: fruto de todas las corrientes que han sido traídas a Europa por las civilizaciones que aquí se han establecido a lo largo de la historia.

También la literatura ha empleado el amor platónico en muchas obras de gran importancia, sobre todo en el siglo XV, cuando destacaron numerosos autores españoles en el ámbito internacional.

En el Renacimiento el hombre se hace protagonista, y hay dos cuestiones que fueron primordiales entonces: ¿quién soy yo?... ¿cuál es mi vida?

El hombre es libertad y se impone como lo más significativo. Pierre de Rondsard fue uno de los más destacados escritores de lírica renacentista. E. Rojas reproduce un fragmento de su obra, donde se pueden leer versos exquisitos.

Además de un concepto algo revolucionario del amor, en el Renacimiento se le da otro significado a la palabra belleza. La belleza interior se halla más tarde porque normalmente está escondida, pero tiene un carácter más permanente.

Corroboro esta afirmación, ya que cuando conocemos a alguien nos fijamos inmediatamente en la apariencia exterior, y la belleza interior sólo la podemos descubrir tras conocer y estudiar a esta persona con detenimiento.

El amor renacentista distingue tres clases de amores que impulsan al hombre:

1.- El amor a la belleza corporal. Creo que es lo primero en que, todavía hoy en día, nos fijamos.

2.- El amor al conocimiento, basado en la literatura, la poesía, el arte...

3.- El amor al orden y al equilibrio (siglos xv y xvi).

Tras varios apartados hablando del amor, debemos sacar en claro qué es realmente. Es filósofo, es un sentimiento gratificante, de aprobación de algo o alguien, que se acompaña de la tendencia a poseerlo. Es positivo y es ir hacia ese algo que hemos descubierto.

Para comenzar el tercer capítulo E. Rojas hace unas meditaciones a cerca del amor y la felicidad. No hay felicidad sin amor y no hay amor sin renuncias. Pero, ¿en qué consiste la felicidad realmente? Pues es vivir en armonía con uno mismo. Creo que consiste simplemente en esto. Si logramos convivir en armonía con nosotros mismos, podremos alcanzar la felicidad tan deseada. Con frecuencia se hace un mal uso de la palabra amor, pero deberíamos ser más cautos a la hora de decir que amamos.

Otro modo de enfocar el significado de la palabra amor es refiriéndonos al amor inteligente, en pocas palabras: Una creación personal, capaz de ensamblar al mismo tiempo los sentimientos, la inteligencia y la espiritualidad como puente entre uno y otro. Así lo define el autor. El amor va directamente relacionado con el término convivencia, es decir, compartir, tomar parte en la vida ajena y hacer partícipe de la propia la otro. En mi opinión particular, creo que se pueden dar casos en los que exista amor, pero, al mismo tiempo, no haya una convivencia fluida, por lo que, la buena relación afectiva se ve fuertemente perjudicada. Es por eso que la convivencia es un arte. Se dan una serie de puntos fundamentales para lograr una buena convivencia:

1.- Tener un conocimiento adecuado de uno mismo. Pienso que nos puede ayudar a comprendernos y conocer nuestros puntos débiles.

2.- Sobreesforzarnos por limar, pulir y rectificar aquellos aspectos de la personalidad que dificultan, entorpecen o impiden el trato y la relación cotidiana. Creo que esto consiste en poner un poco de nuestra parte para evitar que nuestra personalidad o nuestra manera de ser incomode al otro.

3.- Por último, es necesario también conocer la realidad en la que se desarrolla la convivencia, la situación concreta en la que tiene lugar esa relación: su diversidad, su perímetro, su estructura. Pienso que en este aspecto se debe ser realista y no intentar ocultar la verdad.

La amistad es el siguiente aspecto que tratamos. Se dice que es el plato fuerte del banquete de la vida. En mi opinión es posible tener un amigo de verdad en los tiempos que corren, aunque esto se dude en el libro. Además la amistad es una forma de amor que va de un máximo a un mínimo, un afecto sereno, transparente, hecho de confianza y entrega, que se pule con el tiempo, se corrige y se perfecciona.

La familia es, en mi opinión, la mayor fuente de aprendizaje que existe, es quien mejor nos puede explicar y enseñar todos estos aspectos de la vida algo abstractos, con la familia aprendemos a hablar a crecer y, en definitiva a vivir.”

La relación sexual es un acto íntimo de persona a persona, nunca de cuerpo a cuerpo. Esta afirmación aparece en el capítulo cuarto, que lleva por título “Sobre la sexualidad” y quiere decir que cuando al otro se le trata sólo como ser físico, portador de un cuerpo, se le escamotea su grandeza y su profundidad. Mi opinión al respecto es que cada vez más se ve a la persona como objeto sexual, en lugar de verla como persona en sí. El propio autor afirma que la sexualidad desconectada del amor y de los sentimientos conduce a un mundo neurótico. Debemos tener claro que la sexualidad es el lenguaje del amor. Lo que convierte a este último factor en algo imprescindible. E. Rojas establece tres puntos fundamentales a cerca de ello:

1.- Nos encontramos ante idolatría del sexo, gracias creo yo, a la pornografía y sus derivados.

2.- La sociedad en que vivimos es neurótica, es una contradicción, busca lo que escandaliza y fomenta lo que luego condena.

3.- La sexualidad mira a lo más íntimo de la persona.

Antes dije que la sexualidad es el lenguaje del amor, precisamente, este lenguaje empobrece cuando se exalta la vertiente física, y corporal, dejando a un lado las cualidades psicológicas y espirituales.

Hay un término que el autor se ha inventado y es la cultura supérflua, aquella que se basa en pasarlo bien, acumular experiencias sexuales por competir, hacer lo que uno quiera, nada es absoluto y dejar de ser alguien para ser algo. Es algo original, pero creo que tiene todo el sentido del mundo. Básicamente estos conceptos definen al hombre supérfluo, que es aquel que cumple todas las características anteriores.

En definitiva, la verdad de la sexualidad consiste en:

1.- La sexualidad no puede quedar reducida a algo únicamente físico, debe contar con los planos psicológicos y espiritual.

2.- La sexualidad mira al núcleo más íntimo de la persona.

3.- La sexualidad sana hace a la persona más libre y valiosa.

4.- La educación sexual no es otra cosa que enseñar a gobernar los sentimientos.

El quinto capítulo versa sobre la inteligencia, el pensamiento y la afectividad, y creo que es completamente lógico que el autor reúna estos tres conceptos en un mismo capítulo, ya que realmente son una única cosa.

La inteligencia es aquella capacidad mediante la cual un conjunto de estímulos diversos se reúnen y dan lugar a una conducta positiva, que se adapta a la realidad y que es beneficiosa para ese sujeto como animal individual y social. A esta definición el autor introduce dos ideas:

1.- La capacidad para aprender con la experiencia.

2.- Comportamiento adecuado que se inserta en la realidad

Puedo sacar la conclusión de que la inteligencia es una capacidad de síntesis, pero hay diversos tipos:

1.- Inteligencia teórica, aquella basada en hechos abstractos.

2.- Inteligencia práctica, resuelve problemas y dificultades de orden operativo.

3.- Inteligencia social, en las relaciones interpersonales.

4.- Inteligencia espontánea y provocada, se produce sin ningún estímulo exterior.

5.- Inteligencia analítica y sintética, investiga los problemas de un modo objetivo.

6.- Inteligencia analógica y metódica, basada en la similitud o la inteligencia o en el método hipotético deductivo que ya estudiamos en clase.

7.- Inteligencia discursiva, se manifiesta mediante la facilidad

8.- Inteligencia matemática, emplea un lenguaje cuantitativo.

9.- Inteligencia emocional, basada en los sentimientos.

10.- Inteligencia instrumental, emplea las herramientas necesarias para progresar en un determinado campo.

Claro está que todos tenemos sentimientos pero lo que no está claro es que si los expresamos o no. Si no tenemos palabras para expresar nuestros sentimientos, estamos ante una carencia grave. Todos nuestros sentimientos además de ser expresados al exterior, deben estar bajo una estabilidad emocional, y E. Rojas da una serie de factores que influyen directamente en la estabilidad emocional:

1.- Estímulos externos

2.- Estímulos internos

3.- Estímulos producidos por un cierto balance existencial.

Todos los anteriores, deben influirnos positivamente si que queremos obtener un estado emocional óptimo.

Algo muy distinto sucede cuando la inestabilidad emocional es biológica debido a un desorden bioquímico cerebral muy complejo. En mi opinión esto es más grave, ya que estamos ante factores científicos y no humanos. El autor expone una lista que clasifica a la depresión por tipos.

En el capítulo sexto la cuestión que se aborda es la personalidad, la conducta y sus trastornos, E. Rojas hace una definición de su profesión, según él, el psiquiatra perfora superficies humanas para poner orden y concierto. Establece dos maneras de estudiar al paciente, por la lejanía y por la cercanía, cuando la cercanía confunde, la lejanía aclara, por lo que se establecen dos estilos: romántico y clásico.

El hombre romántico se embriaga de realidad al fundirse con ella, mientras que el hombre clásico sigue un esquema contrapuesto; se retira, se aparta un poco de los hechos que tiene delante, se aplica y toma nota.

Dicho esto, nos adentramos en la personalidad en sí. Cuando alguien tiene mucha personalidad, se dice que tiene carisma. El cuerpo y la personalidad son los ingredientes más característicos.

En cambio cuando alguien tiene una personalidad madura se dice que es el resultado de una orfebrería que significa pulir la geografía particular recortándola por un lado y dándole salida por el otro. En la personalidad hay dos factores determinantes: el carácter y el temperamento.

A continuación se habla del resentimiento, se afirma que el sufrimiento es necesario para la maduración personal. Hay dos tipos de resentimiento: fisiológico y patológico. Todo ello desencadena en lo que constituye la esencia psicológica del resentido: sentimientos de descontento, de sentirse herido que una y otra vez son reactivados y vuelven sobre sí mismos ante ciertos estímulos recordatorios.

E. Rojas ha publicado un libro titulado “El hombre light”, anteriormente ya cité esta situación bajo el título de “supérfluo”... una vida sin valores, un sujeto liviano, superficial, divertido, intrascendente, casi hueco, es decir, sumamente vulnerable. Algo más adelante habla del hombre en el trabajo.

Coincido con el autor en que el buen trabajador es el que se divierte trabajando. El éxito en el trabajo consiste en hacer bien lo que uno conoce y en lo que está especializado, es decir cumplir a destajo la profesionalidad.

En el apartado dedicado al aburrimiento, E. Rojas establece una serie de puntos para salir de ese atolladero sin hueco llamado aburrimiento:

1.- Recuperar la capacidad de sorprenderse.

2.- Poner amor en las cosas que hacemos cada día.

3.- Trabajar con unas metas concretas.

Mi opinión sobre esta serie de consejos que escribe el autor es que son de lo más práctico, aprovechando que tiene unos grandes conocimientos, ha sabido perfectamente reproducirlos y llevarlos al libro para que nos sean útiles en nuestras vidas.

Cuando hay que enfatizar lo obvio, estamos ante una situación negativa, perdemos el rumbo. Los factores que propician este hecho son:

1.- Los cambios vertiginosos operados en los últimos años en cuestiones esenciales.

2.- La malversación de las palabras, que ha llevado al uso, abuso y falsificación de los conceptos primordiales.

3.- El bombardeo constante de noticias e informaciones a través de los grandes medios de comunicación.

4.- La presentación permanente de vidas conocidas sin mensaje interior.

5.- La ausencia total de líderes.

6.- La desorientación moral.

7.- El relativismo moral.

Para finalizar con este capítulo, me gustaría darle una mención especial a la última afirmación de este capítulo: Ilusión es convertir el futuro en libertad y posibilidad. Una frase corta pero llena de contenido y con un mensaje claro y conciso.

Todos sabemos que la palabra es la herramienta fundamental de la literatura, nos dan mensajes, observan, comentan y dialogan con nuestro yo, sombra de la personalidad. En el libro aparece una frase de Antonio Machado: “converso con el hombre que siempre va conmigo”. Además las palabras constituyen la taquigrafía de la experiencia, nos ayudan a captar los signos que arropan el habla y que llamamos lenguaje no verbal, según el autor, los gestos, ademanes, silencios, posturas, caras y demás maneras de expresarnos sin emplear la palabra.

El lenguaje está formado por lenguajes privados e imágenes. Los lenguajes privados circulan, dan vida, van y vienen, se mueven, oscilan. Las imágenes logran una síntesis que se graba e ilustra la mente: el concepto.

Creo que debemos ser cautos a la hora de hacer uso de nuestras palabras ya que, si no lo somos, podemos ocasionar malos entendidos o malas interpretaciones. Me gustaría añadir algo más, no es lo mismo tener un amigo que tener un conocido. Este matiz es muy importante.

Surge en este capítulo una palabra algo curiosa: “botarate”. Su significado es el de hombre alborotado y de poco juicio. Lo que quiere decir versátil, cambiante, cantamañanas, que habla y actúa sin fundamento. Seguro que todos conocemos algún botarate. Cuando alguien cumple esta definición debemos respetar su manera de ser.

Para finalizar con esta obra, E. Rojas dedica un pequeño capítulo al pasado y al futuro. Se podría decir que en esta sección hace una recopilación y una conclusión general de las ideas que muestra en el resto del libro. Para empezar afirma que cada uno debe resolverse como problema y dice que el hombre maduro es aquel que ha sabido reconciliarse con su pasado. Yo creo que primero debemos aprender de nuestros errores, para después procurar no volver a repetirlos. Una vez lo hayamos aprendido cebemos aceptar nuestro pasado para esta preparados para recibir el futuro en buenas condiciones. Me ha llamado mucho la atención una metáfora que emplea el autor al decir que la vida es como un boomerang, un movimiento de ida y vuelta; lo que siembras, recoges.

Merece también una mención especial la frase que indica que el arte de vivir consiste en saber que el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de la artesanía. La vida será plena si está llena de amor y uno consigue poseerse a sí mismo y la vida de cada uno tiene como condimento fundamental la experiencia de la vida.

Si no aceptamos nuestro pasado estamos ante el síndrome llamado de “Peter Pan”, es decir, negarse a creer y a madurar, preferir quedarse en la época dorada de la infancia, donde todo es protección. Y se reproduce una frase del mismo “Peter Pan”: “He elegido ser siempre niño y muchacho, no quiero aprender cosas serias ni ser mayor”. Pienso, personalmente, que la prosperidad está siempre en el porvenir.

Me atrevo a afirmar que sintiéndonos bien con nosotros mismos, nos será más fácil aceptar nuestro pasado, que como dice el autor debe servirnos como arsenal de los conocimientos que se han ido depositando durante nuestra vida. Es así como se logra tener una personalidad, según E. Rojas, psicológicamente sana.

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