martes, 25 de diciembre de 2012

Busca en tu Interior un Libro de Chade-Meng TAN


Cuando en el entorno hay más variables que constantes, cuando el azar es muy incierto y el destino no es propicio, cuando la suerte es muy esquiva y lo que ofrece la sociedad no es muy apetecible, es natural volver la vista a la fuerza interior como nuestro motor vital.
En Psicología utilizamos el término “Locus de control” para expresar el grado en que una persona percibe que el origen de su conducta es interno o externo. Aunque en la realidad es la mezcla externo/interno (el azar y la necesidad) el verdadero origen y explicación de nuestra conducta, es ahora cuando más podemos influir desde el desarrollo personal. Acabo de leer el libro “Busca en tu interior” de Chade Meng Tan que es un ingeniero que trabaja en Google desde su inicio y que ahora es el responsable de los programas de crecimiento personal de Google, y me ha ratificado que es el momento de crecer y desarrollar nuestras variables personales si queremos ser mejor profesional. La productividad y la creatividad necesarias en esta economía “post burbuja” están en la fuerza de nuestra autoestima y en el conocimiento de nuestras capacidades más que en las oportunidades externas. El entorno está seco de oportunidades “clásicas” debemos reinventar las necesidades desde el conocimiento interno.
Son momentos de “trabajarnos” como personas si queremos generar oportunidades en el entorno, de reinventarnos como profesionales desde el conocimiento personal y, fundamentalmente, de “ser” más personas para “tener” más posibilidades profesionales. Sin duda, hay que “bucear” en nuestro interior, sanar nuestros miedos y, ante todo, crear una autoestima fuerte para contrarrestar a un entorno pobre. Como decía Lao Tse: “En la inacción, toda acción se vuelve posible”, y hemos podido observar la importancia de sentirse capaz para generar futuro profesional.
Ahora bien, ¿es suficiente con trabajarse como persona para conseguir oportunidades de mercado o posibilidades de crecimiento profesional? Yo creo que no es suficiente. Como hemos dicho anteriormente, la realidad es una mixtura de control interno/control externo y es un simplismo decir que invertir solo en la autoestima y el desarrollo interior es suficiente para evolucionar en estos trágicos momentos. No vale solo con el desarrollo interior, este es condición necesaria pero no suficiente para ser un buen profesional.
Mi pragmatismo palentino me lleva a tomar precauciones frente a tantos libros de autoayuda, gurús de tres al cuarto, y creadores de fábulas animadas de ayer y hoy, prefiero pasar a una visión más realista de nuestro desarrollo personal. Siendo un convencido del desarrollo interior, creo que estamos abusando de tanta felicidad, emocionalidad, meditación y optimismo. Está bien poner foco en la felicidad, ser emocional, poner interés en la reflexión o en la conciencia plena y ser optimista, pero con sentido común. De aquí mi expresión “De casa se viene llorado”, pues a veces tanto desarrollo interior encadena una visión idílica del desarrollo: ¿Vale sólo con trabajar la autoestima para tener una nueva oportunidad de trabajo?, ¿Con el desarrollo como persona voy a encontrar una posibilidad de negocio?. Yo creo que hay que ser más realista y pensar en una visión más paradójica. Hay que combatir una visión estrecha de la felicidad, de lo emocional, de la meditación y, por supuesto del optimismo.
Y es aquí donde trato de explicar el daño que podemos hacernos creando un mundo irreal desde una visión panteísta y “buenista” del desarrollo. En el impresionante libro de Aldoux Huxley: “Un mundo feliz”, podíamos observar como la felicidad no era un fin de la humanidad, sino un medio para su desarrollo, que Huxley describió con este aserto:”La gente es feliz, tiene cuanto desea y no desea lo que no puede tener”.Pero nuestra estructura humana siempre desea algo diferente, por tanto no me vale la visión utópica de que “si te conoces  más vas a ser más feliz…”. Creo que en el afán de explicar el sentido de la vida, hoy manejamos cuatro mitos a derribar, que están de moda por la necesidad humana de tener ideas que expliquen la vida, sin pensar que hay que tener también vida que explique tus ideas:
Creo que en el afán de explicar el sentido de la vida, hoy manejamos cuatro mitos a derribar, que están de moda por la necesidad humana de tener ideas que expliquen la vida, sin pensar que hay que tener también vida que explique tus ideas.
1.    El mito de la felicidad. ¿Cómo se puede ser feliz si no aceptamos que en algún momento podemos dejar de serlo? La observación de la felicidad perpetua es ilógica y me atrevería a decir que insana. Como vimos con Aldous Huxley, la felicidad es una sensación momentánea y que nosotros mismos nos cansamos de ser felices. Querer únicamente ser feliz cuando nos va mal en los negocios y en la sociedad es una huida hacia adelante. Sin duda que hay que perseguir la felicidad y poner foco en su consecución, pero sin obviar que la vida es un camino que pasa por muchos desiertos para disfrutar de esplendorosos oasis. Ser feliz no implica no tener situaciones de infelicidad. Ser feliz es pensar que mientras se es infeliz se está a un paso de obtener otros momentos de felicidad. De ahí la importancia de venir llorado de casa:  las empresas actualmente ofrecen momentos infelices, pero depende decidir cómo vivir esos momentos. No se puede pretender que en el entorno profesional todo vaya a ser felicidad: más bien al contrario. Los pequeños placeres primarios (PPP) son unos grandes dispensadores de felicidad. Desde que amanece que no es poco, hasta el café con olor intenso, la sonrisa del compañero o las gracias de un cliente. Hay que saber cifrar la felicidad y desde casa hay que venir al trabajo con una visión posibilista de lo que me puede ofrecer el trabajo. Debemos crecer internamente modificando nuestro concepto de felicidad si queremos obtener unos mejores réditos personales. No son momentos de grandes éxitos profesionales, grandes ganancias, estupendas valoraciones de clientes ni de grandes inventos. La felicidad se dispensa en frascos pequeños.
2.    El mito de lo emocional. Cuando tuve la ocasión de presentar en público por primera vez en España a Daniel Goleman en el año 1996 estaba obnubilado por el discurso. Todos habíamos hablado de lo emocional, pero Daniel hizo la gran contribución de dotar a algo natural de un discurso adecuado. Pero desde entonces hemos caído en una manía de destacar sólo lo emocional: antes la emoción se estudiaba poco porque era acientífica (me acuerdo de alguna disputa en la Facultad de Psicología por defender la importancia de la emoción) y hemos pasado a centrarnos sólo en lo emocional. Mi pragmatismo palentino vuelve a salir para decir que lo emocional necesita de lo racional. No podemos focalizar la realidad sólo desde lo emocional, la realidad necesita de la comprensión racional. Lo racional sin olvidar lo emocional es lo completo, pero visualizar la realidad solo desde lo emocional nos encadena al dolor sentimental. Hay que venir de casa habiendo superado la percepción de lo racional como un corsé y lo emocional como lo libre. No hay nada más esclerótico que la visión “uniemocional” de la realidad. Todo nos ofende y todo nos hunde, cuando lo habitual es que racionalicemos los porqués y los cómos, y superemos la dura realidad. El equilibrio emocional/racional debe prevalecer para un adecuado desarrollo interior, como expresa Sherlock Holmes:”Cuando eliminamos la solución lógica a un problema, lo ilógico aunque posible es irracionalmente cierto”. Lo emocional necesita expresarse racionalmente.
3.    El mito de la conciencia plena. La meditación y el ejercicio de la conciencia plena es una gran oportunidad para descubrir tu interior. Estas actividades humanas son necesarias para contrarrestar la vorágine de actividad superflua y multitarea que nos rodea en el día actual. Pero no debemos pensar que la conciencia plena es mágica para responder a un mercado y/o sociedad tan tenso y activo. Hay que venir de casa meditado, pero debemos “hacer” para cambiar la realidad. Abusar de una posición reactiva de meditar y tener conciencia plena cuando la realidad nos exige una intervención rápida y concisa, es una clara temeridad. Emplear técnicas de reflexión en nuestra actividad diaria es básico pero sin caer en la inacción de nuestro hacer. Hay que equivocarse e involucrarse emocionalmente en los intentos si queremos crecer profesionalmente. Hay que escuchar, mucho y bien, pero también actuar, y actuar con la sabiduría destilada de nuestra escucha activa. No podemos ir por la vida de observador, coach o como expendedores de consejos grandilocuentes sino que hay que hacer, intentar, currar, errar y, por tanto aprender. De acuerdo que la gente tenga una actitud reflexiva frente a un entorno tan difícil pero sin olvidar la pedagogía del hacer. La conciencia plena sólo sirve si aprendes a hacer y haces.
4.    El mito del optimismo. Como ferviente seguidor de la Psicología Positiva me considero de talante optimista, pero debemos saber de sus carencias. El optimismo necesita del realismo (el concepto optimalista del investigador Tal Ben.Shahar) y a su vez la realidad necesita del optimista. No se conseguirá superar esta situación económica sin ser optimista. Pero debemos venir de casa con la vacuna del optimismo para modular esta actitud con las duras facetas de la realidad. De nada vale dar ánimos en situaciones en las que hay que tomar decisiones posibilistas. De poco vale sonreír en momentos de crispación que necesitan de la dureza de la lógica. Y, en cambio de mucho vale que frente a una situación inadecuada la encaremos con la actitud optimista de tener seguridad que la vamos a resolver. Un optimismo realista se basa en la afirmación de Tal Ben Shahar “O aprendes a fallar o fallamos al aprender”. El optimismo necesita de aceptar el mundo tal como es.
En fin, que de casa hay que venir feliz, emocionado, relajado y optimista si queremos desarrollarnos como profesionales. Y como Chade Men Tan tiene una tarjeta profesional en Google donde pone el siguiente título: El “tipo afable y alegre” de Google (cosa que nadie puede negar)”, yo propongo que los profesionales hagan su tarjetas personales, donde además de su cargo profesional pongan datos personales que les identifiquen. En mi caso, estoy a punto de encargar una nueva tarjeta donde ponga “psicólogo palentino y tintinólogo leonardino”, y como rasgo personal, innovador y pragmático… Ser persona para tener profesionalidad.

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