viernes, 26 de noviembre de 2010

El Ser Humano un Emprendedor Nato

El ser humano es un emprendedor innato. Desde el momento en que nace posee la curiosidad de explorar nuevos horizontes. Es cosa de observar un bebé que gatea. Incansablemente investiga su entorno.

A medida que el niño se va desarrollando, llega a la famosa edad del "¿por qué?" que tanto exaspera a sus padres. Quieren saberlo todo y aprenderlo todo. Su curiosidad no tiene límites y su creatividad tampoco.

Lo ideal sería que el niño mantuviera ésta actitud inquisitiva hasta llegar a la adultez, pero no siempre es el caso.

¡Todo lo contrario! El espíritu emprendedor, que es tan natural en nosotros, normalmente es aplacado a medida que crecemos. La vida nos inculca patrones de pensamiento y temores que limitan el desarrollo adecuado de nuestro espíritu emprendedor.

Éste proceso continúa a lo largo de nuestras vidas. En la educación tradicional cada niño pasa a formar parte de un conjunto de 30 a 45 niños. En éste contexto no es posible fomentar la curiosidad y la exploración individual. El aprendizaje necesariamente debe hacerse en conjunto y de acuerdo a lo que otra persona eligió como tópico de estudio.

En ese momento el niño aprende varias lecciones importantes que últimamente dañarán su espíritu emprendedor innato:

* Si hago lo mínimo requerido, voy a estar bien.
* Aprender significa hacer lo que la figura de autoridad exige
* El aprendizaje es aburrido y poco atractivo
* El entretenimiento es cuando no tienes que aprender
* Para ser un buen estudiante tengo que estudiar los intereses de otra persona
* Si no estoy obligado a aprender, prefiero entretenerme
* Mis propios intereses no son importantes, los tengo que perseguir en mi tiempo libre.
* Ninguna actividad de aprendizaje es lo suficientemente importante para profundizarla, ya que la lección de la campana es: ¡guarden los cuadernos, ahora toca estudiar otra materia!

Ya que la gran mayoría de nosotros hemos sido educados en un contexto de escuela, hemos aprendido estas mismas lecciones en mayor o menor grado. Hemos aprendido a seguir instrucciones, a complacer una figura de autoridad con nuestros rendimientos y a vivir nuestra vida de acuerdo a lo que el sistema dicta.

Y nuestro espíritu emprendedor queda relegado a alguna actividad de tiempo libre o es enterrado para siempre en el baúl de los recuerdos, junto con nuestras aspiraciones individuales y nuestros sueños.


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