jueves, 1 de septiembre de 2011

EL SUFRIMIENTO Y EL AMOR EL ESPEJO MAGICO JORGE RUBIO ESPINDOLA Psicólogo Clínico Licenciado en psicología, Universidad de Concepción. Chile Naturaleza del sufrimiento El sufrimiento, una existencia dañina en el alma. El dolor psíquico es una de las principales preocupaciones de estudio de la psicología, ya que afecta a hombres y a mujeres de cualquier edad y clase social, aunque las mujeres, y las personas en ciertos periodos del ciclo vital (adolescencia, menopausia y andropausia, y en general los periodos de crisis o cambios importantes) parecen ser las más afectadas. Además, se le atribuye que la sociedad de este siglo será una de las mas complejas: Lo que partió con la revolución industrial y los cambios en los hábitos de vida con el consumismo, la complejización tecnológica y el poco desarrollo de lo espiritual, ha afectado la capacidad de adaptación, generando mayores niveles de estrés, y deteriorando la salud mental del mundo occidental. En el libro Schock del futuro se han determinado algunos de los fenómenos “socio-psicológicos” que la vida moderna y la globalización trae consigo, y de cómo la calidad de vida del hombre se hace más vulnerable. El dolor psíquico es difícil de definir, ya que es insustancial, y no lo podemos ubicar en un órgano específico, y aunque le diéramos una ubicación neuro anatómica cerebral, dentro del área del sistema límbico, este dolor funciona de manera diferente al dolor físico. El dolor físico esta relacionado directamente con lo neural (soma); tanto con receptores nerviosos internos o externos de dolor (in-put), los que son activados por estímulos aversivos, llevando la información a los centros nerviosos procesadores de la información, los cuales son organizados y elaboran una respuesta (out-put), e inclusive existen algunos estímulos de dolor que no llegan hasta allá, y responden como arco reflejo. Sin embargo, el dolor psíquico no considera la estimulación de receptores del dolor, sino que a la información perceptual, y que se mantiene en el sistema como memorias, por lo que ya dentro del cerebro no existen receptores que pudiesen dar cuenta de alguna alteración del área que supuestamente se afecta; es decir, el dolor psíquico, que denominaremos sufrimiento, carece de sustrato estímulo externo aversivo y se auto genera, y se refiere a una de las manifestaciones mentales del darse cuenta o “experienciación“ (experiencing) cognitivo-afectiva negativa de la experiencia. Ya aquí, con el concepto de “experienciación”, estableceremos un verdadero divorcio con el determinismo biológico, y donde aparece el misterio del cuerpo y alma, y su conjugación, siendo el alma la de una naturaleza más extensa y mas compleja, con sus propias leyes. El estudio de la mente, lo incorpóreo, se vuelve a establecer al incorporar la espiritualidad, es decir, lo intangible e inmedible, y que tiene voluntad, autonomía y sentido de existencia, donde se vivencia la “experienciación”. El espíritu es un prisionero en la estructura, por lo cual esta interferido por las limitaciones y alcances de los sentidos y las características genéticas que conforman su estructura; por lo cual la realidad no es mas que un mapa, y no el terreno. Este punto de la subjetividad la lo ha desarrollado en extenso Don Humberto Maturana en “el árbol del conocimiento”, sin embargo queda vacío si no incorporamos el concepto de espíritu. Hay que recordar que ya en la Biblia se describe que sobre el cuerpo, Dios con un soplo le entregó al hombre una característica distinta conocida como alma. A la cual no intentaré dar explicaciones de su naturaleza, ya que sería una tarea inalcanzable, sin embargo no se puede negar su existencia, ya que se encuentra en la experiencia. Concepto neuro-psicológico El sufrimiento es la información que se guarda en verdaderos centros mnémicos de experiencias dolorosas, las cuales se van enlazando y configurando patrones de respuestas adaptativas. A estos núcleos de información mnémica son conocidos por los psicólogos cognitivos-conductuales por “chips” o “cops” de información, y para los psicodinámicos en complejos, traumas, mecanismos defensivos, personalidad, etc, y para los guestalticos en Guestal abiertas, o inconclusas, o experiencias existenciales que pierden la homeostasis, etc. Cuando alguien sufre psíquicamente, existe una distancia entre subjetividades, y tiende a rodearse de estímulos externos que sean congruentes con su sufrimiento, y van puntuando la realidad de acuerdo a su estado, así mismo como recuerdan eventos congruentes con su emocionar. Las otras personas encuentran incongruentes su estado con ellos, y tienden a confrontarlos, entenderlos, o alejarse de ellos, o encuentran muchas veces “estúpido” el sufrimiento. Si llueve, por ejemplo, hay personas que van a interpretar este episodio como triste, melancólico, o les dará rabia saber que no pueden salir, pero para otros puede sen romántico, o recordar algunos días de invierno alegres, o ganas de comer ciertos alimentos, etc... La valoración emocional de la experiencia esta determinada por la subjetividad, y no por la estructura biológica o soma (SNC), y es posible que la subjetividad determine el funcionamiento de la estructura del SNC. La subjetividad es lo que denominamos como mente en otro tipo clasificaciones o mapas de este fenómeno, otras consideraciones teóricas se refieren como el aparato mental, otras ni siquiera lo quieren considerar, y tiene sus propias leyes, y que en la inteligencia artificial se pretende crear. Es en este estado subjetivo o mental donde existe el dolor psíquico, sin la existencia de la mente no existiría el dolor psíquico, por tanto, ambos tienen el mismo origen y existencia. El amor, un espacio de reconciliación y sanación. Hay que considerar que el tratamiento del dolor psíquico, no solo beneficia al paciente sino a su entorno y al costo social, ya que al mantener inclusive a enfermos crónicos, con una adecuada salud mental, mejora notablemente su calidad de vida, sino también la sobrevida. Las personas que se dedican a disminuir el sufrimiento mental, se encuentran frente a no solo cuestiones externas de su vida, sino también a conflictos humanos de tipo existenciales que afectan a toda la humanidad, y que se han intentado dar respuesta a través de explicaciones científicas, filosóficas, místicas y/o religiosas, por lo que al terapeuta también le aqueja. De ahí la importancia no solo de una perspectiva cognitiva, sino también de la mirada humanista, cuya respuesta la encontramos en el amor. Si la terapia no se basa en este sentimiento , carece de todo sentido la tarea de disminuir el dolor, ya que no logra trascender; por que la técnica sin corazón es vacía, y el corazón sin la técnica es ciega. La primera frontera del dolor es el psíquico, luego el dolor físico, de ahí que la terapia se enfrenta inevitablemente a una de las barreras más complejas del dolor, desde donde han aparecido diversos mapas teóricos. Sin embargo, cualesquiera que sea la mirada cognitiva, el Amor es el punto de encuentro. Recuerdo que una de las primeras clases de psicología el profesor Benavente preguntaba...”¿Cuál es el fin último de la psicología?”... su respuesta era... “la de la búsqueda de la felicidad del hombre”. Roger Con sus tres principios básicos de la terapia a) Aceptación incondicional, b) Autenticidad, y c) Empatía; se refiere a este punto fundamental del amor en la terapia, que consiste en la legitimización del otro, en un espacio psíquico conocido como terapia. Dentro de este espacio comunicacional, lo importante es el juego de significantes que se distribuyen inconscientemente en los recuerdos o engramas mentales (modelos) particulares o idiosincrásicos del sujeto que consulta; donde la función del terapeuta consiste en articular el juego (proceso) hacia el cambio deseado por el sujeto que consulta. El espacio de la terapia es un espacio compartido de dos personas, donde las relaciones son empáticas, y el amor esta presente. La finalidad de estos apuntes, es considerar que más allá de la técnica, existe algo trascendente, algo que esta más allá de todo entendimiento humano, y que las diversas religiones, filosofías, y modelos explicativos denominan Dios. La religión Cristiana nos muestra claramente que Jesús es el Dios del amor, así como la mayoría de las religiones más trascendentes de la humanidad. Si Dios no esta en la terapia, si el amor al prójimo no existiera, si las experiencias trascendentes del yo egoísta no fueran consideradas, no nos encontramos en el juego inconsciente de la terapia, y lo que estuvieras haciendo es cualquier cosa, menos terapia. El amor, sentimiento de legitimización del otro, es un fenómeno biológico, y surge con la existencia del lenguaje y la comunicación, cuya función esencial es la preservación. Ya Freud hablaba de libido, sin embargo, no se presenta como tal, y es reprimida y sublimada, es decir sacada de la satisfacción narcisista del yo egoísta, y trasportada a la integración de la totalidad y trascendencia a través del lenguaje. También Eric From hablo del amor, el su libro arte de amar, y hablaba del amor como una necesidad existencial. Y en la actualidad tenemos a Humberto Maturana refiriéndose respecto del amor como fenómeno comunicacional y biológico. La importancia del amor en la terapia, es volver a humanizar las relaciones, y a establecer una dimensión horizontal en la terapia, en el encuentro de dos almas, de dos psicologías o subjetividades, con un solo objetivo en común: “disminuir el dolor psíquico del que consulta”. El amor, como fuente de cambio se evidencia desde la infancia, como se van desarrollando las diversas habilidades de un individuo, y como son favorecidas por los vínculos adecuados por parte de sus instructores. Existe investigaciones como la falta de afecto provoca el marasmo, y hasta déficit intelectuales y conductuales. Por tanto, si la terapia es un espacio de cambio o de reaprendizaje, la necesidad de establecer un clima afectivo óptimo es esencial para iniciar el proceso de cambio. La necesidad de un vínculo psicoterapéutico basado en el amor fraternal es la clave del éxito en los terapeutas.

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