La crisis no solo afecta a nuestros bolsillos sino a nuestra salud mental. Los casos de estrés, ansiedad y depresión se disparan.
Beatriz García
Los expertos aseguran que existe una relación directa entre la salud mental y los problemas económicos. La depresión, la ansiedad y un gran número de desórdenes mentales se han incrementado de forma alarmante desde que comenzó la crisis en España. "La crisis financiera global, probablemente, causará un aumento en los problemas de salud mental e incluso de suicidios, dado que a las personas les cuesta lidiar con la pobreza y el desempleo", advertía la Organización Mundial de la Salud (OMS) a finales del año 2008.
Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el desempleo supone la mayor preocupación para el 81,3% de los españoles, seguido de otros problemas económicos con un 49,6%. El constante desasosiego es un factor de riesgo para la salud mental de los individuos, siendo la tristeza y la ansiedad sus manifestaciones más comunes. Estas reacciones suelen venir acompañadas de episodios de rabia, desesperación, llanto y pesimismo asociados a la creencia de que es imposible salir adelante.
Hay que dejar claro que los trastornos mentales ocasionados por la crisis pueden afectar de igual forma tanto a las personas con un estatus socioeconómico bajo como a los de mayor poder adquisitivo. "A las consultas acuden tanto empresarios angustiados porque tienen que echar a la calle a muchos de sus empleados como trabajadores que tiene dificultades para llegar a fin de mes", explica a Libre Mercado el psicólogo Vicente Prieto.
La incertidumbre sobre el futuro es el estado más propicio para que aparezcan los primeros síntomas de una patología. "El nerviosismo, la irritabilidad, el miedo, la pérdida de concentración y el acudir constantemente al tema de la crisis son algunos de ellos", asegura. "También son frecuentes las afecciones psicosomáticas, como son el insomnio o las enfermedades gastrointestinales".
Como resultado, se está disparando en España el consumo de antidepresivos y ansiolíticos. Desde 2008, los afectados han venido utilizando estos productos como herramienta para combatir los efectos de la crisis. En concreto, desde 2008 hasta julio de este año, el consumo de estos medicamentos ha crecido un 16% -pinchar en la imagen para ampliar-, según la consultora IMS Health. "Se están medicalizando los problemas y no se tiene capacidad de afrontar el sufrimiento", aseguran los expertos.
A finales de 2009, el XXIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria aseguraba que en ese último año se habían reducido un 39% el número de bajas laborales. "Las bajas laborales se reducen por el temor a perder el trabajo, por un lado evita que algunos empleados que en periodos de bonanza económica hubieran decidido tomarse un descanso injustificado en sus obligaciones lo hagan ahora y, por otro, porque el empleado que padece alguna patología generada por el estrés no se atreve a ausentarse del trabajo, lo que provoca que su enfermedad se agrave porque la ansiedad se incrementa", explica Prieto.
Consejos para evitar la desesperación
La imposibilidad de hacer frente a la hipoteca, las deudas acumuladas, la pérdida de empleo, el tener que pedir apoyo económico a la familia o la decepción hacia la propia empresa donde se trabajaba son los obstáculos más frecuentes con los que se encuentran los pacientes que están acudiendo a consultas de asesoramiento psicológico. Para que la inseguridad no se apodere de la autoestima de los afectados los expertos lanzan algunos consejos básicos:
* Si se ha perdido el empleo, programar el día con actividades.
* Utilizar las primeras horas del día para la búsqueda de empleo.
* Hacer deporte para calmar la ansiedad.
* Acudir a las personas más cercanas para desahogarse.
* No dejarse influir por los casos que aparecen en televisión o por las situaciones por las que atraviesan terceros.
* No dramatizar, sobre todo cuando el puesto de trabajo no peligra.
* Evitar hablar sólo de la crisis.
* Mantener la calma y buscar soluciones.
Las grandes crisis mundiales y sus consecuencias
Una comparativa con las grandes crisis de la historia es el mejor ejemplo para inquirir en el impacto que generan las dificultades económicas en la salud de la población. La imagen de un hombre lanzándose al vacío desde la ventana de un rascacielos tras perder todo su dinero dio la vuelta al mundo en 1929, inicio de la Gran Depresión en EEUU, y es toda una demostración de la situación extrema que se vivió después de producirse el brusco crack de Wall Street en octubre de ese año.
El desastre de la Bolsa norteamericana dio lugar a la mayor crisis europea y mundial que se recuerda en el siglo XX. Las consecuencias económicas fueron terribles: familias de estadounidenses arruinadas, un desplome de la actividad económica sin precedentes y una tasa de desempleo récord.
La situación más dramática se vivió cuando, tras haber perdido todo su dinero, prestigiosos financieros y empresarios comenzaron a suicidarse en Nueva York. Sin embargo, el índice de suicidios explotó realmente en los años 1930, cuando la tasa de desempleo rozó su nivel máximo. El índice alcanzó un pico en 1932, de 21,3 casos por cada 100.000 habitantes, casi el doble de 1920 (12,3 personas por cada 100.000).
Un dato curioso fue la "semileyenda" que la prensa sensacionalista creó en torno a este tema. Se llegaron a inventar noticias tan inverosímiles como que "las autoridades neoyorquinas recomendaban no pasear por las calles ante el peligro de que algún cadáver les cayera encima".
El desastre del corralito argentino también causó importantes efectos para la salud física y psicológica de sus habitantes. "Las consultas psicológicas y psiquiátricas aumentaron muchísimo sobre problemas psicosomáticos, como los trastornos gastrointestinales o alergias, además de un crecimiento del 36% de la mortalidad cardiovascular y el aumento de los suicidios", según el psiquiatra argentino Moty Benyakar.
Tras la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en 2008, el miedo a que se volvieran a repetir episodios similares a los de 1929 colapsó las líneas de teléfono "SOS suicida" de la asociación estadounidense CrisisLink. En concreto, en octubre de 2008 el número de llamadas a esta asociación anotó un aumento del 132% interanual.
También en octubre de 2008 el Departamento General de Policía de Japón emitió un comunicado donde informaba de que ese mes se quitaron voluntariamente la vida 3.092 personas, el peor mes del año y el único en que los casos de suicidio superó la cifra de 3.000 personas. La policía alertaba de que el crecimiento del paro y empeoramiento de la situación económica podría desembocar en este aumento de los suicidios. Los analistas lo tenían claro: el impacto de la quiebra de Lehman Brothers ya había llegado a Japón.
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