lunes, 20 de diciembre de 2010

LAS BIENAVENTURANZAS: ESPERANZA Y DESAFÍO

LAS BIENAVENTURANZAS: ESPERANZA Y DESAFÍO
(Mateo 5: 1-12)
El Sermón del Monte es la esencia de la fe cristiana y de la vida cristiana. La actitud de Jesús de subir al monte es muy similar a la de Moisés, que desde la montaña recibió la Ley y la enseñó a su pueblo, para que la practicasen y tengan la vida eterna. El sentarse era una costumbre de los rabinos judíos cuando tenían que enseñar formalmente algo muy importante. Todas enseñanzas son motivo de esperanza, pero a la vez un gran desafío para sus seguidores.

Esta actitud de Jesús, luego de iniciar su ministerio público entre la gente de Galilea, es señal de que él va a enseñar algo de suma trascendencia al pueblo. La ubicación en lo alto de un monte trae a la memoria la promulgación de la ley de Moisés en el monte Sinaí (Ex 19:10-20:20). Ahora comienza su sermón del monte con nueve bienaventuranzas. Jesús trata de alentar con estas nuevas actitudes, valores, aquellas que se oponen al reino de Dios, instalado por él. Por eso: ¡Felices todos aquellos que renuncian a todo para seguirle y hacer su voluntad!

1. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Este texto ha creado mucha confusión entre los creyentes por mucho siglos. Se ha interpretado de muchas maneras, y una posible traducción puede ser: los que tienen espíritu de pobres; los que no ponen su esperanza ni su confianza en los bienes materiales, sino en Dios (Cf. Sal 22.24; 69.32-33; Is 29.19; 61.1-2; Mt 11.5; Lc 4.18; Stg 2.5). Ellos entregan todo por amor a Dios, contrario a las mayorías que buscan las riquezas para ser felices. Por eso es que de ellos es el reino de los cielos, que puede referirse tanto al territorio gobernado por un rey como a la acción misma de gobernar; en el NT se usa principalmente con este segundo significado, así que la frase quiere decir que ellos son los que se beneficiarán del reinado de Dios.

2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Hay mucha gente que llora por un sin fin de problemas o situaciones que escapan de su mano y se ven impotentes de darle una solución y el llanto es una expresión de esa frustración. Pero también hay los que lloran por un dolor físico o espiritual y las lágrimas son señales de la magnitud de ese dolor o angustia. Cada quién vierte sus lágrimas según su situación. Es ahí que Jesús señala que todas esas personas serán consoladas, sea cual sea su condición. Es el amor del Señor que puede ser un bálsamo para sus vidas, él no deja a nadie sufriendo eternamente. Siempre él tiene la solución, es cuestión de confiar en su misericordia.

3. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. La mansedumbre es una virtud que refiere a una actitud interior del ser. Es parte del fruto del carácter semejante al de Cristo, producido solamente por el Espíritu (Gá. 5.23). Los mansos no se resienten ante la adversidad, debido a que aceptan todo como efecto del sabio y amoroso propósito de Dios para ellos, de modo que también toleran injurias de los hombres, sabiendo que Dios las permite para su bien final (Cf. 2 S. 16.11). Esta actitud de no violencia les lleva a heredar toda la tierra para que puedan vivir en paz. Hoy en un mundo de violencia, encontrar mansos de espíritu, resolvería muchos problemas en la tierra.

4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Estas palabras de Jesús son duda alguna un aliento para todas aquellas personas que procuran que la justicia sea una realidad y no solo un discurso. Dios sabe que desgraciadamente en este mundo, las personas cometen muchas injusticias con otras personas: meten preso al inocente, culpan al que no hizo nada, no pagan lo que el otro en justicia merece, roban al otro lo que le pertenece, agreden y hasta matan al inocente. ¡ Cuántas injusticias conocemos! Tu mismo has sufrido injusticias. Cristo nos da la fortalece para resistir y saber esperar el momento exacto en que la justicia de Dios se hará realidad. No busquemos la justicia por nuestra propia cuenta a través de la violencia, Cristo nos dice: ¡alégrense, que ya Dios será justo en premiarte, aquí y en el cielo! La justicia debe ser nuestro baluarte como cristianos y cristianas aquí en la tierra.

5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Ser misericordioso significa PERDONAR a los demás, sí... perdonar aunque sea ¨grande¨ lo que nos hayan hecho, aunque nos haya dolido tanto, aunque tengamos ganas de odiarlos en vez de perdonarlos. Perdonar cuesta mucho, pero es lo que Dios nos pide que hagamos. Dios mismo nos pone el ejemplo: siempre nos perdona, aunque lo ofendamos en lo mismo, aunque lo ofendamos en cosas muy serias.... siempre nos recibe con los brazos abiertos. Jesús nos pone una condición muy seria: el que perdone será perdonado, el que no lo haga no será perdonado. Pensemos ¿a quién no hemos perdonado ?, no pensemos en lo que nos hicieron, pensemos en que amamos mucho a Dios y porque El nos lo pide perdonaremos. La misericordia de Dios será derramada a cada uno de nosotros si practicamos también la misericordia con el prójimo.

6. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. La pureza y la limpieza de corazón es una condición para vivir en paz con Dios y con nuestro prójimo. Nuestro corazón estará ¨LIMPIO¨ cuando no haya en él ningún pecado. Cuando pecamos, nos ¨separamos¨ de Dios por voluntad nuestra. Cuidemos mucho la limpieza de nuestro corazón para poder disfrutar de la santidad divina. Pensemos dos veces antes de cometer algún pecado que empañe nuestra santidad personal o social. La gran recompensa es que algún día veremos el rostro de Dios.

7. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Jesús dice que debemos buscar siempre la PAZ: la paz en nuestro trato con los demás (no andar peleando con todos y por todo), la paz en nuestro hogar (llevándonos bien con nuestra familia), la paz en nuestro trabajo (buscando la armonía con nuestros compañeros de trabajo). La paz debe surgir desde lo profundo de nuestro ser como una convicción que la violencia no es el mejor camino para vivir en armonía. Debe ser promovida activamente por las personas (Ef. 4.3; He. 12.14), no basta simplemente eliminar la discordia, sino que debe ser como motor de la armonía y el verdadero funcionamiento del cuerpo de Cristo (Ro. 14.19; 1 Co. 14.33). Poner en práctica esta bienaventuranza nos coloca como hijos e hijas de Dios. Ahora bien, para aquellas personas que creen que con levantamientos, con armas, con sangre van a lograr justicia...una vez más decimos este no es el camino para lograrlo, Cristo repite cada día estas palabras: ¨ Bienaventurados los pacíficos...¨

8. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Hay muchas personas presas, perseguidas por la ley. Unas culpables.... otras inocentes. Pues Jesús les dice a todas ellas que si se arrepienten, Él los perdonará y podrán recibir su consuelo y heredar el reino de los cielos. Debemos orar mucho por estas personas, para que Dios los ayude en sus momentos difíciles y encuentren la paz necesaria para sus vidas agitadas. Hay perseguidos por sus ideas o prácticas religiosas, por todos ellos debemos implorar a nuestro Dios.

9. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Si alguna vez hablan mal, se burlan de nosotros, nos señalan porque practicamos el bien, porque respetamos los mandamientos de Dios, porque oramos, porque hablamos de Jesús, porque defendemos lo que Jesús nos enseñó, porque somos solidarios con nuestro prójimo ... ¡ Alegrémonos, Dios tiene preparado para nosotros un gran premio en el cielo ! .

El desafío que nos presentan estas bienaventuranzas de Jesús para nuestros días es el ponerlas en práctica en cada momento y enseñarlas para que muchas personas puedan vivir una vida acorde a la voluntad de Dios. Debemos ser humildes y misericordiosos para poder heredar el reino de los cielos. Es necesario despojarnos de todo afán y optar por caminar por los caminos del Señor. Amén.

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