En estas fechas en que el año toca a su fin es muy normal que nos hagamos la lista de los buenos propósitos para el Año Nuevo, con la ilusión de ser capaz de cumplirlos. Aunque se haga un poco de cachondeo de ello, en realidad no es mala idea, ya que nuestro cerebro funciona bien haciendo coincidir los cambios que deseamos hacer en nuestra vida con esos períodos de transición como pueden ser el Año Nuevo, el cumpleaños, el inicio de curso, etc…Pero también es cierto que si se hace de un modo superficial, las posibilidades de cumplirlos son más bien escasas. Por esa razón, si queremos maximizar las posibilidades de que nuestra lista de objetivos se cumpla, podemos seguir los pasos que explico a continuación (no es necesario que los hagas todos la noche de Fin de Año ;) )
Los cuatro pasos son:
- Saber lo que quieres. Aunque parezca muy obvio, siempre repito que no lo es tanto, ya que no siempre sabemos lo que queremos.Para eso es necesario realizar una buena formulación de objetivos.Tener todos tus objetivos claros y a ser posible por escrito incrementa las posibilidades de que los lleves a cabo. Los famosos “buenos propósitos” de principios de año pueden ser objetivos o simplemente deseos (cosas que querríamos que ocurrieran pero por las que no queremos hacer ningún esfuerzo). Diferenciar los objetivos de los deseos ayuda a clarificar nuestras metas y no quedarnos en ensoñaciones. Por poner un ejemplo, a mi me podría gustar saber hablar en chino, pero ponerme a estudiar y dedicar el tiempo que se necesita para hablarlo, es ya otra cosa. También es importante ser realista y poner un número de objetivos limitado y a realizar uno tras otro, para que nuestro cerebro consciente no se colapse, ya que muchos objetivos llevan a no realizar ninguno.
- Pasa a la acción. Si cumples el primer paso, pero te quedas en la contemplación, no llegarás a ninguna parte. Hay que moverse, pasar a la acción, llevar a cabo lo pasos necesarios para alcanzar tus objetivos. La diferencia entre la gente que consigue sus metas y la que no, suele ser que los primeros se ponen a ello. Y aunque eso pueda suponer correr algún riesgo, hacer esfuerzos o incluso llevarte un chasco, nunca sabrás que hubiera podido pasar si no lo intentas.
- Aprender a reconocer los resultados de lo que haces. Es otro punto que puede parecer del Capitán Obvio, pero no siempre es fácil darse cuenta de cuál es el verdadero resultado de nuestras acciones. A veces los resultados negativos son simplemente un obstáculo en el camino, una indicación de que has de hacer algunos cambios o cambiar el rumbo, pero no de que tengas que abandonar tu meta. Y también hay que estar atento a lo que puede parecer un período muerto, pues como en el cuento del bambú, los resultados no siempre llegan a la velocidad esperada y en muchas ocasiones el que gana, es el que más resiste.
- Estar preparado para hacer cambios. A pesar de lo dicho en el punto anterior, también es posible que en algún momento te des cuenta de que no se trata ni de un período de espera, ni de un obstáculo, sino que para alcanzar tu meta se requiere de un enfoque completamente nuevo. Aprender a pensar fuera del marco y de manera creativa te puede ser de gran ayuda en esos casos. Empeñarse en hacer lo mismo si no está dando resultados, no parece muy buena idea, no?
Aprende a Sentirte Bien
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Hace 6 años
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