martes, 14 de diciembre de 2010

Buscate Maestros

"Búscate un maestro, aunque sepa menos que tú"

11/12/2010 - 03:22 | Actualizada a las


Foto: Mané Espinosa
LLUÍS AMIGUET
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Óleo sabio
El rabino Ben Itzjak es el alma del Centro Keter Maljut, pionero de los Estudios Judaicos en Barcelona tras cinco siglos de ausencia. Muriel Binia me explica que a veces escuchan sus lecciones cabalísticas ¡por teléfono! desde Jerusalén. Comparto con ustedes esta leve iniciación que me da ¿en persona¿ para celebrar la Janucá, fiesta judía de la luz, que celebramos encendiendo una vela cada día hasta ocho, porque esos fueron los que duró el aceite de las velas del templo de Jerusalén tras su profanación. Y comemos fritos, que para mí no serán ya mera amenaza dietética, pues me enseña que el aceite de oliva es, para la cábala, sabiduría. Y así enriquece de nuevo significado su sabor milenario.
Rabino, ¿por qué lleva la barba tan larga?
¡Parece usted mi mujer!

Sólo era curiosidad.
Debe estar larga, porque así los pelos canalizan mejor las energías.

¿Por eso se las mesaban los sabios?
Así captaban esas fuerzas arcanas.

Si no es cierto, es una bella metáfora.
Es cierto, y todo este mundo es metáfora.

¿...?
¡Lo increíble es que aún haya alguien que crea que este mundo existe!

Es el único que tenemos.
Es una sombra del de verdad. Lo que me preocupa es que se lo tomen tan en serio.

La ilusión es gratis.
Quien no entienda que hay otro mundo en el que están las raíces de éste no será feliz.

¿Por dónde empezamos?
¡Así! Empiece preguntando. Si no tenemos sed, nunca encontraremos el agua, porque aunque la halláramos, no sabríamos qué es.

¿Y después?
Estudiar.

¿Para qué?
Estudiamos para estudiar. Estudiar es el para qué. Es el fin. El estudio es inherente al judaísmo y a la cábala. Sólo el estudio te permitirá descubrir quién eres; cuál es tu misión aquí y llegar a ser feliz al cumplirla.

¿No puede iluminarme usted?
Los rabinos no tenemos ningún carisma especial ni gracia milagrosa. Estudiamos...

¿Me va a dar una bibliografía?
Sólo si tiene sed y me la pide. Además, puedo hacerle las preguntas para que usted encuentre las respuestas en su interior... después de mucho estudiar.

Antes se ha referido al mito de la caverna de Platón y ahora a la mayéutica socrática...
Nada es casual: el autor del Zohar, libro central de la cábala, lo escribió tras haberse encerrado en una cueva.

Supongo que se buscaba a sí mismo.
Sólo en la medida en que nos encontremos podremos ser felices. Por eso Borges, al reflexionar sobre su vida, concluye: “He cometido el peor de los pecados: no he sido feliz”.

Pues estudiar, estudió un montón.
Lo suficiente para darse cuenta al final de que la erudición no basta. Estudiar sólo es el primer paso, después debes transformar lo aprendido en vida, en tu vida. Es lo que llamamos la Sefirot. Por eso, Maimónides...

El cordobés.
Aconseja: “Búscate un maestro, aunque sepa menos que tú”.

Pues no le veo la gracia.
Porque al aprender, abrirás tu lado femenino. Te abrirás. Y así cuando por fin encuentres a un maestro del que puedas aprender, ya estarás abierto a la verdad.

Sabio y por ello humilde o al revés.
La cábala entiende el universo como una división entre lo femenino y lo masculino.

¿División sexual? ¿El yin y el yang?
Lo femenino y lo masculino en un sentido amplio, no meramente sexual.

Hombres y mujeres, otro misterio.
Por eso, sólo entenderás por qué un hombre y una mujer pueden convivir...

O no.
... Durante años si antes comprendes lo masculino y lo femenino espiritual y lo aplicas aquí abajo. Si no entiendes esas raíces profundas en ese otro mundo de todo lo que vemos aquí, no puedes descubrir tu misión y después cumplirla y ser feliz.

¿El bien une lo femenino y masculino?
Nuestras acciones repercuten allí arriba y acercan o alejan lo masculino de lo femenino. La llave de la unidad la tenemos nosotros con nuestros actos. Cuando el hombre cumple su misión individual, los acerca, y genera abundancia y prosperidad. El maharal de Praga describe el templo de Jerusalén como “el lugar donde se unen los cielos con la tierra”...

¿No hay cabalistas que discrepen?
No hay dogma que valga. Al contrario: los rabinos estudiamos el Talmud con otros rabinos –la gebruta– para encender el fuego sagrado de la discrepancia.

Con educación siempre es saludable.
Pero no se trata de dirimir quién tiene la razón. Intentamos que haya distintas perspectivas de lo mismo. En la cábala, cada letra, palabra, signo, cifra, orden... tiene un significado que remite a otro... y otro... y...

¿Y si la respuesta es que Dios es creación de los hombres y no al revés?
Algunos me dicen que envidian mi fe, pero que no la tienen. Y suelo aconsejarles que estudien y se den tiempo. Que no hay fe que no incluya dudas.

Hasta los ateos se lo tienen que currar.
Hay un ateísmo frívolo que no merece alusión. Al otro me gustaría apuntarle que la duda es una fe sana. Una vida que no se piensa a sí misma no merece la pena ser vivida.

Una vida sin estudio es una vida perdida.
Por eso también me anima el alumno que duda y critica todo lo que digo y me preocupa el alumno que me dice a todo amén.

Y si estudias, lo vives, te descubres, realizas tu misión y eres feliz, ¿mueres igual?
El cabalista cuando acaba esta vida con provecho pasa a estudiar en un plano superior.

¿Los demás repiten curso?
El paraíso del cabalista, ya ve, no estaría tan lejos de La Biblioteca de Babel de Borges.

¿Y el mesías?
Vendrá dentro de 6.000 años para enderezar una situación muy corrupta.

Pues esta no está mal...
Mientras, estudiamos.

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