domingo, 4 de julio de 2010

La Física Cuántica

Las ciencias naturales, que llevaron al moderno materialismo a un extremo, lo han superado entretanto a través de los reconocimientos de los grandes físicos del pasado siglo: Einstein, Max Planck y Werner Heinsernberg. La nueva física nos enseña que nuestro mundo en realidad no se compone de materia. Lo que percibimos más o menos como sustancia sólida, no es una aglomeración de una infinidad de las más pequeñas partículas fijas, sino una red de intercambio de impulsos y vibraciones de un campo energético invisible.



Einstein dijo: “¡Los átomos que nos parecen materia son una concentración de energía”!. Max Planck aclaró: “Toda la materia se forma y se mantiene sólo gracias a una fuerza, que mantiene los átomos como al más diminuto sistema solar. Pero como en el espacio no hay ninguna fuerza entre sí, tenemos que suponer tras esta forma de energía a un Espíritu consciente e inteligente. ¡Éste es el origen primario de la materia”.



Hans Peter Dürr, un físico de Munich, colaborador durante años y seguidor de Werner Heisenberg, lo describe así: “Al final de la realidad en esta observación no está la materia, sino sólo un campo, que no es material, sino que representa un tipo de potencial. Un potencial que tiene la facultad de materializarse. Este campo es sólo un único campo, del que está formado el universo entero... En el fondo todo es Espíritu”.



El físico Hans Peter Dürr objeta a los teólogos, que la física moderna “se aparta completamente de este Dios externo. Pues en las nuevas ciencias naturales, la física cuántica, prevalece el pensamiento de que todo está interrelacionado con todo. Pero donde no hay nada separable, se llega a otra imagen de Dios. Yo no puedo imaginarme a Dios como a algo externo. Para mí sólo es válida una imagen de Dios, de la que yo mismo formo parte”.



Si el Espíritu universal, Dios, actúa en todo, en cada átomo, en cada molécula, en cada planta y en cada animal, y por supuesto en cada ser humano, se plantea de nuevo la pregunta si el menosprecio a los animales en la Biblia tradicional puede ser realmente la Palabra de Dios. Para aquel que cree en el gran Dios creador, es inimaginable que éste quiera tratar con tal desprecio a Sus criaturas, como la Iglesia lo ha enseñado durante 2000 años.



De la publicación gratuita: “La Fundación Gabriele num. 2”

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