viernes, 7 de enero de 2011

Allan Percy y la Meteorología Emocional

Un mañana te levantas, abres la persiana de tu cuarto y ves un brillante sol. Las nubes no cubren el cielo y todo lo que te rodea te sugiere luminosidad y alegría. Ese día, es muy probable que salgas de casa con una sonrisa dispuesta a comerte el mundo. Sin embargo, también puede sucederte lo contrario. Que lo primero que veas al despertar sea un cielo cubierto, incluso que estén cayendo las primeras gotas de lluvia y que todo a tu alrededor parezca desapacible. Sabes que tienes que salir de casa, ¡qué remedio! Pero es muy probable que lo hagas con muchas menos ganas que en el caso anterior.

El periodista especializado en psicología emocional , Allan Percy, llama a esto ‘meteorología emocional’. O lo que es lo mismo, el modo en que cada persona pasa a lo largo del día y de su vida por distintos estados de ánimo, comparables con el tiempo climático: Unas veces luce el sol, en otras los problemas penden sobre nosotros como pesadas nubes… “Nuestra naturaleza es dinámica y, sin embargo, vivimos lo que nos sucede como si fuera permanente. Cuando nos sentimos tristes nos cuesta pensar que la tempestad acabará amainando. Del mismo modo, vivimos los momentos de alegría como si los rayos de felicidad no se fueran a apagar nunca”, afirma el autor.

El buen tiempo del corazón (Zenith), nos explica cómo modular estos cambios de ánimo que tanto nos afectan, aunque sean necesarios y se complementen entre sí. Y lo hace de la mano de cuentos, reflexiones y testimonios de otros autores como Álex Rovira, Pilar Jericó, Eduardo Punset, Mariana Caplan o el Dr. Eduard Estivill, que nos proponen sus particulares soluciones a estos cambios de ánimo por los que pasamos.

Así, por ejemplo, el columnista estadounidense William Arthur Ward, nos propone la solución para aquellos días en los que nos levantados con el estado anímico de “nubosidad variable”. Percy lo define como aquel que se manifiesta en forma de dudas, altibajos y cambios repentinos de humor. Los textos que nos propone Percy, están pensados, dice, “para ver la luz entre las nubes y afianzar el sol interior”. ¿La receta? Correr riesgos. Para Ward, la vida en si misma es un riesgo de que debemos correr para ser felices: “Reír es arriesgarse a parecer un tonto. Llorar es arriesgarse a parecer sentimental. Recurrir al otro es arriesgarse a comprometerse. Exponer los propios sentimientos es arriesgarse a desnudar tu verdadero yo. Exponer tus ideas y sueños ante la multitud es arriesgarse a perderlos. Amar es arriesgarse a no ser correspondido. Vivir es arriesgarse a morir. Tener esperanza es arriesgarse a desesperarse. Intentarlo es arriesgarse a fracasar”. Sin embrago, la receta mágica para dejar las nubes a un lado, solo puede pasar por arriesgarse a correr riesgos porque “no hay peor riesgo en la vida que no arriesgarse nada”.

Peor que enfrentarse a un día nuboso, es tener un día marcado por la tempestad. En estos casos, dice Percy, el sentimiento que predomina es la ira, y no hay mejor forma para disiparla que alejarse de aquellas personas que tratan de empequeñecer nuestras ambiciones, porque para el autor “los realmente grandes son aquellos que te hacen sentir que tu también puedes ser grande”.
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Allan Percy

¿Y cuando estamos tristes? El autor no tiene ninguna duda. El sentimiento de tristeza se corresponde con el estado meteorológico de lluvia. Un clima que puede ser beneficioso, dice, siempre que no creamos que las lágrimas han venido para quedarse. Luchar contra ello implica ser capaces de anticiparnos a nuestra propia impulsividad y evitar tomar decisiones en aquellos momentos en los que el desanimo nos supera. La cita célebre para que entendamos la importancia de salir de este estado de derrotismo, nos la trae Percy de la mano del psiquiatra estadounidense M. Scott Peck, que nos enseña a ver la vida de otro color cuando nos sentimos cansados y superados por las circunstancias “Cuando aprendemos verdaderamente que la vida es difícil–cuando lo entendemos y lo aceptamos–entonces la vida deja de ser difícil. Porque una vez aceptado, el hecho de que la vida sea difícil ya no tiene importancia”.

Y es que, al final, lo que debemos conseguir en nuestra vida, dice Percy, es llegar al estado de cielos despejados, el que alcanzamos tras superar las nubes, la lluvia, los rayos y la catarsis de la nieve. Este último apartado nos habla de la felicidad que siempre está ahí, aunque a veces no sepamos verla. La clave de este estado viene representado por un poema de Neruda , que nos habla del sentimiento más puro, que es también el que nos permite alejar los nubarrones para dejar que llegue el sol a nuestro ánimo: el amor que nace sin que podamos controlarlo ni sepamos como influir en él. “Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo así te amo porque no sé amar de otra manera”. Y es que, como dijo el sociólogo P. Sorokin, “el amor es el mejor remedio contra la ansiedad, la soledad y la hostilidad; estimula la creatividad y alarga la vida; y lo mejor de todo es que existen los medios para desarrollarlo”.

El buen tiempo del corazón engloba las mejores píldoras para alimentar la esperanza y la ilusión. Una antología en la que el autor, Allan Percy, reúne retazos de sabiduría de filósofos, poetas, idealistas, soñadores, artistas y luchadores. Un libro que infunde valor al lector y lo empuja a ponerse en camino, en un momento, como el actual en el que las noticias nos hablan de un estado generalizado de desanimo motivado por la crisis o de un incremento del estrés provocado por el exceso de trabajo. Y es que, crea o no en los libros de autoayuda, El buen tiempo del corazón ofrece a quienes se acerquen hasta sus páginas, un amplio abanico de reflexiones, pensamientos que, como mínimo nos harán pensar y nos llevaran en el mejor de los casos a esbozar una sonrisa que aleje de nuestro día las lluvias y los nubarrones y haga que nuestro estado de ánimo se parezca más, como dice el autor, al de un día soleado.

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