viernes, 7 de enero de 2011

La Escafandra Optimista: La Actitud es Clave

Está en nuestra mano. Cómo nos tomemos la vida, es una opción que sale de nuestras tripas y nuestra cabeza.



Un atasco y dos personas. Una grita colérica aunque probablemente no tenga prisa por llegar a ningún sitio donde casi seguro nadie le espera y otro, decide respirar a fondo y pensar: no sirve de nada que me enfade. Voy a poner música y a cantar esperando a que pase pronto.

Dos opciones.

El problema no es el atasco. El problema es la actitud que tomamos ante él.

A quién le echo la culpa por cómo he empezado el día si me enfado como una loca ya de buena mañana?

A todos. Al atasco, a los demás conductores, y ya, para seguir, ya que estoy embalada, decido culpar al Ayuntamiento por no hacer nada al respecto, a los policías que nunca están cuando se les necesita, a mi pareja que me ha entretenido antes de salir, a los autobuses escolares por su grande existencia y al Cosmos por no darme tregua. Y así todo el día! Es cómo una bola de nieve que baja por la ladera de la montaña. No hay quien lo pare!

¿Y, si decido vivir con la escafandra del optimista?

Mi estómago no se encogerá de los nervios y el desayuno me sentará divinamente, habré preparado unas cuantas canciones para la competición de Karaoke con los vecinos, habré quizás arrancado una sonrisita de algún conductor del carril contiguo y tendré la sensación de fuerza y “buen rollo” tras pasar esta prueba de fuego.

Entraré al trabajo diciendo un “buenos días” con una sonrisa de oreja a oreja, me sentaré en mi mesa con ganas de producir (lo cual será directamente proporcional a la caja del día en la mayor parte de los casos, y sino seguro que habré sembrado), conversaré sobre cómo le ha ido el colegio a mi hijo en la hora de la comida, enterándome si todo va bien con sus compañeros y el día pasará y yo seguiré esquivando los motivos para enfadarme.

Si alguno de los asuntos consigue apoderarse de mi estado de equilibrio, me permitiré un enfado corto, o quizás un llanto por pena o cualquier otra emoción que necesite ser vivida en ese momento. Victimismos los justos. Y después, a otra cosa mariposa…

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