Antes de entrar a revisar las variables del abuso de poder, es necesario establecer los significados de "poder" y de "abuso", en lo relativo a los vínculos humanos. Defino aquí como "poder" a la capacidad que una persona, situación o cosa tiene de influir en una determinada realidad. Entiendo por "abuso" el uso indebido de la capacidad de influencia de una persona sobre otras, a quienes llamaremos "víctimas". (seres que en lo individual o grupal reciben, sufren o padecen los efectos negativos a causa de las acciones u omisiones de sus victimarios.
Se puede hablar de abuso del poder político, económico, mediático, físico y de otros tipos. Aunque estas modalidades de abuso pueden presentarse de forma independiente, también pueden combinarse y generar un abuso agravado, como sucede cuando se integran el poder político y el económico o el poder económico y el mediático. A mayor poder unilateral acumulado, mayor riesgo de desequilibrio en las relaciones.
Si tener poder nos pone en riesgo de ser en abusadores potenciales, no tenerlo nos coloca en riesgo de ser abusados por quienes lo ostentan. Los miembros de la sociedad que más se encuentran expuestos a ser dañados por otros, en razón de su debilidad, son: niños, ancianos, enfermos, ignorantes, reos, mujeres, empleados y pobres.
Por su influencia sobre otros, los más abusadores en sus roles suelen ser: políticos, militares, policías, abogados, periodistas, médicos, docentes, locutores y delincuentes. Aunque sin discusión, debemos situar en la misma cumbre a los políticos, ya que cuentan con el poder de aprobar o derogar leyes, regular o influir en las Fuerzas Armadas y en las policías, y manejar cuantiosos recursos públicos por cobro de impuestos de diverso tipo.
Es este inmenso poder el que los coloca como los agresores potenciales más peligrosos de todos, junto con los criminales. Entre los daños que pueden producirse desde la altura política, destacan: ofensas, calumnias, torturas, corrupción, encarcelamientos, desapariciones, aislamientos, secuestros, y el peor de todos, el asesinato, que en ocasiones llega a realizarse a gran escala (guerras y genocidio)
Existen características asociables a una mayoría de abusadores: tendencia autoritaria y egoísta, ambiente de crianza inmoral y permisivo, proveniencia de hogares rotos, tendencia a llamar la atención, placer por dañar a animales y personas, uso esporádico o regular de drogas y actuación en contextos jurídicos débiles.
Quien abusa de su cuota de poder puede hacerlo convencido de que actúa de forma adecuada, y busca hasta encontrar argumentos que lo justifiquen. Son muchos los desmanes que se han realizado utilizando la ley o a Dios como escudo o excusa.
Al analizar el abuso de poder, debemos examinar tres aspectos detenidamente: intención, método y resultado. Aunque se tenga una buena intención al actuar de determinada manera, los métodos inhumanos y los resultados lescivos, revelan de manera inequívoca una reducción de la dignidad y el respeto.
Un gobernante que mienta, agreda, incumpla, robe, agreda o viole las leyes, abusa del poder que ejerce por lo que pierde la legitimidad y apoyo de sus similares y electores, y se expone a sanciones legales de diverso tipo.
¿Es posible evitar el abuso? No siempre, pero en muchos casos la respuesta es ¡sí!. aunque sabemos que no siempre resulta sencillo o inmediato. Concretamente, pienso que hay tres caminos para regular la convivencia social humana: La ética, la moral y la ley.
La ética es la capacidad individual de evaluar cada situación como buena o mala, conveniente o inconveniente, adecuada o inadecuada, de acuerdo con los valores propios o particulares. La moral se relaciona con las convicciones y tradiciones sociales ejercidas como presión a los miembros del grupo, para el sostenimiento de las buenas costumbres. La ley es el marco de normas aceptadas que regulan la convivencia de las sociedades, incluidas las sanciones aplicables a quienes delinquen.
Lo ideal sería que cada quien se autorregulara. Si esto no sucede, la gente, el colectivo, puede presionar a los desadaptados impulsándolos a retomar el camino moral y socialmente aceptado.
Y como tercer camino, si no hay regulación por esa vía, se hace necesaria la participación de quienes tienen el deber de hacer cumplir las leyes. Por supuesto, si quienes deben ejercer la legalidad no tienen poder para hacerlo, el abuso se instalará por impunidad, con perversas consecuencias para la convivencia ciudadana.
Para combatir el abuso de poder debemos comenzar dentro de nosotros, evitando lastimar o dañar a quienes percibimos como más débiles. Desde la perspectiva social, es importante evitar el exceso de influencia en manos de unos pocos, por lo que los monopolios políticos, económicos o de cualquier tipo deben hallar contrapeso. Finalmente, para quienes no creen en las leyes terrenales humanas, queda la esperanza de que exista la ley de Dios, la que al parecer... nunca falla. Gracias por leerme.
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