jueves, 1 de julio de 2010

Conocer la química del Amor

La química del amor

El enamoramiento hace al hipotálamo segregar sustancias con efectos similares a las drogas. Esta ebullición eléctrica y química demuestra que el amor es un asunto del cerebro más que del corazón.

Por Daniella Fernández* / Fotos Purestockx.com

Aunque a lo largo de la historia se les ha encomendado a los poetas la tarea de dibujar con palabras el amor, son los químicos los que ahora tienen las respuestas para explicar el más universal de los sentimientos. Que sus explicaciones sean menos seductoras no impide que estén cargadas de fascinación y afecto.
Y es que cuando la bioquímica entra en acción, la sentencia “prohibido enamorarse” se electrocuta ante las descargas neuronales, las sustancias y las hormonas, cuya adicción se asimila a la producida por las drogas.

Coctel cerebral para el amor

Al encontrar a la persona deseada, nuestro organismo entra en ebullición y el hipotálamo envía mensajes a las glándulas suprarrenales para que aumenten la producción de adrenalina y noradrenalina.

De esta manera, el deseo ardiente del sexo está unido a la testosterona; mientras que la atracción eufórica, así como el sentirse involucrado emocionalmente, están relacionados con altos niveles de dopamina y norepinefrina y bajos niveles de serotonina.

Estas sustancias semejan en su composición química al opio y la morfina, de ahí que el enamorado se sienta sin hambre, vea todo “color de rosa”, esté alegre, con vitalidad y puedan permanecer horas haciendo el amor y conversando, sin sensación alguna de cansancio ni sueño.

Curiosamente, son los varones quienes parecen ser más susceptibles a la acción de las sustancias responsables de las manifestaciones asociadas al amor. Ellos se enamoran y desenamoran más rápida y fácilmente que las mujeres.

Este proceso de vértigo resulta tan excitante y adictivo que desearíamos que nunca terminara, pero el llamado enamoramiento tiene un lapso de 18 a 30 meses de duración.

La pasión se apaga

Al igual que las drogas, con el paso del calendario su efecto disminuye, originando dos escenarios: la pérdida de la pasión acompañada del regreso a la realidad o la transición del enamoramiento al amor, donde median una serie de sentimientos “desintoxicados”.

Para fortuna de los “no correspondidos”, existe un narcótico contra “el mal de amor” llamado chocolate. Tanto este alimento, rico en feniletilamina, como el ejercicio ayudan a suplir esa abstinencia, al regular la producción de adrenalina y serotonina.

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