domingo, 4 de julio de 2010

Creer es crear

CREER ES CREAR

Cree en lo que tú sientas creer, imprímele fuerza y vivirá. Tan sólo existe una condición: respeta las creencias de los demás. Hay sitio para todos.

Algunos dirán que esta frase(*) no tiene mucho sentido hoy en día donde cada uno hace, dice o piensa lo que le da la gana. Nada más lejos de la realidad.
Las necesidades que nos surgen, la forma de divertirnos, los caprichos, las opiniones, cómo nos movemos, nos vestimos, lo que comemos, nada de lo que hacemos es original, genuino o auténtico. Forma parte de un programa perfectamente trazado donde las personas han pasado a ser mercancías y los valores han sido sustituidos por el consumo. El mundo se mueve en clave de mercado y se ha impuesto un pensamiento único que está ahogando a todos los que piensan diferente. La crítica hacia el sistema, la disidencia -como denuncian las organizaciones de defensa de los derechos humanos- está cada vez más perseguidas. Sólo hay que ver el retroceso en materia de derechos y libertades que está sufriendo el ser humano en todo el mundo a raíz del 11-S.
Aunque el hombre ha empezado a gritar ¡basta ya!, su grito no suena lo suficientemente fuerte porque está impregnado de miedo a expresar en voz alta lo que piensa. Pero, ¿por qué? ¿Qué sería de este sistema si las personas dejasen de creer en él? Si dejasen de consumir sus productos, de apoyar sus valores, de ir a sus guerras, de escuchar sus discursos, de apoyarles con su voto... En definitiva, de jugar a su juego.
¿Qué sería de este sistema si cada uno, como invita la reflexión del principio, empieza a creer sólo lo que él siente creer y no lo que le han inculcado y le imprime su fuerza? ¿Qué pasaría si eso lo realiza fuera de los circuitos establecidos, metiendo las narices donde nadie antes lo ha hecho, sin temor a las consecuencias? Pues que sin jugadores, no hay partido y que en el fondo, muchos están esperando ese primer paso.
Y esto sí es una realidad. Porque a lo largo de la historia hemos podido comprobar cómo los librepensadores, personajes que abrieron nuevos caminos en el mundo de las ideas, han desafiado lo estipulado, se atrevieron a mirar al otro lado y con su reflexión introdujeron nuevos elementos que han cambiado la vida del planeta. Posteriormente, otros les siguieron, se crearon corrientes de pensamiento, y tuvieron lugar las grandes revoluciones.

Si como hemos visto, el hombre tiene la capacidad de imprimir fuerza a aquello en lo que cree, puede creer lo que quiera y además, hacerlo posible o negar su existencia, ¿no estaríamos hablando del poder de un dios?

El potencial del ser humano es muy grande, sólo necesita ser descubierto y utilizado conscientemente. En este sentido, un grupo de científicos "disidentes" encabezados por el profesor de Física Cuántica de la Universidad de Oregón, Amit Goswami ha propuesto la teoría de "El Universo autoconsciente", según la cual, es la consciencia y no la materia lo que hace posible la existencia de algo. El universo para existir necesita de mentes conscientes que estén enteradas de él. Sin esa consciencia, sin ese apoyo, ese universo sería sólo una posibilidad, un sueño. Sencillamente, ¡no existiría!. Este grupo de librepensadores han combinado los últimos descubrimientos sobre biología, física cuántica, psicología para construir esta teoría que demuestra la existencia de otra dimensión de la vida, más real que la que estamos viviendo.
Es curioso que a pesar de haber sido criticados por otros científicos, sus teorías estén de actualidad precisamente para explicar muchos de los acontecimientos sociales que están teniendo lugar en estos momentos, como reacción al sistema imperante.
Si como hemos visto, el hombre tiene la capacidad de imprimir fuerza a aquello en lo que cree, puede creer lo que quiera y además, hacerlo posible o negar su existencia, ¿no estaríamos hablando del poder de un dios?. Entonces, tendríamos que revisar el sentido de la frase tantas veces dicha, de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de su Creador. Si nos adentramos por estos nuevos caminos, ¿qué nos queda por descubrir y experimentar? ∆

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