martes, 19 de abril de 2011

Respeto Para TODOS!!!!!!

Driss Bouissef, fue preso político marroquí; hoy es editor y activista por la democracia

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet
"Los marroquíes sólo pedimos vivir como personas"

16/04/2011 - 00:00

Foto: Jordi Play

Lluís Amiguet

5 comentarios

5266 visitas

Compartir

* Facebook
* Twitter
* Meneame
*
Share

* Notificar error
* Tengo más Información

* Enviar a un amigo
* Imprimir
* Reducir cuerpo de letra
* Ampliar cuerpo de letra

Lo que decía Franco

“Los marroquíes pedimos la dignidad de que gozan los europeos. He estado en dos manifestaciones -cuenta Bouissef en el CCCB- y son pacíficas e inteligentes. La monarquía, hábil con el palo y la zanahoria, ha integrado a la oposición de antaño en la oligarquía –todos son parientes– y nos quieren convencer de que ya tenemos una democracia. Los islamistas, antaño alentados por el rey, han logrado retrocesos en las costumbres, pero pierden la calle. Sólo temo que esta primavera democrática quede en nada, porque no está articulada, y que sigamos ahogados en la corrupción. Europa aún nos mira con desconfianza, pero también Franco decía que España no estaba hecha para la democracia”.

Mi madre era española, de Tetuán. Y se enamoró de mi padre, marroquí, funcionario de la administración colonial española.



Un amor entre dos mundos.

En el barrio español de Tetuán, los vecinos se burlaban de su noviazgo y mi madre bromeaba: “¡Con que el moro, el moro!... ¡A ver, qué tenéis vosotros que no tenga el moro!”.



Su madre era inteligente.

Mi padre, de origen campesino, insistió en comprar un rebaño de cabras y me puso a mí de pastor a los siete años...



Esa era una escuela muy dura.

... Menos mal que mi madre, tras la independencia, insistió en llevarnos al Liceo francés; hice allí el bachillerato y así después pude irme a estudiar a Toulouse Filología Hispánica.



¿Era usted buen estudiante?

Hacía mucha política –era 1967– y a los 24 años volví a Marruecos; a Rabat, de profesor de español, y me metí en el partido de Serfaty, sefardí que había gozado de la confianza de Hasan II, que le nombró director de la prestigiosa escuela de ingenieros.



¿Y se había hecho comunista?

Y Hasan II se lo tomó como una traición personal. Éramos unos ingenuos que nos limitábamos a conspirar sin ningún contacto con el pueblo y rechazábamos el uso de la violencia, pero la policía nos vigilaba y un día vinieron a casa y me detuvieron.



¿Por qué, si eran tan inofensivos?

Corría el año 1976. Hasan II había superado dos golpes de Estado, el del coronel Ababu y el del general Ufkir, los dos rifeños. En 1959 Ufkir había reprimido con un baño de sangre las revueltas de su tierra, el Rif...



...

Pero el propio Hasan II le pegó un tiro cuando se postró ante él suplicando perdón.



Veo que el rey no perdonaba.

No era magnánimo, precisamente. Y con nosotros jugó el hábil juego de los reyes deMarruecos: el palo y la zanahoria. Nos ofrecía clemencia...Y la verdad es que nosotros, tozudos, no cedimos. Y usó el palo.



¿Qué pedían ustedes?

Éramos el único partido marroquí que defendía el derecho saharaui a la autodeterminación. Y pedíamos la república popular.



Tampoco era muy contemporizador.

A mí me cayeron 20 años. Y las penas para cientos de mis camaradas fueron similares.



No eran una broma.

No lo eran. Por eso yo acabé cumpliendo 13 años de cárcel, la mayor parte en el durísimo penal de Kenitra.



¿Cómo hizo para sobrevivir?

Me convencí de que estaba en aquel presidio por algo mucho más importante que mi propia vida: eso dio un significado profundo a mi sufrimiento, pero al mismo tiempo le quitaba importancia.



Una hermosa paradoja.

Y estaba la solidaridad: la de mi esposa francesa, que me ayudó muchísimo, y la de mis compañeros. Allí dentro nunca estuve solo.



...

Y esa fue una de las razones por las que el día que salí de la cárcel fue el más amargo de mi vida.



¿Por qué?

Intuía que mi esposa aguantaba la relación sólo por no hundirme. Fue generosa y hoy somos amigos, pero ese día tuve que aceptar que mi matrimonio se había acabado y me vi en la calle, vigilado por la policía y desposeído de mi plaza de profesor.



¿Qué hizo?

Colaboré con periódicos y radios españolas; hice traducciones... Y tenía esperanzas.



¿Con motivo?

Un día me llamaron a comisaría por mis crónicas y me amenazaron con rompernos la cara a mí, a mi segunda esposa, marroquí, y a mi hija pequeña, bebé de pocas semanas.



No había motivos para el optimismo.

Al día siguiente huimos a Barcelona.



¿Mejoró su suerte?

Aquí tenía amigos de Toulouse y mis viejos compañeros comunistas me ayudaron. Trabajé en el COOB de traductor; después Manolo Vázquez Montalbán...



Siempre generoso.

... Me ayudó a entrar en Le Monde Diplomatique y allí estuve mientras duró el proyecto del Cuatro Semanas. Después trabajé en una ONG, Cooperacció, y al fin, murió Hasan II y el nuevo rey nos devolvió los derechos a los represaliados políticos.



¿De nuevo tuvo esperanzas?

Volvimos a Rabat y yo pensé que tal vez el cambio era posible...



¿Y...?

Me volví a equivocar, pero ya me pude jubilar y hoy vivo junto al mar, en Rabat, en Salé. Y he montado una pequeña editorial.



¿Es que Marruecos no ha mejorado?

Hoy la represión está muy bien disimulada. Pero se cierran publicaciones simplemente porque molestan a algún notable y sigue habiendo presos de conciencia y de opinión.
Dijo aquí el ministro socialista El Yazghi que el país ya ha hecho sus reformas.

Es que Marruecos es complejísimo. La monarquía, hábil siempre con el palo y la zanahoria, ha sido capaz de integrar a la antigua oposición en el régimen y hoy la respaldan.
Desde fuera es difícil entenderlo.

Lo esencial es que las clases medias marroquíes no se resignan y piden tener los mismos derechos que cualquier democracia, y las clases bajan observan y quieren mejorar: así que todo Marruecos hoy es un clamor por una vida con dignidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario