domingo, 4 de julio de 2010

Campos de Energía e Inconsciencia

Son atraídos hacia un propósito los campos mórficos

Rupert Shaldrake, eminente bioquímico británico contemporáneo, doctorado en Cambridge, filósofo e investigador, que escribió gran cantidad de artículos en revistas científicas, y varios libros, entre ellos “El Renacimiento de la naturaleza” y “Siete experimentos que pueden cambiar el mundo”; y que ha participado en conferencias en todo el mundo; es uno de los científicos más innovadores de la actualidad.

Mientras investigaba el desarrollo o morfogénesis de las plantas en la Universidad de Cambridge, tratando de indagar cómo crecen las plantas y cómo adoptan sus distintas formas a partir de un simple embrión; y no satisfecho con la sencilla explicación que resuelve este problema diciendo que todas las especies están genéticamente programadas; se interesó por la idea de algunos biólogos del siglo XX, que propone que el crecimiento de los organismos están formados por campos llamados morfogenéticos, que serían como copias invisibles que subyacen a las formas que cada uno de ellos adoptan posteriormente.

Según esta teoría, son zonas autoorganizadas de influencia en el espacio tiempo, idénticas a los campos magnéticos y a otros campos similares de la naturaleza, localizados en los sistemas que organizan y alrededor de ellos orientándolos hacia objetivos específicos.

El concepto de campos morfogenéticos es ampliamente aceptado en biología pero nadie sabe qué son ni cómo operan.

Rupert Shaldrake sostiene que estos campos tienen características propias, pertenecen a un grupo más grande de campos que él llama mórficos, tienen la capacidad para evolucionar, y contienen una memoria intrínseca proporcionada por un proceso que él denomina “resonancia mórfica”.

A esta hipótesis Shaldrake la llama “causación formativa” que supone que cada sistema organizado está formado por niveles inferiores que reciben sus propiedades características del campo mórfico y lo convierte en algo más que la suma de sus partes.

En animales y plantas participan los campos mórficos, en la conducta y la mente los campos preceptuales, conductuales y mentales; en cristales y las moléculas los campos cristalinos y moleculares y en las sociedades y culturas los campos sociales y culturales.

El matemáticos René Thom denomina atractores a los objetivos hacia los cuales se desarrollan los sistemas. En matemáticas, los atractores son los límites hacia donde son atraídos los sistemas dinámicos. Es una manera de entender en forma científica los propósitos y las intenciones.

La estructura de estos campos mórficos no son fijos y dependen de lo ocurrido anteriormente, porque tienen un tipo de memoria y en virtud de la repetición se hacen cada vez más fuertes y resulta más probable que vuelvan a ocurrir.

Para Shaldrake, el primer campo cualquiera, como por ejemplo el campo de una nueva idea, se hace real mediante un salto creativo, aunque se desconozca la fuente de esta creatividad evolutiva.

Los campos conductuales evolucionan con el tiempo y se transforman en la base de los hábitos.

Desde este enfoque se puede decir que la naturaleza es habitual y sus leyes pueden ser sólo hábitos.

La resonancia mórfica son los modos en que se transfiere la información de un sistema anterior a uno posterior, o sea la influencia de modelos sobre otros similares a través del espacio tiempo que provienen del pasado y no se debilitan ni con la distancia ni con el paso del tiempo.

En el orden humano este tipo de memoria se relaciona con el llamado “inconsciente colectivo” de Jung.

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