El arte es un acto del alma, no del intelecto. Cuando tratamos con los sueños de las personas –sus visiones, en realidad- nos hallamos en el terreno de lo sagrado. Estamos involucrados con fuerzas y energías más poderosas que las nuestras. Invocamos al Gran Creador cuando invocamos a nuestra propia creatividad, y esa fuerza creativa tiene el poder de cambiar nuestra vida, colmar nuestros destinos y responder a nuestros sueños.
Para vivir una vida creativa, debemos aprender a perder el miedo a equivocarnos. A menudo un bloqueo creativo se manifiesta como adicción a la fantasía. En vez de trabajar o vivir en el ahora, nuestra mente se entrega en devaneos de sueños diurnos, de los “podría ser”, “habría sido”, “debería haber sido”. Uno de los grandes malentendidos acerca de la vida artística es que requiere grandes impulsos de desvarío. La verdad es que una vida creativa implica grandes dosis de atención. La atención es un modo de conectarse y sobrevivir.
El premio de la atención es siempre la curación. La primera prioridad de nuestras vidas debe ser nuestra propia curación. Podemos comenzar con la curación de un dolor en particular: el amante perdido, el niño enfermo, un sueño hecho trizas o el padre egoísta. Pero lo que finalmente se cura es el dolor que subyace por debajo de todos los dolores: el dolor de que todos estamos “inexpresablemente solos”. Al darnos cuenta de eso, entonces la atención se convierte en un acto de conexión, que nos une a todo y a todos.
La creatividad pertenece al orden natural de la vida. La vida es energía: energía creativa pura. Existe una fuerza creativa fundamental que mora en nosotros y que nos impregna a nosotros mismos. Cuando nos abrimos a nuestra creatividad, nos abrimos a la creatividad del Creador que está dentro de nosotros y en nuestra vida. Todos nosotros somos creativos.
Muchas de las personas que se encuentran bloqueadas son personalidades muy poderosas y creativas, pero que no están atentas a sus pensamientos y sentimientos, y por eso al vivir de la inconsciencia se sienten separados de la fuente y por tanto poco creativas.
El camino del artista enseña que la expresión creativa es un elemento natural de la vida. Julia Cameron en su libro nos ayuda a recuperar la creatividad superando distintos bloqueos: limitaciones, auto-sabotaje, celos, adicciones y otras fuerzas inhibitorias que impiden el crecimiento personal.
La envidia, la crítica y los chismes no deben tener lugar entre los verdaderos artistas, como tampoco el malhumor, la hostilidad, el sarcasmo o la competencia. Estas actitudes pueden ser comunes en el mundo, pero no deben pertenecer al ámbito de los artistas.
El artista cual jardinero debe aprender a no arrancar las ideas antes de que hayan florecido. Los procesos de siembra, latencia y crecimiento deben respetarse. El proceso de equivocarse y volver a intentarlo no es malo, es el proceso de aprendizaje real por el que todos debemos pasar para aprender a hacer del arte una actividad del alma y no de nuestros deseos, pensamientos o voluntad.
Aprende a Sentirte Bien
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Hace 6 años
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