qué es el feminismo? El feminismo es uno de los pilares de la democracia, y es una de las políticas que nacen con el mundo que vivimos. Porque venimos de sociedades en las cuales las mujeres no son nada. Y lo que ha permitido que las mujeres vayan tejiendo y alcanzando ciudadanía, es un enorme movimiento que ya tiene tres siglos de poner en cuestión que el hecho de ser mujer te excluya de los derechos. Es un movimiento bastante exitoso, pero está muy vinculado, ciertamente, a occidente.
¿Por qué muchas personas lo consideran como un “machismo al revés”?
Por falta de reflexión, y por interés. Por falta de reflexión porque si se puede tirar por una senda fácil, nuestro entendimiento es perezoso. Y en parte por interés: es que el feminismo está vivo, consigue cosas, y realmente es exigente. Por interés, mucha gente puede querer que se entienda mal. Porque el feminismo no es lo contrario del machismo, pero es absolutamente contrario al machismo. Y quiere acabar con él. Y, realmente, el machismo tiene defensores.
El feminismo aspira a la igualdad, pero ¿qué pasa con las diferencias? Corrientes de pensamiento basadas en teorías de la sociobiología sostienen que la diferencia entre hombres y mujeres estaría en los genes: el hombre estaría genéticamente programado para ser racional, constructivo, y la mujer genéticamente programadas para ser más sensible, generosa, conciliadora...
Hace 50 años eso estaba muy en el candelero cuando la sociobiología reactivó ese discurso. Pero no estamos hablando realmente de si las personas son más sensibles unas que otras, o si unas lloran con más facilidad delante de los culebrones. Estamos hablando de si ser mujer te va a condenar al infierno. A tener menos derechos, a pasar miedo, a tener menos dinero o a depender de la voluntad de otro. Entonces, las características secundarias como la sensibilidad no juegan en esto. Lo que juega en el espacio abierto y democrático es la formación, la voluntad y el mérito. El feminismo es un movimiento político, y se desenvuelve en el plano político. Por lo tanto, aspira a la igualdad política, es decir, aspira a que la ciudadanía sea una ciudadanía compartida.
Muchos afirman que hombres y mujeres no podemos ser iguales, pero sí complementarios... Bueno es una de las cosas que se dicen, que varones y mujeres son complementarios... siempre que a la mujer no le toque ser la parte que es complementaria, está bien. ¡Pero es que las complementarias son siempre las mismas! No, yo creo que todos, varones y mujeres, somos seres humanos y que en sociedades abiertas y libres tenemos que tener capacidad para alcanzar los mismos bienes y vivir una vida buena.
¿Cuáles han sido los principales aportes del feminismo?
El principal aporte del feminismo, nada menos, es volver a la humanidad un solo sujeto. Dese cuenta que la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 no se hubiera realizado sin una gran feminista: Eleanor Roosevelt.
El feminismo ha hecho muchísimo por una conciencia de la humanidad distinta y mejor, a parte de haber hecho muchas cosas para obtener derechos que nos estaban negados: el saber, el sentarnos en las aulas universitarias, las profesiones abiertas, las profesiones liberales.
El feminismo ha sido un aliado enorme de la innovación y de la innovación moral. Ha cambiado los registros morales de occidente, enteros. Porque la libertad de las mujeres introduce una novedad que antes nunca ha existido y eso es extraordinario porque nos abre la puerta al mundo nuevo, que no sabemos ni siquiera bien cómo funciona, donde los retos son otros.
El feminismo ha ganado sus batallas en una parte del mundo, la que está más decidida a apostar por la novedad y la innovación. Pero mientras la batalla de las mujeres, de su libertad, no se gane en el mundo completo, no está ganada. En muchas partes del planeta, nacer mujer es un castigo al infierno en vida. Nacer en África es un castigo al infierno en vida. Nacer en muchas partes de Asia es lo mismo. Y en América Latina, usted misma recordará que hay dos o tres sitios que no son nada recomendables...
¿Qué aspectos del feminismo criticaría usted?
Ahí voy a ser muy concluyente: el feminismo no tiene nada de que avergonzarse. No ha producido violencia ni tiene todavía ningún muerto en el campo contrario. Y ha logrado, con métodos pacíficos siempre, y a costa de las vidas de mucha gente sacrificándose, ir consiguiendo meta tras meta.
¿Abraza entonces el feminismo por completo...?
Si no hiciera eso, no sería justa con lo que me ha permitido: no tener que luchar por el voto y tenerlo; no tener que luchar por sentarme en los bancos de la universidad y haber podido hacerlo. Quienes nos precedieron nos dieron muchas cosas ya ganadas. ¿Cómo no estar agradecidas?
¿Observa nuevas formas de presión contra las mujeres hoy?
La verdad es que en esto de nuevo hay muy poco, son las de siempre. No necesita mucha renovación este asunto: hay violencia contra las mujeres, hay disuasión para que den todo lo que saben dar de sí, hay solidaridad entre ellas porque tienen miedo de lo poco que tiene cada una... el sistema todavía se aguanta porque sigue siendo muy perverso. Y porque la mayoría de la gente que lo encarna ni siquiera se da cuenta de que lo encarna.
¿Qué estrategias de resistencia frente a estas formas de opresión propone usted?
Hay que hacer un feminismo internacional donde quienes tienen la agenda abierta por la misma página se apoyen para conseguir las cosas con más facilidad, con menos duros costos. Esa es una. La solidaridad es la mejor estrategia, y la libertad de palabra es una gran estrategia. Y el feminismo solo puede existir donde hay libertad de palabra y libertad de pensamiento. No creo que en Irán vivan muy buena vida nuestras feministas.
¿Qué opina del lenguaje de género o inclusivo? A mucha gente le parece ridículo.
No lo sé, la primera vez que se dijo “médica”, probablemente alguna persona se asustó. ¡Pero la decimoquinta vez ya no se asusta nadie! La primera vez que se dijo “abogada”, también, y la decimonovena vez ya no se asusta nadie. Yo soy consejera de Estado. La primera vez que se dijo “consejera”, supongo que alguien se asustó.
Pero, como todo, el lenguaje sirve para hablar de lo que hay; lo que pasa es que el lenguaje cambia más despacio que lo que hay. Las mujeres corren más que el lenguaje. Por lo tanto, el lenguaje tendrá que seguir nuestros logros y no preocuparnos de ello. Todo suena muy ridículo, ¡pero a mi más ridículo que la palabra “modisto” me suenan muy pocas cosas! ¡Y la Academia de la Lengua la aceptó en los años 50! ¡Así que allá ellos! Es que les parecía muy poca cosa que un señor que hacía trapos se llamara “modista”. O sea que si a ellos les pareció bien “modisto”... sígase el razonamiento, que va él solo.
¿Qué piensa del lugar de las mujeres en las religiones monoteístas? ¿Hay herramientas desde dentro de la religión para el feminismo? Ninguna religión va por delante de su sociedad. Nunca. Las religiones solo dicen que Dios quiere lo que las sociedades ya hacen de por sí. Simplemente, no se van a desvivir por nuestra libertad.
Pienso en corrientes actuales, como el feminismo islámico...
Sí, pero en el siglo 19, la hubo en el cristianismo. Entonces, tomemos los textos y digamos que no son tan duros como parecen; que se pueden interpretar de otra manera. Es intentar, desde dentro, cambiar algo. ¡Pero eso se intenta porque desde fuera ya existe la vindicación!
¿Cuál es su posición con respecto al debate sobre el velo integral en España?
Mi posición es que no podemos inventar mucho. Francia ha decidido prohibirlo, y yo creo que Francia ha hecho bien. Porque Inglaterra misma confiesa que su modelo no funciona. Y Alemania ha confesado que el suyo tampoco. ¡El problema es que eso solo les pasa a las mujeres! Es decir, a los varones musulmanes su religión no les manda nada en particular. Cuando una norma solo pesa sobre un sexo, hay que mirar a ver por qué y cómo es, no sea que esconda algo, y ese algo sea grave.
Y si es la mujer quien voluntariamente quiere usar el velo integral, ¿hay que impedírselo?
Ya, pero... si voluntariamente, cuando se abolió la esclavitud, muchos esclavos lloraron, porque querían seguir siendo esclavos. Una persona que se someta voluntariamente a una práctica lesiva, ¿qué quiere decir? Eso no quiere decir que la práctica sea legítima; quiere decir que hay gente que no quiere llevar la contraria a su grupo, por ejemplo. Porque no se siente con fuerzas, nada más. Yo le puedo decir que tengo muchas amigas musulmanas que acogieron muy bien una prohibición del Estado, porque les ahorraba un debate.
¿Cuáles son los desafíos del feminismo hoy en día?
La agenda feminista está abierta ahora por la paridad. Pero esa agenda es una agenda enorme, que significa nada menos que las mujeres tenemos que tener la mira de todo. Como verá, esa agenda no es para mañana, porque significa estar en paridad de poder en la política, la empresa, el mundo económico, el mundo del saber, los medios de comunicación, el mundo de la creatividad y del arte, y la religión.
En todos esos mundos que le he citado, las mujeres tienen una presencia ínfima. Y siguen siendo mundos de enorme poder. Y en muchas partes del mundo, en este planeta donde vivimos, las mujeres no tienen derechos fundamentales, muy, muy elementales. Por ejemplo, no tienen derechos sexuales y reproductivos. ¿Cómo una joven realmente va a mantener su libertad en la mano si ni siquiera tiene derecho a tomarse la píldora del día después, siendo así que verdaderamente no puede negarse a tener relaciones si quiere tener una vida sentimental?
Se ha encerrado a las mujeres en trampas de ignominia. Lo que yo no soporto es la hipocresía en este asunto... y hay mucha.
Amelia Valcárcel es filósofa, catedrática de filosofía moral y política en la UNED (España), consejera de Estado y vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado en Madrid. Sus libros más recientes son Feminismo en el mundo global (Cátedra, 2008, 2009) y La memoria y el perdón (Herder, 2010)
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